Cicatrices. 2

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Narra Albi

Si dijese que no pase miedo en el camino desde mi casa a la de Natalia me arrestarían por mentirosa.
Vivía a las afueras de la ciudad donde ni siquiera llegaba el metro. Tampoco el bullicio que reinaba en Madrid, en un edificio escabroso poco iluminado. La parte buena de eso, es que nada podía hacerme recordar.
No hablamos durante el viaje, posiblemente ella tenía miedo de lo que yo pudiera contestar o de meterse demasiado y además, estaría montándose líos mentales que anudaban su garganta.
- Pasa.
Entre por la puerta y me puse a "investigar" el pequeño piso. El color de las paredes había tenido épocas mejores y solo se veía una habitación, un baño y lo que supuse que sería la cocina. La puerta de la entrada daba directamente a un triste salón con un sofá y una televisión. Una guitarra descansaba apoyada en la pared.
Silencio.
Así definiría lo que estaba sintiendo mientras Natalia dejaba los abrigos sobre una silla en la cocina.
- Bueno...pregunta lo que quieras. Seguro que tienes muchas preguntas, es normal.
- No quiero que sea tan brusco Nat...es tu vida. Quiero que estemos cómodas...- Dirigí la mirada hacia la guitarra.
- Todavía puedo darte mi regalo de cumpleaños.- Dijo.
Cogió la guitarra y me invitó a sentarme en el sofá, a su lado.
- ¿Qué quieres que cantemos?
- Empieza tú...me...me da vergüenza...
[...]Corro sin mirar hacia un vacío existencial,
noto como la sal, se incrusta en mis heridas[...]
- No llores Albi. Por favor.
- Lo-lo siento. Es preciosa Natalia; de verdad. Deberías de cantar más a menudo.
- Cuanto canto me siento como un bebé. Demasiado expuesta.- Contestó dirigiendo su mirada al suelo.
- Eres preciosa. Expuesta sobre todo.
- Alba Reche, ven aquí, que ya has roto todas mis barreras.
Me abalancé sobre ella tirándonos sobre el sofá.
- ¿Qué solías hacer en Nochevieja?
- Nada.
- ¿En serio?
- Esta está siendo la mejor desde hace mucho tiempo.
Le acaricié la cara y la invité a tumbarnos sobre el suelo para poder estar más cómodas. Aceptó. Se estaba empezando a abrir.
- Cuéntame algo de ti, Albi. Lo que quieras.
- Em...tengo una gata. Pero no la pude traer a Madrid.
- ¿En serio tuviste que venir hasta aquí?
- Si. Bueno...en realidad no. Podía quedarme allí pero...-Suspiré.- Quería dejar de ser un peso más.
- Eso es muy valiente.
- En realidad no. Fui cobarde. Quise alejarme de todas las personas que odiaban y me aleje de mi familia.
- No entiendo cómo alguien puede ser capaz de odiarte.
- ¿Tú porque viniste aquí?

Narra Nat

- En realidad ya me lo dijiste, pero no me acuerdo. Aquel día estaba demasiado aturdida.
- En realidad fue la primera vez que quedamos y te mentí. Me alegro de que no te acuerdes.- La miré intentando convencerme de que estaba lista para contar todo aquello a alguien ajeno a mi adolescencia.- Tuve que escapar.
Se quedó mirándome expectante, esperando que continuase.- Estuve saliendo con un chico.- Dirigí la vista al techo.- Era fotógrafo. Mis padres no me apoyaban con lo del baile; y él era mi única escapatoria. Al principio era un novio. Sin más. Pero cuando en casa los disgustos aumentaron, se convirtió en mi única razón para seguir viviendo. Él, y el arte. Las sesiones de fotos del comienzo de nuestra relación fueron fantásticas. Que tonta era pensando que lo que me decía era verdad.- Susurré.- Me adoraba. Me veía como su princesa. Y así me sentía yo...Un día le dije, emocionada, que iba a ser modelo de una marca feminista. Era la primera ilusión que tenía en mucho tiempo. Pero el negó "No eres tan guapa Nati, yo te hago fotos porque te quiero." Pero para otrx, eres una mierda más. Me enseñó a odiar mi cuerpo.- Mi voz ahora mismo era tan monótona que rozaba el hielo.- Su técnica no fue del todo práctica. La vez que volví a Pamplona en Navidad me encontré con él y me hizo un recordatorio de que simplemente era una víctima de sus juegos. Si no fuera por ti Alba...todo esto seguiría dentro de mi y ahora estaría muriendo lentamente. Seguiría muriendo lentamente, mejor dicho.- No sabía si Alba estaba preparada, pero se merecía saberlo, así que levanté mi camiseta mientras ella ahogaba un grito en su garganta.- Las de los pechos son viejas. Creo recordar que me mandó poner un body cinco tallas más pequeño y tenía...una especie de sujetador. No sé, era súper prieto. Cuando volví me di cuenta de que eran nervios muertos.- Cogí aire y, sin mirar a Alba, procedí.- El abdomen es de Navidad. Por eso todavía no ha cicatrizado del todo. El aro estaba al rojo vivo y solo me dejo unos guantes. Parezco un animal cuando les hacen marcas en la piel para diferenciarles. Con un círculo infectado en medio de la tripa. Por eso no me cambio en los vestuarios. Por eso te grite en primer día. Por eso ignore tu pregunta el día de la borrachera.- Me giré hacia Alba que estaba inmóvil, mirándome.
- No-no se que-e decir, Nat.
Me volví a girar hacia el techo.- Tranquila. Es normal. Ya lo sé. Soy horrible. Lo siento, no debería de habértelo contado; suficientes problemas tienes tú ya.- Cubrí mi cara con las manos y comencé a llorar. Empezaba el año desahogándome.
Para mi sorpresa, Alba se acercó a mi y me abrazó, con sumo cuidado.
It's not simple to say
That some days
I don't recognize me [...]
She is broken but she's kind
She is lonely
Most of the time
She is all those things mixed up and baked in a beautiful pie
She is gone
But she used to be mine.[...]
Cantó, con la voz ronca y rota por llorar mientras lo hacía; pero fue precioso.
- Gracias por ser mis ganas de abrirme.
- Gracias a ti por salvarme tantas veces.

Voy a hacer drama en el siguiente. La vida no puede ser bonita siempre.
El momento she used to be mine no podía faltar.
Firmado o algo parecido:
Una dramática y simple peseta.

Allí donde solíamos gritar. AlbaliaWhere stories live. Discover now