Yo quiero que tú estés bien.

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Narra Albi

- Alba...
- Lo-lo siento mucho Natalia.
- No pasa nada Alba. ¿A dónde estabas yendo?
<<Allí donde solíamos gritar...>> pensé. Me acordé de como me gritó el primer día que nos vimos. Una lagrima amenazó con aparecer, pero la escondí dentro de mi y levanté la cabeza hacia Natalia, que me miraba expectante.- Al teatro.
- Te acompaño, yo también iba hacia allí.
Sonreí ante su respuesta, pero en cuanto dirigí la mirada hacia la carretera, la sonrisa despareció. Natalia debió de notarlo, porque agarró mi mano y al contario de lo que yo pensaba que haría, me llevó por la misma acera hasta que cruzamos una esquina y el paso de cebra despareció de nuestro campo de visión.
- ¿Te apetece desayunar algo Alba?- Esta chica me estaba sorprendiendo, no la imaginaba así.
- Sí, claro.- Seguimos dadas de la mano, y eso me hacía sentir bien.
Natalia me condujo al interior de un bar, no había estado nunca allí, pero al parecer ella si, porque saludo al camarero amistosamente y lo llamo por su nombre.
- ¿Qué quieres tomar Alba?

Narra Nat

Alba agarraba su taza de té con ambas manos, parecía nerviosa, pero sonreía a modo de agradecimiento.
- María me ha dicho que le preguntaste por mi. Por eso iba al teatro. Además tenía que comprar pastillas, me las he terminado todas.
Bajó la mirada mientras hablaba, me dio pena, había pasado esa desastrosa mañana por mi culpa y ni siquiera había tenido a oportunidad de evitarlo.
- Mi mejor amigo, Joan, trabaja, bueno- sonrió con una mueca- trabajaba en el mismo bar que yo. En el que está pegado al teatro. Su turno empieza antes, pero terminamos a la vez y solía acompañarme a ver los ensayos. El día que me encontraste en la calle, me había escapado de casa. Mari me llamó, pero no quise cogerlo, luego me di cuenta de que me había perdido. Acababa de recibir una llamada del hospital, porque salía la primera en su lista de contactos, Joan había muerto. Era daltónico ¿sabes? Y...han cambiado los tonos de los semáforos por no se que de la contaminación. No se porque, pero al parecer, no los distinguió, y cruzo en rojo. Y murió.- hizo una pausa, pero no dije nada, no sé como consolar a la gente, prefiero estas en silencio y escuchar- Me siento tan patética tío, no soy capaz de cruzar una puta calle. Siento haberte preocupado, Natalia.
Alba bajó la mirada y apretó los ojos con fuerza, reprimiendo las lágrimas. Alargué una mano hasta su cuello, y ella me miró.
- Eh, no pasa nada. Gracias por contármelo, pittin.
- Encima ahora te estarás perdiendo alguna clase por mi culpa.
- Tranquila, no pasa nada de verdad, no me importa. Yo solo quiero que tú estés bien.
Me sonrío mirándome a los ojos por primera vez en toda la mañana- Me va a costar un ratito... pero te prometo que sí.- la voz le salió quebrada, pero admiré su capacidad por no romper a llorar en medio de la frase.

Nos terminamos el desayuno en silencio y, nos quedamos hablando de cosas aleatorias para que se tranquilizase.
- ¿Y qué tal vas con el dibujo?
- Bien, ya-ya lo he terminado. He tenido mucho tiempo.
- Seguro que es increíble.
- Porque sales tú
La vergüenza me hundió tanto que tiñó mis mejillas de rojo, ella siguió mi ejemplo. Llevábamos hablando dos horas y ni me había percatado del paso del tiempo.
- ¿Quieres que te acompañe al teatro Natalia?- se ofreció, se había ofrecido a acompañarme cuando hace dos horas la había hecho pasar por un mal rato. Que fuerza de voluntad y agradecimiento. Acepté, claro, ¿como no iba a hacerlo?

Narra Albi

Natalia me llevó por un camino más largo hasta el teatro, pero menos transitado y con un único paso de cebra, en el cuál me agarró fuerte de la mano y me fue acariciando la espalda hasta que llegamos a la acera de en frente. Sinceramente, me habría gustado que lo siguiese haciendo.
- ¿Y por qué viniste a Madrid, Alba? Quiero decir, tu acento no es de aquí.- Me preguntó Natalia cuando dejamos atrás el cruce.
- Em...bueno, aquí era donde me cogieron para estudiar Bellas Artes y además...- Dudé un instante sobre si contarle toda la verdad, si contarle por qué dejé Elche atrás a pesar de tener la oportunidad de estudiar cerca de casa. Luego recapacité, esta chica me acababa de salvar la vida y casi no me conocía, no se merecía que la privase de hacerlo si quería.- Quería dejar de ser una carga para mis padres, ser más independiente. ¿Y tú Nat? Digo, ¿Natalia?- Mierda Alba, concéntrate.

Narra Nat


- Eh, pues...aquí es donde están la mejores academias de baile. - Mierda, le preguntaba a ella por su pasado cuando yo ni siquiera podía hablar sobre el mío. Que estúpida. La verdad es que había mejorado, si, todo había mejorado. Por primera vez desde que vine a Madrid, me sentía capaz de hablar sobre ello. Quizás era por Alba; seguramente sería por Alba. Pero no era el momento, esperaba encontrarlo.
La miré y estaba ruborizada. Mantenía una mano delante de su cara como si fuera un escudo. Sonreí y le agarré de la mano, bajándola hasta que su cara quedó visible.
-Puedes llamarme como quieras, Albi.

Llegamos al teatro. Me había perdido las dos primeras clases de Urban Dance, pero había ganado una amiga, o eso esperaba. Le dije a Alba que después de mi clase ballet, la invitaba a comer, pero se negó a que le pagase otra comida. Cuando recibí su negativa, hice un puchero; creo que le di pena, porque tras dedicarme una sonrisa e invitarme a comer a su casa, me dio un beso en la nariz y salió corriendo hacia el bar.

Sonreí, esta chica me encantaba. Levantaba el ánimo a cualquiera incluso si ella misma estaba sufriendo.


Allí donde solíamos gritar. AlbaliaWhere stories live. Discover now