- mmm.. ¿decirte? ¿el qué? –se sonrió haciéndose la tonta, sabiendo que volvían a jugar-.

- ¿Ah, no lo sabes? ¡Vale, vale! –se sonrió la rubia, pues presentía la cara que estaría poniendo y eso hacía que una extraña felicidad se instaurara en ella-. Que sepas que yo a ti sí, y mucho, mucho, muchooo.

- jajajjajaja... -se rió Natalia de aquella voz dulce y risueña- ¿Pues sabes qué?

- ¿Qué? –jugó también -.

- Que dudo mucho que me hayas echado más de menos que yo a ti –le dijo y a Alba se le ensanchó la sonrisa por inercia.-.

Natalia prosiguió.

- Es más, me voy para el piso ya... y espero tenerte entre mis brazos en media hora, sino soy capaz de lanzarme a la calle e irme con cualquiera –le dijo en tono juguetón-.

- Oh.... No serás capaz, ¿yo aquí a palo seco y te quieres ir con otra? ¡Ni lo sueñes! –saltó Alba entre risas mientras se apresuraba a ponerse de pie y cambiarse-.

- jajajajjajaj... ¿Qué estás haciendo? –le preguntó ella riéndose, mientras le quitaba el seguro a la moto-.

- ¡Vestirme! ¡qué sino! –le dijo colocándose unos vaqueros-.

- jajajjaja... Veo que de pronto te han entrado las prisas, ¿por qué será? –la pinchó la morena subiéndose en la moto-.

- ¿Que por qué?, pues porque una gatita traviesa quiere irse de caza por el barrio si no estoy cerca para darle lo que se merece, por eso –le dijo colocándose el suéter-.

- jajajjajajja... -se rió Natalia-.

- Sí, sí, tú ríe, pero cuando te pille... te vas a enterar de lo que vale un peine –le amenazó cogiendo un bolso con algunas cosas y saliendo por la puerta-.

- ¡Ya estoy temblando! -la pinchó Natalia sabiendo por donde saldría -.

- jajjaja... tú lo has dicho pequeña, temblando te vas a quedar –le dijo y antes de llegar al sótano se despidió-. Voy a entrar en el garaje cariño, nos vemos en el apartamento, ¿vale?

- ¡Vale! ¡Te esperaré impaciente! –le dijo ella con una sonrisa, pues se moría por estar a su lado-.

- Aduladora... -le dijo sin poder contener su propia sonrisa-. Ten cuidado con la moto, ¿sí? No corras que yo con el coche voy más despacio por el tráfico.

- Sí, tranquila.. hasta ahora –se despidió-

- Hasta ahora, preciosa –se despidió Alba-.

Las dos pusieron rumbo fijo hacia aquel apartamento que las acogería.

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Natalia llegó la primera, pues la moto le otorgaba una gran ventaja en aquella ciudad de atascos. Se cambió de ropa para parecer más informal, fue al servicio, se recogió el pelo cómodamente, repasándose ante el espejo tratando de gustarse a sí misma para así poder gustarle también a Alba. Como sospechaba que le daría tiempo, revisó la nevera y bajó en un salto a la tiendecita que tenía abajo, compró algo más de bebida, refrescos principalmente y cervezas, y se trajo consigo una bandeja de pequeños sándwiches y saladitos vegetales variados para merendar. Luego vio que tenían bollos de chocolate, y también se llevó unos cuantos, pues sabía que a la rubia le gustaban tanto como a ella. Cuando iba a subir se encontró con Alba aparcando, se le quedó mirando mientras la esperaba con un pie sujetando la puerta, pues en una mano llevaba la bandeja con comida y en la otra una bolsa con el resto de la compra. Ella aceleró el paso viéndola tan cargada.

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