Preludio

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Él se queda largas horas de pie, mucho después de que todos se han ido.

Hay algo... Una conmoción explotando en su interior, que al mismo tiempo parece querer dejarlo vacío. Es tan intensa que no puede procesarlo todo, no sabe qué está sintiendo exactamente. ¿Es ira? ¿Miedo? ¿Tristeza? Desesperación.

Culpa.

Quizá fue su culpa.

Porque se negó a acompañarlos. Tenía cosas más importantes qué hacer, ¿no es así? Eso fue lo que dijo para excusarse, aunque John le pidió que los acompañara a comprar un regalo para Rosie que cumplía un año. Los orgullosos padres estaban emocionados por hacerle una fiesta.

Pero estaba mintiendo. Sencillamente no quiso ir con ellos. Era algo casi doloroso de ver y ya no tenía fuerzas para ser un masoquista.

Detestaba esa la mirada amorosa que John le dirigía a su esposa; las sutiles caricias en la mejilla que Mary le hacía para llamar la atención de su marido.

Ahora se reprocha amargamente, nada de eso debió importar. Si hubiera estado ahí... No importa lo que los demás digan. Si hubiese ido con ellos, el accidente no habría ocurrido. Lo sabe, los demás también lo saben.

— ¿Sherlock? —Molly se abre paso sin problemas para llegar hasta el detective consultor. Sabía que lo encontraría ahí.

No obtiene respuesta.

—Sherlock, por Dios, no puedes quedarte aquí. Está lloviendo, vas a... Te puedes enfermar...

Él pudo haberlo evitado.

Cierra los ojos.

La imagen de la lápida de mármol parece grabada a fuego dentro de sus párpados, su forma ovalada y su color fantasmal que casi brilla en la oscuridad.

¿En qué momento se hizo de noche?

Levanta el rostro, ignorando una vez más la frágil voz de Molly, la luna recibe su mirada con su resplandor nacarado.

Entonces todo parece cobrar una aplastante realidad que, de alguna forma, no sintió antes.

Siente por primera vez el frío, su abrigo pesado por la lluvia que no ha parado desde el mediodía. La sombrilla que tenía al llegar, se le escapó de las manos con la primera ventisca de la tarde y ni siquiera se molestó en tratar de sujetarla. La dejó ir y la perdió, como había hecho con todo lo que amaba.

Las gotas de lluvia tuvieron tiempo de sobra para empaparlo por completo y no hubo fuerza que lo convenciera de moverse al menos para buscar refugio.

Una y otra vez, sus ojos regresaban a las palabras grabadas arriba de fechas de nacimiento y muerte en la lápida.

Mary Elizabeth Watson.
Amada esposa y madre.

La vida de esa alegre mujer rubia ha quedado reducida a dos frases en ese cementerio desabrido. Donde el viento, el sereno y el musgo le robarán su identidad dentro de algunos años. Volverá a ser una desconocida.

No puede quitarle la vista de encima. No quiere hacerlo. Él le hizo una promesa a Mary y fracasó.

—Sherlock, por favor... —Suplica Molly tirando con suavidad de su mano. Percibe el crujido de hojas húmedas cuando la solitaria mujer se alza sobre las puntas de los pies intentando protegerlo con su sombrilla blanca.

Su preocupación es tan sincera, que Holmes lamenta el que haya tenido que ir a buscarlo.

No le contesta, pero se da vuelta y echa a andar a su lado. Le ofrece el brazo como todo un caballero y ella se aferra a él.

Aunque no emita un solo ruido, él sabe que la forense está sollozando. Su llanto solo aumenta ese terrible malestar que se está gestando en todo su cuerpo.

Piensa, se desmorona por dentro y vuelve a pensar.

John y Mary se han ido.

Todo es su culpa.

N/A: Debería estar actualizando mis otros fics pendientes en lugar de empezar uno más

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N/A: Debería estar actualizando mis otros fics pendientes en lugar de empezar uno más.

Evidentemente soy una mala persona.

Y mi beta lo es más por darme ideas en vez de detenerme (?)

Her┊ᴶᵒʰᶰˡᵒᶜᵏWhere stories live. Discover now