Capítulo 21. "-Allí estaremos, compañero"

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· Walter Miller en multimedia ·


¿Hay algún modo de que la tierra me trague y me escupa en otro continente?

De ser así, por favor, que alguien me lo diga.

No sé quién lo está pasando peor de los tres. Zack, en un ambiente hostil, sin conocer a la madre de Leah, tiene cara de querer morirse. Leah se muestra firme y segura, pero por dentro está temblando como un flan. Yo, a diferencia de ellos, solo quiero salir corriendo y no volver nunca más.

Un somnoliento Will sigue el mismo recorrido, escaleras abajo, hasta que se encuentra con su novia al llegar al último escalón. En cuanto posa sus labios contra los de ella mientras se frota los ojos con el puño me doy cuenta de que no se ha dado cuenta de lo que está ocurriendo en el salón.

—¿Por qué hacéis tanto ruido? —pregunta, acostumbrándose a la luz que entra por las ventanas—. No son ni las nueve de la mañana. Volvamos a la cama, por favor.

Leah de la un pequeño golpe con el codo hasta que consigue que desvíe su mirada hacia el lugar donde su madre continúa imperturbable.

—Señora Anderson... —Will se rasca la nuca, separándose un poco de Leah—. ¿Qué tal ha ido la escapada? Le ha sentado increíblemente bien. Incluso me arriesgo a decir que la veo más joven.

Cállate, Will. Por favor.

—Veo que a ti te ha sentado mejor, Will —responde ella, caminando hacia la cocina—. Leah, tengo que hablar contigo. Ahora.

Leah pone cara de circunstancias antes de caminar hacia la cocina, siguiendo los pasos de su madre. No pronuncia palabra alguna ni dirige su mirada hacia ninguno de nosotros, simplemente camina. Will se atreve a caminar cuando escuchamos el sonido de la puerta cerrándose.

—¿Crees que está muy enfadada? —me pregunta Will, notablemente preocupado.

—La madre de Leah tiene un gran corazón. Cuando éramos pequeñas hacíamos muchas travesuras y siempre era ella quién nos defendía —me encojo de hombros—. No sé qué decir de esta situación. Entiendo que pueda estar enfadada.

—Va a acabar conmigo... —Will da vueltas por el salón—. ¡Va a acabar conmigo!

—¡Deja de gritar! —le reprocha Zack.

—Me lo advirtió. Me dijo, palabras textuales, «como hagas algo con mi pequeña que no me parezca bien, no serás bienvenido en esta casa».

—Lo dices como si fuese a matarte —pongo los ojos en blanco.

—Deberíais ser un poco más empáticos y poneros en mi piel.

—Lo que ha ocurrido no es tan grave, Will —el intento de convicción de Zack es bastante patético. Se nota que nunca ha tenido que lidiar con una situación parecida.

La puerta de la cocina vuelve a abrirse. Leah asoma la cabeza entre el marco de la puerta y me busca con la mirada. Sé que va a pedirme que entre, me lo ha dicho con los ojos. La idea de salir corriendo no sigue pareciéndome mala opción.

—Ven, mi madre quiere hablar contigo —me dice, sin despegar la vista de mí.

Me levanto del sofá y, a duras penas, camino hacia ella.

—¿Va a matarme? —le susurro.

—Si no me ha matado a mí, a ti menos —su sonrisa me reconforta—. Puedes estar tranquila.

Stay AwayWhere stories live. Discover now