Capítulo 4. "-¿Así que sé un secreto tuyo que nadie más sabe?"

9K 346 19
                                    

· Luke Parks en multimedia ·

N

o consigo asimilar que alguien como Zack, a simple vista el modelo de chico ejemplar, se mezcle con gentuza de ese calibre. Bueno, quizá he exagerado un poco. Puede que sean buenas personas... pero lo que hacen no es bueno. Ante los ojos de cualquier persona, Zack parece un alumno ejemplar, capitán del equipo de fútbol del instituto, con toda su vida perfectamente organizada. Yo, que siempre voy un poco más allá, he descubierto que eso no termina de ser así del todo. De todos modos, tampoco creía que fuese a ser una persona completamente opuesta a lo que aparenta ser.

Necesito salir de ese sitio cuanto antes. Estoy comenzando a sentirme asfixiada por haberme enterado de algo que, en teoría, jamás debería haber descubierto. Si me marcho disimuladamente y asimilo lo que ha ocurrido, puedo hacer ver que nada de esto ha pasado. De ese modo, todos salimos ganando: el secreto de Zack seguirá intacto y yo continuaré respirando.

Intento marcharme sin que me vean, pero sé que he cometido un error en cuanto pierdo el equilibrio y, sin querer, intento agarrarme al arbusto que tengo enfrente. Lo único que quería era irme sin que nadie se enterase de que estaba aquí, ¿tan complicado era que se cumpliese? He acabado aquí por error huyendo de las preguntas de mi hermano, pero he terminado en un lugar mucho peor, con personas mucho peores. Me arrepiento de no haberme quedado en casa hablando con Daniel. De haber sido así, todo esto no habría ocurrido jamás.

Unas zapatillas negras aparecen en mi campo de visión. Todo mi cuerpo se tensa al instante. Me cuesta una barbaridad, pero termino alzando la mirada. Me entran ganas de agachar la cabeza en cuento veo que los ojos castaños de Zack me inspeccionan detenidamente.

—¿Te ayudo con algo?

Su pregunta es tan cortante que consigue provocarme un escalofrío muy poco placentero por la espalda. Lo único que me aporta una pizca de esperanza es que, pese a la situación que estamos viviendo, no abandona ese toque pícaro que tanto le caracteriza. Su mano se extiende hacia mí con la intención de ayudarme, pero mi respuesta es apartarla de un golpe con la mía. Me levanto como puedo y sacudo toda la tierra que se ha quedado enganchada en mis pantalones.

No puedo creer que esté pasándome esto.

—¿Eres espía secreto en tu tiempo libre?

Qué gracioso.

—No estoy para bromas, Zack —volteo los ojos.

—¿Qué haces aquí?

—¿Te importa, acaso?

—Teniendo en cuenta que estabas espiándome... sí, me importa —Zack ríe por lo bajo. No me parece una risa amistosa ni simpática, me recuerda más bien a la que te sale, innatamente, después de capturar al mosquito que lleva fastidiándote toda la noche—. Como mínimo merezco una explicación, ¿no crees?

—¿Espiándote? ¡Por favor, no te estaba espiando! No entiendo cómo eres capaz de retener tanto ego en tu cuerpo. ¡Qué creído!

—Quizá eso te sirve con otra persona, pero no conmigo —me mira de reojo, alzando una de sus pobladas cejas—. Te he pillado, Parks. Estabas espiándome y no vas a hacer que crea lo contrario, así que será mejor que lo admitas.

—No creo que ese sea el punto importante de la situación —giro la cara hacia los otros chicos que están con Zack—. ¿Qué haces volviendo de una carrera de motos? ¿Por qué te juntas con esos tipos?

—¿Así que no me espiabas?

—¡Maldita sea, Zack! —aprieto los puños con rabia—. He salido a dar una vuelta y he acabado aquí. Al ver que un grupo de moteros barriobajeros estaba cerca de mí me he escondido. He escuchado la conversación sin querer.

Stay AwayWhere stories live. Discover now