—No, nadie —responde y resopla. Su mirada quiere que sepa que no existe tiempo en su mundo para preocuparse por otro más que no sea yo—. ¿Tú sí verdad? Digo, eres... tú.

Me río. Ha pasado un año desde mi etapa de mujeriego que andaba con cualquier chica que le parecía atractiva. Y aún así, su cabeza busca la manera de verme así.

—No estuve con nadie —le digo. Acorto la distancia entre nosotros e inclino mi cabeza hacia abajo para que mi frente se apoye en la punta de su cabeza.

Eleva sus cejas con sorpresa.

—¿No hablaste con alguna chica y pensaste "oh, puedo volverla mi ligue"? —habla e imita mi voz cien veces más grave de lo que es, ahora soy el monstruo que acecha a niños bajo la cama.

—Nah, tú justo tenias que llamarme o enviarme un mensaje —bromeo. Ella usa su mano libre para golpearme en el hombro.

—Imbécil —masculla entrecerrando sus ojos.

—Sabes que tú eres la única, Quinn.

Ella sonríe, ahora más segura. Luce como si tuviera que repetirle cientos de veces que la única que da vueltas en mi cabeza desde el año pasado es ella. Termina con la corta distancia entre los dos y une nuestros labios. Lleva sus manos a mi cabello y me quita el gorro de un tirón. Sonrío sobre sus labios.

—Tenía mis ojos sobre ese gorro hace rato, ya es mio —me avisa antes de volver a juntar nuestros labios.

Mis manos terminan en su cintura y la aferro más hacia mi cuerpo. Aún con varias capas de ropa y abrigo, la siento demasiado delgada y pequeña en mis brazos. De repente, mis propios pensamientos logran ahogar el ánimo de la situación.

Me sentía tan bien en nuestra propia burbuja, teniéndola tan cerca y asegurándome una vez en mi cabeza que por fin lo nuestro va hacia algún lugar cuando me lo arruino al preocuparme por ella. Lentamente sigue perdiendo peso y me aterra.

—¿Qué sucede? —interroga ella cuando la alejo de mi.

Odio ser así y tener que distanciarme. Odiaría más tener que explicarle porque me siento raro al tocarla.

—Nada —contesto y vuelvo a tomar su mano. Ahora solo pienso en cuan pequeña es a pesar de tener guantes—. Vamos a casa, tengo hambre. ¿Tú?

Carraspea para ocultar su incomodidad y nerviosismo. No tengo mucha idea si desayunó esta mañana al estar muy ocupado oyendo lo cuidadoso que tengo que ser con Quinn y lo que pasaría si no lo soy. Hoy solo almorzó la mitad de un emparedado que compramos en el camino por el parque. Decidí no armar un drama en medio de todo el mundo porque no está comiendo como debería, es algo que debemos hablarlo solos y tranquilos. No me olvido que Quinn me prometió que haría algo para cambiar esto.

—Eh, sí —contesta sonriendo.

Puede engañar a cualquiera así pero a mi no. Solo me confirma lo que ya sospechaba, se esta volviendo buena en ocultar y mentir sobre lo que come.

Mi hermana Blair, tenía quince cuando empezó con este tipo de problemas. Yo todavía era un niño pero sería imposible olvidarme de las noches que mamá y papá discutían sobre el tema, culpándose entre ellos por haber sido irresponsables y haber dejado que esto pase. También es imposible olvidar a mamá llorar mientras abrazaba a Blair y le prometía que todo iba a estar mejor.

Fue anorexia en sus primeras etapas pero mis padres supieron ayudarla rápidamente para que vuelva a tener una vida normal. Al cabo de un año, después de terapia y muchos doctores, todo lo que Olive y yo sabíamos era que Blair estaba más contenta.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Where stories live. Discover now