Capitulo 4

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"Nocturne" - EDEN

Era casi media noche cuando Alfred entró en la fábrica, aquel lugar, que muchos habrían catalogado como alienado e impersonal, para él era como una segunda casa, sabía exactamente quienes trabajaban allí, sus nombres, si tenían hijos, estaban casados o divorciados.

Al llegar a los vestuarios se encontró con Mathias, un hombre bajito y regordete con el pelo cano, dos hijas adolescentes a las que su madre había abandonado y el cual todas las noches a las cinco paraba para comerse un sándwich y llamaba al portero de su bloque para asegurarse que esas niñas cogían el autobús a primera hora de la mañana.

-Hoy llegas tarde para ser tú, Al – apuntó el hombre y Alfred le lanzó una de aquellas sonrisas tan encantadoras.

-Sí, hoy he salido un rato con los amigos, ¿qué tal las niñas? – preguntó mientras se cambiaba de ropa y se ponía le uniforme de trabajo, un mono verde y unos gruesos zapatos con la punta de acero para evitar cualquier accidente.

-Creo que sobrevivirán otra noche más sin mi – rio con un sonido particular que cualquier en aquel lugar identificaría.

-Estoy seguro - afirmó Alfred -. ¡Mathias! – le llamó la atención antes de que saliese y el hombre se giró hacía el ya casi fuera y levantó las cejas -, ¿sabes dónde está Greta?

Después de unas explicaciones bastante vagas de por qué Greta no estaba en su puesto de trabajo y que había tenido que sustituirla un jefe nuevo, Alfred se resignó, que posibilidades había ahora de que le diese una sola noche libre.

Las últimas horas de madrugada eran las peores, cuando empezaba a entrar la luz del exterior y se empezaba a ver el movimiento en las calles, era la única parte del trabajo que Alfred odiaba, era deprimente. Trabajar de noche nunca le importaba, no tenía otra opción realmente, pero era muy solitario y requería mucho esfuerzo. Cuando su turno terminó tenía una nota en la taquilla del nuevo jefe de personal, este había escuchado que le buscaba y quería saber en qué podía ayudarle. Se cambió rápidamente de ropa y se dirigió al despacho, iba prácticamente pisándose los cordones de las zapatillas y la sudadera se le había quedado metida por el pantalón en algunos puntos, pero le era indiferente, solo quería hablar rápidamente con quien fuese y marcharse a casa.

-¿Se puede? – preguntó dando un par de golpes secos en la puerta y asomándose por la pequeña apertura que había y escuchó un pequeño ruido que interpretó como una afirmación - ¿Hola? – al entrar se quedó sorprendido, allí no había ningún hombre, era una chica, parecía pequeñita, con el pelo corto y gafas, probablemente poco mayor que él mismo.

-Vaya – dijo ella. Parecía tan sorprendida como Alfred. Después de un momento carraspeó y pestañeó varias veces -. Alfred, supongo ¿verdad? – Alfred asintió -. Me encontré con Mathias hace una hora y me dijo que quería hablar conmigo, ¿de que se trata?

-Eh, pues verás – empezó, con Greta era fácil, ella conocía toda su historia y no hacían falta explicaciones -, la cuestión es que tengo tres hermanos pequeños y una vez a la semana tengo que cuidar de ellos, por lo tanto quería saber si podría tener alguna noche libre esta semana y cuando podría...

-Entiendo – le cortó -. Pero la cosa es que a mí me han traído aquí para poner orden, palabras textuales del jefe, no mías – dijo levantando las manos -. Puedo hacer una excepción esta semana, si necesita un día no habrá problema, pero tendremos que organizar las siguientes, le recomiendo que busque a alguien que pueda ayudarle – a Alfred se le hacía tremendamente extraño ver a alguien de su edad referirse a él con tanta formalidad-, al menos por las noches, luego podrás disfrutar de tus hermanos todo el resto del día.

fernweh | ragoneyWhere stories live. Discover now