capítulo cinco

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— Jinki, ya suéltame. – replicó Taemin.
Unos fuertes brazos lo atraparon, a pesar de que el de labios gruesos se encontraba recostado en la camilla, el de cabellos negros por su lado ya lo había sentado y lo estaba acorralando.

– Calla, Taemin, a fin de cuentas estamos los dos solos. –se defendió el de ojos grandes.

Bastó pocos segundos y estos ya se estaban besando, Jinki lo tomaba tan fuerte del rostro como para evitar que Taemin se zafara. Pero era imposible ya que, muy profundo de él, taemin disfrutaba mucho de esos carnosos y húmedos labios.

La instructora Sooyoung ingresó cuidadosamente a enfermería luego de haber rellenado un informe de asistencia de la escuela, tras ver al único paciente se acercó casi corriendo para darle la merienda por orden del director.

– Hola, Jungwoo. – saludó con una cálida sonrisa. – Traje esto para ti.

Sacudió el taper con algunos fideos negros dentro, y seguido repitió el mismo acto con una botella llena de té verde.

– Muchas gracias. – agradeció el de cabellos naranja, con una expresión desganada en su totalidad.

Los enfermeros del colegio no diagnosticaron nada preocupante en Jungwoo, lo cual era un alivio, pero esos dolores seguirían por aproximadamente un mes y le recetaron una pastilla para el dolor muscular, especialmente para su cadera ya que el mayor impacto se concentró en esa parte, los enfermos estaban algo sorprendidos porque para tener una contextura delgada, el chico tenía un cuerpo fuerte que si le hubiese pasado a otro esa caída, probablemente estaría en el hospital.

– Esa caída pudo ser peor pero estás fuerte, gracias a Dios no pasó a peores. – atinó a decir la instructora intentando sacar la tensión de la sala de enfermería.

Jungwoo no pudo negar que aquella frase dicha por ella fue un cumplido muy dulce.

De repente su carita cambió, soltando una pequeña risa que fue oída por Sooyoung, logrando que sus mejillas se colorearan de un pálido rosa.

Y de la nada se escucharon besuqueos por algún lado de la sala, acoplándose unos jadeos junto con unos “para por favor” lo cual la hicieron sorprenderse.
Sooyoung rapidamente enmarcó una ceja al oír que los besuqueos aumentaban,  dirigiendo su vista a la columna derecha que justo daba contra una pared, percatándose de una cariñosa escena entre dos muchachos al tirar de la cortina para un costado.

– ¿Qué está pasando aquí?

Jungwoo estiró el cuello y guió sus ojos hasta la columna esa que cubría a ambos chicos, llevándose la mano a la boca en forma de sorpresa al procesar dicha imagen que daban aquellos jóvenes de un grado mayor a la de él. Uno de ellos estaba agachando la cabeza mientras que el otro estaba rascándose la nuca, sus labios hinchados y brillosos delataban que el beso había estado potente.

– Instructora, nosotros... – intentó hablar uno de ellos.

– Chicos, si quieren hacer estas cosas, háganlo fuera. Si hubiera sido otra persona ¿creen que los hubiera dejado hablar así como yo? No, los hubiera llevado con el director. – replicó Sooyoung, suavizando su facción pero no bajándole el tono a su voz que sonaba demandante.

– Perdón por esto, instructora. – se lamentó el otro muchacho, luciendo incómodo.

– Vayan a su salón, rápido.

Al momento que los muchachos se fueron, Jungwoo volvió a su posición anterior y se dio cuenta que su taper aún permanecía caliente, su estómago gruñó y el hambre se hizo presente.

– Mejor comeré. – se dijo a sí mismo y acto seguido, se metió el tenedor a la boca con una buena porción de fideos rodeándolo.

Por su cabeza volvió a pasar la imagen de los chicos siendo encontrados en pleno beso, aún sin poder comprender el por qué hacer eso, peor todavía en un lugar como el colegio en dónde se supone que uno viene a estudiar.

– Hey, jungwoo.

Jungwoo sintió como su estómago daba un rápido vuelco, y no de esos vuelcos que te hacían querer ir al baño, sino uno al que solían calificar como “tener mariposas”, su corazón se aceleró y su mente rápidamente comenzó a trabajar.

¿Acaso escuchó mal o la caída lo estaba haciendo alucinar?

– ¿Qué te pasó?

Un preocupado Yuta apareció en la sala de enfermería.

Los nervios entraron en Jungwoo al darse cuenta que estaba sólo en aquella sala junto a su platónico, que incluso preguntó el por qué estaba ahí. Jungwoo atinaba a mirar su comida y después a Yuta sin saber de qué manera responder.

– Yo... me caí. – respondió, todavía sorprendido por su llegada.

Jamás pasó por su mente que viniesen a verlo, especialmente él.

– El director nos dio aviso en el salón, como no estabas me di cuenta que se trataba de ti.

Jungwoo sólo asintió dos veces y volvió a bajar la mirada hacia sus fideos negros que, gracias al cielo, seguían calientes.

El japonés acarició el hombro ajeno, haciendo que Jungwoo levantara su vista de inmediato.

– Anda, sigue comiendo que necesitas energías después de tremenda caída. – replicó Yuta con una larga sonrisa.

Al parecer Jungwoo había descubierto su nueva debilidad: el ver al chico japonés sonreír, el ver esa linda y perfecta dentadura lo ponía feliz.

El chico rubio no tardó en sentarse en la orilla de la camilla, pidiéndole antes permiso a Jungwoo por si capaz le incomodaba, pero para él nada le resultaba incómodo. El tema de conversación se fue por las ramas, iniciando con un tema en especifico para después ir a otro y así terminar hablando de sus intereses en la música, sobre qué les gustaría ser en un futuro a cada uno, sobre películas y un sinfín de temas que quedaría muy guardado entre ellos, desatando risas y miradas delatables que hacían del ambiente uno muy bonito y acogedor.






Días. #YUWOOWhere stories live. Discover now