6: Un contrato de 9 meses

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La amenaza velada en sus palabras era más que evidente: sus cosas, incluido su pasaporte y el billete de avión. Aunque intentara marcharse, no llegaría muy lejos.

–¡Dios! Eres…

–Estaría bien que pudiéramos hablar sin todo ese teatro.

Marinette no podía creer lo que estaba pasando. Volvió a entrar en la biblioteca lentamente. En un intento por detener el temblor de sus dedos, apretó el bolso con fuerza.

–Podría denunciarte a la policía.

–¿Por qué, por tener una simple conversación contigo? –inquirió él, burlón, enarcando una ceja.

–No le veo la gracia –lo increpó ella acaloradamente.

Las facciones de Adrien se endurecieron.

–Tampoco yo –le aseguró–. ¿Te has parado a pensar que, si me hubieras dicho lo del bebé, las cosas podrían haber sido muy
distintas?

En las primeras semanas, tan duras, después del diagnóstico,
había descubierto por las revistas que Adrien seguía con Lila.
¿Cómo iba a confiar en un hombre que se había acostado con ella
estando comprometido?, se había dicho. Y el saber que no podía
confiar en él, aunque fuera el padre del bebé, la había llevado a
decidir no decirle nada del embarazo.

–¿Distintas?, ¿en qué sentido? –le preguntó.

–Para empezar, si hubieras acudido a mí, económicamente estarías mejor que ahora.

Marinette frunció el ceño.

–¿De qué hablas?

–Louis te ayudó a pagar las facturas de la clínica, ¿no? ¿No te
paraste a pensar que, si hubieras seguido adelante con el embarazo, si me hubieras dicho que iba a ser padre, te habría dado todo el dinero que hubieras querido?

Ella se tambaleó, aturdida por sus palabras.

–¿Estás sugiriendo que decidí deshacerme del bebé porque no
tenía dinero?

–Hice que un detective privado investigara tus cuentas; sé que
estás en bancarrota.

Marinette estaba tan indignada que le costaba respirar.

–Lo que hiciste no tiene excusa posible –continuó Adren–. Te
deshiciste del bebé porque era un inconveniente para ti, y ni te
molestaste en decírmelo –la cortó él, con la mandíbula tan tensa
que parecía de piedra. Fue hasta su escritorio, tomó una carpeta y
volvió junto a ella–. Y luego está esto –le dijo mostrándole un
documento que sacó de la carpeta.
Ella reconoció de inmediato el
logotipo en la cabecera–. No acabo de entender por qué te deshiciste del bebé, y luego enviaste una solicitud para que te concedieran una inseminación artificial gratuita. ¿Por qué, Marinette? ¿Por qué razón has decidido que
quieres tener un hijo ahora?

Ella levantó la barbilla.

–No tengo por qué darte explicaciones. No somos nada que implique que deba hacerlo. Es mi vida.

Adrien la miró con una expresión inescrutable antes de volver a
guardar el documento y arrojar la carpeta sobre la mesa.

–Muy bien, pasemos a otro tema. Tu madre está ingresada por
ciertas complicaciones derivadas de un cáncer cervical en estadío
dos, ¿verdad?

Marinette sintió una punzada en el pecho.

–Sí –murmuró.

–Sé que este mes se le acaba la cobertura del seguro y que sus
médicos están a punto de tirar la toalla. Nada salvo un milagro te devolvería la esperanza –dijo Adrien.

Dos Veces tú (A MLB A.U. Story)Where stories live. Discover now