Capítulo 24

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Venus abrió los ojos con lentitud, para luego enfocar la vista y darse cuenta que estaba en una cama de hospital, intentó sentarse, pero la herida que tenía en su vientre se lo impedía

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Venus abrió los ojos con lentitud, para luego enfocar la vista y darse cuenta que estaba en una cama de hospital, intentó sentarse, pero la herida que tenía en su vientre se lo impedía.

La madre de Caden se había acercado a ella para ayudarla en lo que quería.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó mirándola a los ojos.

—Bien, un poco confundida.

—Es comprensible. La herida que sufriste fue algo profunda.

—¿El bebé? —le preguntó con terror en sus ojos.

—Tranquila. No corre peligro, si bien la herida fue de preocupación, no afectó al feto. Y tu embarazo sigue su curso normal.

—Caden... Caden se enteró de una manera no muy tradicional sobre el embarazo.

—Por eso no te preocupes ahora. Trata de descansar. Lo has hecho, pero debes descansar más tiempo.

—¿Cuántas horas pasaron?

—Diría que pasó un día y medio.

—¿Un día y medio? —formuló la pregunta con asombro.

—Sí, ahora duerme. Lo necesitas. Tus padres están por llegar en cualquier momento.

—¿Saben todo?

—Son tus padres, cariño.

—Lo sé, pero: ¿qué crees que dirán sobre lo que sucedió?

—Están muy contentos de saber que vas a tener un bebé, y no ven la hora de verte.

—¿Eso te dijeron?

—Sí, ¿por qué pensabas lo contrario?

—Porque vine aquí para estudiar una carrera y se suponía que no debía quedar embarazada. La culpa es de tu hijo.

—La culpa no es de ninguno de los dos, aunque un poquito sí es de ambos, pero sé que se aman, y Caden se hará cargo del bebé.

—No pretendía que se hiciera cargo del bebé.

—Sé que amas a mi hijo, varias veces me lo dejaste claro. Ahora que todo se solucionó, ¿por qué no planean vivir juntos?

—No creo que esté dispuesto a rehacer su vida y menos que en el medio haya un bebé.

—Supongo que tú en su momento tuviste demasiadas negaciones y dudas cuando te acostaste con él, sabiendo que seguía casado. Y aún así, estuviste con él, ¿no crees que Caden quiera formar parte de tu vida al fin?

—La última vez que lo vi, no terminamos del todo bien —le respondió, y Caden se hizo presente en la sala.

—Creo que los dejaré a solas. Estoy muy segura que tienen que hablar mucho —les dijo Jules, y la mujer salió del cuarto cerrando la puerta a sus espaldas.

—Me alegro mucho que al fin te hayas despertado —le contestó sentándose en el borde de la cama.

—Gracias.

—¿Por qué no me lo dijiste? —le preguntó, poniendo su mano en el vientre de la joven mujer, y ella se quedó mirándolo con atención y sentimientos encontrados.

—No estaba segura de decírtelo —le expresó ella, sin saber cómo decirle que lo sentía—. Caden... la última vez que nos vimos no terminamos bien, y no quiero que te sientas en la obligación de hacerte cargo del bebé.

—¿Me echas de tu vida? ¿Por qué?

—No. Bueno, no sé cómo habrás tomado lo del embarazo, pero no quiero que te sientas culpable o en el deber de darle cosas al bebé.

—Venus, de un principio te había dicho que te quería y que quiero casarme contigo —le dijo, mirándola a los ojos, y abriendo una pequeña caja de terciopelo frente a ella—. ¿Quieres casarte conmigo? —le preguntó y ambos se miraron a los ojos.

—Yo... ¿No estás enojado conmigo?

—¿Por qué habría de estarlo? ¿Por el embarazo? Es lo mejor que nos pudo haber pasado, Venus. Te amo, esa es la verdad y quiero compartir mi vida contigo. ¿Quieres ser mi esposa?

—Sí, quiero ser tu esposa.

Caden sacó el cintillo de la caja y se lo colocó en el dedo anular izquierdo a Venus. El anillo en el dedo de la joven, brillaba como el sol de aquel día de verano. El hombre tomó el rostro de la fémina en sus manos y se inclinó para darle un beso. Un beso que sellaba al fin, el amor entre ellos.

 Un beso que sellaba al fin, el amor entre ellos

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La Secretaria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora