1. Becca

312 10 23
                                    

Recorría la acera con sus ya algo dañadas plataformas de color azul cobalto que su madre le había obsequiado en su cumpleaños número quince. Echaba su cabello a un lado y difícilmente podía mantener los ojos abiertos, de hecho, por las considerables y oscuras ojeras se podría especular que no había dormido nada desde hace más de un día y probablemente no recordaba todo lo que había consumido en aquella reunión en casa de su amigo Troye, de la cual regresaba. Una marca morada en su pecho le hacía saber que había pasado un buen rato con Joe.

Deseaba no tropezarse con su madre, sin embargo, para ser las 6:00 de la mañana quizá eso sucedería, "si, sin duda", pensó.
Tomo sus llaves de su chaqueta y con un muy escaso esfuerzo de su mano izquierda consiguió abrir ágilmente la puerta de su hogar.

Se adentró en ella y arrojó con fatiga su mochila color rosa al piso, se tiró al sillón más próximo a la entrada y su cabeza le daba vueltas sin parar.

Abrió los ojos para divisar aquella mancha en el techo que le intrigaba tanto, sin tener idea de cómo se había originado ahí. Recordó en cuantas ocasiones la había mirado con esa curiosidad y cuantas veces se había preguntado lo mismo.

Percibió los zapatos de su madre que retumbaban por las escaleras y ansiaba que se largara antes de que la atormentara con algún regaño.

La mujer mayor permaneció de pie a un lado del sillón con el vestido rojo que la hacía revelar aún más de lo necesario de acuerdo al juicio de sus vecinos, que la veían cada mañana hasta que anochecía andar por la calle. "Pero, es parte de mi trabajo", ella se justificaba siempre.

Contemplaba a su hija de forma amenazante y ambas conocían perfectamente lo que se aproximaba.

- ¿Por qué llegas a estas horas?

- ¿Te importa mucho?

- Sigues viviendo aquí y soy tu mamá, Rebecca - Por lo tanto la joven la encaraba de una manera despreciable, pero asimismo indiferente, razonaba sobre los momentos en que su madre se marchaba y la abandonaba en casa con cualquiera de sus repulsivos y nada tratables amantes, acerca de las noches que regresaba ebria a casa y daba comienzo a una serie de reclamos, de las lacerantes palabras que le había gritado desde que tenía memoria.

- ¿De verdad te consideras mi madre?

- No seas absurda, siempre has sido así. Lo único que tienes que hacer es estudiar y no andar con tus amigos toda la noche.

- ¿Ahora pretendes advertírmelo? ¿En serio? - Rebecca abandono su descanso y confrontó a su madre levantándose y mirándola fijamente. Probablemente parecería insignificante, pero aquellos zapatos le hacían gozar de más coraje para actuar así con ella.

- No me hables así, niña estupida.

- Tampoco tú deberías de hacerlo - la más joven camino hacia las escaleras y con rabia y un aterrador dolor de cabeza las avanzó, se adentro en su habitación que aunque desordenada, tenía una facha más generosa que la de la casa completa y finalizó aquel fastidio con un estrepitoso portazo.

Se sentó en la orilla de su cama y mientras observaba la guitarra que Charles, un viejo recuerdo en su vida, le había obsequiado, sus ojos se cerraban para poder descansar por lo menos unas horas, gracias a que era sábado, día en que su madre solía llegar con sus amantes a casa, siendo enfermo que a ella no le importaba ni en lo más mínimo, si estos deseaban meterse entre las piernas de su hija.

Sin embargo, las pesadillas sobre esas dos noches culminaron hace ya un año gracias a Joe, Rebecca intentaba reprimir esos repulsivos minutos y dejarlos todo el tiempo que pudiera en el espacio de las memorias que bien aún subsisten ahí, pero no logras que lleguen a invadirte de nuevo. Ella jamás volvió a verlos para su suerte.

Backstage Queens (PAUSADA)Where stories live. Discover now