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13 de noviembre, Kingston.

—Esto no significa que vaya a aceptar tu regalo.

Harry habló contra su cuello mientras estaban ocupados en un abrazo húmedo bajo el agua cubriendo sus hombros.

A Louis le tomó más de un segundo comprender lo que le estaba diciendo, porque sus ojos habían estado demasiado ocupados durante un buen rato buscando lunares en su hombro a la vez que su cabeza trabajaba en organizar sus ideas.

Entonces soltó una leve risita, girando su cabeza hacia su propio hombro para mirar a Harry, cuya mejilla estaba aplastada contra él y le miraba con los ojos medio abiertos sobre ojeras pronunciadas.

Sus respiraciones se mezclaron debido a la poca distancia, y Louis habló sobre sus labios mientras jugaba con sus propias manos entrelazadas alrededor de la cintura de Harry.

—Está bien —le dijo, subiendo la mano y apartando un mechón de pelo que tapaba uno de los ojos de Harry —. Supongo que podemos hacer un trato.

Harry frunció el ceño con recelo, mirándole desde abajo sin molestarse en separar su mejilla de su hombro.

—No me fío de ti.

—No te fías pero tampoco te separas. Irónico —Louis bromeó con diversión, y dejo de abrazarle y corroboró su palabra porque Harry no se separó de su cuerpo a pesar de ello.

Harry soltó una risa, apretando su cara contra su cuello como si aún no comprendiera que era físicamente imposible que hubiera menos espacio entre ellos.

—Está bien, te escucho —expresó Harry.

Louis volvió a rodear su cintura y echó un vistazo a Harry, descubriendo que ahora tenía los ojos cerrados.

—Puedo hacer una copia de las llaves. Tú te quedas una, yo la otra —explicó entonces, consiguiendo que los ojos de Harry se abrieran para mirarle —. Si no me dejas regalártela, déjame compartirla.

Harry despegó su cara de su hombro, deliberando en su cabeza mientras le miraba.

—Trato hecho —respondió, asegurándose de que su nariz rozaba la de Louis al asentir.

Cuando Louis se vio obligado a firmar aquel contrato para mezclar su carrera con la de Harry en un tour, realmente no pensó en la posibilidad de terminar mezclándose literalmente con Harry.

Aquella mezcla seguía siendo confusa de todas maneras; una parte de su cerebro le decía que involucrarse con él y meterse en su terreno no iba a ponerle la vida más fácil.

La otra parte llevaba sin pensar bien desde que Harry se acercó a él en un radio menor a diez centímetros.

Y si la parte racional fuera más potente que la parte emocional, probablemente ahora no estaría rodeado de Doritos flotando en el agua de una piscina en Jamaica con Harry entre sus brazos. Estaría en Londres, preocupándose por sus problemas y convenciéndose a sí mismo de que no necesitaba involucrarse con nadie y sumarse uno más.

No iba a negar que era un problema, y no lo decía porque fuera Harry. Su vida era pública y su familia homófoba, dos conceptos que colapsarían si se atrevía a añadir un vínculo sentimental con otro hombre a esa mezcla.

Aun así, el hecho de que Harry estuviera con mierda hasta el cuello también era un factor muy importante a tener en cuenta, y un Niall en miniatura había estado posado en su hombro durante los últimos días, recordándole con acento irlandés que nada de lo que quisiera hacer era una buena idea.

Y si Louis realmente pudiera elegir a quién quería querer, Harry no habría sido siquiera una opción, porque llevaba cargas a sus espaldas que también le pesaban a cualquiera que se acercase a él y Louis no estaba seguro de que cuanto peso extra podía soportar.

Fly me to the moonWhere stories live. Discover now