Las Disculpas

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Dejando la sutileza de lado tomé a Aaron de los hombros y lo guíe a los dos asiento libres que se encontraban a solo unos pasos de nosotros.

—¿Qué se supone que estás haciendo?—Preguntó inexpresivo mientras empujaba sus hombros hacia abajo y lo sentaba a la fuerza. Para que no escapara, me puse del lado del pasillo.

Pues eso había sido más fácil de lo que me había imaginado. Me aplaudí a mí misma.

—Vas a hablar conmigo, quieras o no —Articulé mientras ponía todas las cosas sobre la mesa dejándole en claro que yo no me movía de aquí hasta que me diera una respuesta concreta y creíble. Esperaba que la suerte continuara de mi lado.

Aaron se irguió y me miró con el rostro serio unos segundos antes de girarse y comenzar a hablar con la tipa del lado como si nada. Reproduciendo esa sonrisa Colgate del demonio que me había hecho querer borrársela del rostro cuando...

«De verdad Kayla, no quieres ir por ahí»

No, no quería. Pero por alguna razón presenciar la escena me hacía tener sentimientos encontrados y la verdad es que ese incómodo retorcijón en el estómago ya me estaba comenzando a producir un feo sabor en la boca.

Pues las cosas efectivamente habían tomado una dirección distinta a la planeada.

—Hola, clase—Gritó con su jovial tono el profesor Daniel entrando al aula con una sonrisa en el rostro.

Fruncí el ceño ¿Era posible que un profesor luciera tan feliz haciendo su trabajo?

—Oh, qué lindo tatuaje.

Tuve la necesidad de arrancarme las orejas y los ojos al mismo tiempo mientras echaba un vistazo a la conversación que llevaba señor estúpido con la morena de voz de globo desinflándose. Agh, no tenía sentido, no tenía voz aguda, es más, me atrevería a decir que tenía una voz femenina muy bonita, solo que tenía un problema bastante personal con ella...además se me daba la gana ponerle un mote ofensivo. Solo por que sí.

Con ojos furtivos vi como Aaron volvía a sonreír.

—¿Quieres verlo?

Rodeé los ojos y observé sin el menor cuidado como Aaron le mostraba el tatuaje libremente a la morena. Claro, así de fácil. Y yo que tanto que me había esforzado para...

«¡Deja de divagar, joder!»

Lo siento, pero no podía. Estaba furiosa, estaba tan furiosa que tuve que contenerme para no ponerme de pie y golpear algo. Si pensaba que pasar sola la clase de teatro ya era un suplicio, pues lo prefería. Lo prefería cientos de veces más que tener que estar soportando esto.

«Tranquilízate»

Di un largo suspiro y noté el momento justo en el que Aaron me echaba una ojeada sobre su hombro. Atrapé su mirada en el trayecto y entendí todo a la perfección. Lo hacía a propósito. Y se estaba riendo de mí. Y había notado que lo miraba como si quisiera meterle un pedazo de papel en la boca a la chica para que se callara y dejara de hablarle.

Lo había descubierto con las manos en la masa.

Volvió a girar la cabeza cuando escuchó hablar a la idiota esa.

—¿Puedo tocarlo? —Preguntó de forma inocente.

Escuché atenta a lo que estaba a punto de decirle.

—Claro.

Tragué saliva y no pude contenerme más.

Me lancé hacia adelante y acerqué mi mano al antebrazo de Aaron para tocar la marca con la yema de los dedos antes de que la morena pudiera hacerlo siquiera, pero Aaron fue más rápido y alejó violentamente la extremidad de mi alcance tomándome de la cintura para que me alejara, dejando a la tipa confundida y frustrada en su lugar mientras ella me miraba como si tuviera problemas mentales.

Dark Demons© (Libro I) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora