Capítulo 07

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Dos días después, más precisamente el lunes, luego de vestirse y maquillarse muy natural y haciéndose un rodete y perfumándose, salió de la habitación, bajó las escaleras y se dispuso a prepararse el desayuno

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Dos días después, más precisamente el lunes, luego de vestirse y maquillarse muy natural y haciéndose un rodete y perfumándose, salió de la habitación, bajó las escaleras y se dispuso a prepararse el desayuno.

Llegó como siempre, minutos antes del horario habitual de trabajo, después de desayunar tranquilamente en su casa. Dejó todo acomodado y fue hacia el piso siguiente, el cuál le correspondía.

Y no pasó tanto tiempo, en que su jefe, quién ya estaba allí, la llamara a su despacho para encargarle algo.

—Buen día, señor Wayland.

—Buenos días, Venus.

—¿Necesita algo de mí, señor?

—Sí, ¿quiero saber por qué te fuiste el sábado a las apuradas?

—Estaba cansada, me había levantado muy temprano el sábado, y me estaba cayendo del sueño.

—¿En serio? No te vi demasiado somnolienta.

—Suele agarrarme de repente el sueño, señor Wayland.

—Mira tú.

—¿Algo más se le ofrece?

—No, nada más Venus, puedes retirarte ya.

—De acuerdo, con su permiso.

—Ve tranquila.

Y así, pasaron los días, las noches, y las siguientes semanas también. Y cada día que pasaba, se acercaba un poco más el día de su boda junto con Begoña. Venus, por su propio bien, y para no seguir pensando en algo que ya no tenía caso, prefirió anotarse en la universidad, para realizar el curso de verano para los exámenes y poder ingresar a la carrera de decoración de interiores, eso implicaba renunciar al estudio de arquitectura, ya que iba a instalarse en otra ciudad. Y prefería eso, antes que seguir viéndolo y saber que estaba felizmente casado con Begoña.

Ya desde hacia días atrás, lo había hablado con sus padres, y decidieron apoyarla en la decisión tomada, era lo mejor. Ciudad nueva, trabajo nuevo, estudios nuevos también, y quizá una vida social más acorde a lo que ella era en verdad.

Los días pasaron, y con los mismos, la noche de su boda por Iglesia.

Venus, se puso un sencillo vestido largo, de color dorado, de breteles muy finos y escote en la espalda. Era sencillo, pero precioso a la misma vez. Accesorios al tono, cartera de mano, zapatos de taco altos, y maquillada muy natural, salvo por la sombra dorada que había decidido colocarse.

—¿Irás al final, cariño?

—Sí, mamá, me lo ha pedido.

—Te ha pedido tantas cosas, y tú se las has concedido a todas que jamás se dará cuenta lo indispensable que eres tú para él.

—No soy indispensable para él, mamá —le contestó sonriendo sutilmente—, fácilmente puede conseguirse a una más competente que yo y listo, asunto arreglado y todo el mundo contento, ya igual el lunes de la semana que viene dejaré de trabajar para él, y me iré a otra ciudad.

La Secretaria ©Where stories live. Discover now