Contrario a lo que esperó encontrar TaeHyung, la habitación lucía limpia y ventilada, las dos camas tenían mantas claras de un olor agradable, casi perfumado.

— Esa será tu cama, JiMin —tras ellos, NamJoon señaló la cama derecha—. La otra cama pretendía dársela a otra persona —dijo mirando a TaeHyung—, pero te la puedes quedar.

— Gra-gracias —expresó TaeHyung, totalmente agradecido por aquel gesto—. Prometo que nunca me atrasaré con el alquiler.

— Más te vale.

Y así fue, TaeHyung nunca se atrasó porque desde un principio trabajó para no deber ni un solo peso. Pasó frío y calor en las calles mientras tocaba su violín, corrió cuadras para escapar de la policía y siguió tocando sin parar, siguió tocando en concursos, en cumpleaños, en matrimonios, en todo evento que requiriera la presencia de un violinista y así fue como se hizo cada vez más conocido hasta que ya no necesitó salir a las calles, ni escapar de la policía.

❀❀❀

En los libertinos años de su juventud, JiMin se perdió entre fiestas, alcohol y sexo. Se dejó llevar por el descontrol y nunca previó que sus actos podrían traer consecuencias. Por ello, su familia sintió que un bebé venía a coronar años de mal comportamiento y no hicieron nada para ayudarlo.

— Ella llegó un día, después de casi un año sin verla. Mi mamá parecía fuera de sí y me arrastró a la sala. Ahí estaba ella y mi pequeña. Cuando nos dejaron a solas, ella dijo que no se podía hacer cargo de la bebé, que si yo no la aceptaba la daría en adopción.

TaeHyung, sentado en la cama de JiMin mientras la bebé dormía, escuchaba atento las palabras de la persona que llevaba menos de un día de conocer.

— No sé si alguna vez te ha pasado que has visto a una persona y, de inmediato, sabes que es lo mejor que te pasará en la vida —al ver que TaeHyung negó con la cabeza, JiMin prosiguió con su relato—. Algo así fue lo que me pasó al ver a mi hija, fue como si todo lo malo en mí se esfumara. Por eso me quedé con ella, sin importarme que me echarían de casa, pues tengo la esperanza de que, de ahora en adelante, todo lo que haga será para bien.

No se equivocó, JiMin se esforzó día y noche en trabajar para pagar el alquiler y la guardería de la bebé. Trabajó sin importar que sus fuerzas flaquearan porque al final de la jornada sabía que su hija lo recibiría con una sonrisa y con besos babeantes. Ella lo era todo para él, tanto que encontrar un nuevo amor no estaba en ninguno de sus planes hasta que una mañana de agosto, la habitación que celosamente había abandonado un antiguo inquilino, fue ocupada por Jeon JungKook.

Aquella mañana de agosto, JiMin sintió por segunda vez que estaba ante lo mejor que le pasaría en la vida. Y fue tan natural para ambos comenzar un romance que TaeHyung y NamJoon no tuvieron tiempo de sorprenderse. Simplemente, fueron testigos de ese amor desbordante de los oriundos de Busan y, a pesar de que TaeHyung podía ceder su cama, JiMin jamás se lo pidió porque sabía que durante algunas noches su amigo despertaba en medio de sus tormentos.

— Tae —habló JiMin una vez que regresó de la habitación de JungKook—, ¿no has pensado en que es tiempo de que tengas pareja?

TaeHyung dejó sobre la mesa de noche el libro que había estado leyendo y siguió con la mirada los pasos de su amigo.

— Tae, llevamos dos años en Seúl y nunca te he visto en alguna cita o algo así.

— No tengo tiempo para tener pareja —fue su excusa.

— Yo también decía eso —sonrío JiMin, esta vez sentándose en la cama de su amigo— ¿No hay nadie que te guste?

TaeHyung negó con la cabeza, al mismo tiempo en que agachaba la mirada. JiMin aprovechó aquel gesto para acariciar sus cabellos y pronto se acurrucó a su lado.

— Quiero que seas feliz, Tae.

— Lo soy —intentó sonreír.

— No mientas, sé que aún no lo eres y... no digo que una persona será la que te haga feliz, pero... lo podrías intentar.

JiMin no esperó su respuesta, sólo besó su frente y se fue a acostar con su hija, quien dormía plácidamente en esa pequeña cama.

— JiMin-ah... —susurró TaeHyung y esperó a que su amigo volteara a verlo antes de hablar—, he conversado con NamJoon sobre arrendar esa habitación que sigue vacía desde hace meses.

— ¿Qué estás diciendo? —se sentó JiMin sobre la cama y, si no fue directo donde su amigo, se debió a que la pequeña se removió un poco.

— Tu hija necesita una habitación para ella sola, así es que... tú puedes dormir con JungKook sin problema y así le dejamos esta habitación, la podemos decorar y ver un lugar en donde dejar sus juguetes...

— Tae..., tus pesadillas... —lo interrumpió, un tanto afligido.

Sin embargo, TaeHyung no le permitió continuar, sino que hizo un gesto con la mano dando a entender que no importaba.

— Pero... además... no creo que pueda pagar por esta habitación y por la de Jungkookie.

— JiMin-ah..., yo pagaré por la habitación de la pequeña —sonrió TaeHyung, conforme con su propuesta—. Así, si pagas a medias por la de JungKook, ese ahorro lo puedes gastar en tu hija.

JiMin iba a negar, pero sus lágrimas de gratitud fueron más rápidas y sólo se dejó abrazar cuando TaeHyung se acercó a él. De algún modo, TaeHyung deseaba haberlo conocido antes, en ese entonces cuando su vida se estaba yendo a pique, cuando todo era tormentos de los que terminó escapando. Si JiMin era quien lo había ayudado desde que llegó a Seúl, entonces TaeHyung creía que era momento de devolverle la mano a pesar de que sabía que, en la dicotomía de saberse otro, seguiría despertando en medio de la noche, perdido en lo que había vivido y estaba viviendo y, sin encontrar consuelo alguno, sin encontrar consuelo en esa mano amiga o en la visión de la pequeña durmiendo, cada día se le haría mucho más difícil seguir adelante.

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LE QUATTRO STAGIONI│YOONTAE ○.。o○.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora