Capítulo 8: ¿Guerra quieres? Guerra tendrás

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Vegeta despertó un poco adolorido. Estaba sobre la cama, y además tenía una gasa de algodón en su frente sujetada con cinta. Escuchó voces y murmullos provenientes del piso de abajo, en la sala.

Dificultosamente salió de su habitación y bajó las escaleras. Se preocupó mucho al ver a Tarble llorando en los brazos de Raditz, a Goku recargado en la pared con los brazos cruzados y con lágrimas corriendo por sus mejillas, su padre estaba sentado en el sofá junto a otro hombre que se parecía a su novio, obviamente era su padre, las lágrimas caían de sus ojos, pero su orgullo les impedía soltar en llanto. Además, todos vestían de negro.

Goku vio a su pareja llegar a la sala, así que se acercó a él y lo abrazó con fuerza.

—Qué bueno que despertaste, Vegeta. Estaba preocupado por ti, estuviste dormido un día entero—dijo y lo soltó levemente.

—¿Qué pasó? ¿Por qué Tarble llora? ¿Por qué visten de negro? —preguntaba confundido.

—Vegeta... —murmuró su chico y lo abrazó, apoyándolo en su pecho para contarle lo que ocurrió—. Mi mamá y la tuya se conocían desde hace tiempo. Ayer salieron de compras... Iban por la carretera, y... se estrellaron con un árbol... Ambas murieron... —dijo con tristeza.

—No... —murmuró mientras se separaba de él—. No es cierto...

—Vegeta...

El menor subió rápidamente a su habitación, y cerró con seguro. Buscó entre sus cajones aquella navaja que tenía, y empezó a cortar su piel. Quería morirse en ese mismo instante, y así acompañar a la mujer que le dio la vida. ¿Hace cuánto no lo hacía? Hace poco, es decir, cuando comenzó a salir con Goku lo había dejado un poco, pero nunca en su totalidad, era una dependencia a la que recurría cuando se sentía triste.

—Vegeta, ¡abre la puerta...!—gritaba su pareja mientras la golpeaba, sabía qué intentaría hacer después de lo que le contó.

Un poco desesperado, forzó la cerradura como la vez pasada. Entró y volvió a cerrar. Se acercó a él.

—Suelta la navaja... no te cortes... —dijo despacio mientras se acercaba a él.

Se la quitó y lo abrazó con fuerza, no le importaba que lo estuviera manchando con sangre, quería que el otro se sintiera bien, que sintiera su calor y sobre todo que sintiera su apoyo.

—Mi vida está empeorando, me están quitando a mis seres queridos. ¿Qué quieres que haga?, ¿que me siente a esperar a que me quiten todo? ¿Que me quede a ver cómo destruyen mis sueños? No, gracias. Ya estoy harto de eso...

Su padre y todos los demás entraron a la habitación, aquel hombre tenía las llaves de toda la casa.

—Vegeta, deja de decir esas cosas. Supera esto, deja de fingir. Si quieres atención sólo dilo, no tienes que hacer esto para que te preste más...

—¡¿Cuándo van a entender?!—lo interrumpió—. ¿Cuando esté en el hospital?, ¿cuando esté diciendo mis últimas palabras?, ¿cuando esté dos metros bajo tierra en una caja? Creo que cuando pase eso, al fin comprenderán. Se culparán, empezarán con sus "hubiera", llorarán por mí... ¿y todo por qué? ¿Porque ya no estoy con vida? ¡Déjense de hipocresías!, ahora que estoy vivo ni siquiera me tratan bien...

—Vegeta, no hables así. Si tenías algún problema, ¿por qué no lo dijiste? —le preguntaba su padre intentando calmarlo.

—¿Algo que odio? Hablar de mis problemas. Sí, necesito desahogarme, necesito contarle a alguien lo que pasa en mi vida. ¿Quieres saber por qué no lo hago? Detesto que comparen mis problemas con los de otra persona... Sí, ya sé que no soy el único con dificultades... Sí, ya sé que hay personas con problemas peores que los míos... ¿Acaso me creen tan idiota como para no darme cuenta de eso? Pues no lo soy... Sé que hay quienes sufren más... Pero me gustaría que alguien se diera cuenta de que esta carga es más de la que puedo resistir... ¡Soy débil! ¿Por qué ustedes no lo entienden? Ya no soporto esto, ya quiero acabar con todo... ya quiero acabar con mi vida—dijo en voz alta, casi gritando. Pero después se tranquilizó y empezó a hablar en voz más baja—. Quiero que sepan que el único que tiene la culpa soy yo. Por no haber sido el hijo perfecto que quisieron siempre... Por no ser el estudiante perfecto... Por no ser el chico perfecto... Por no ser lo que todos esperaban... Por ser débil y no poder soportar mi vida—dijo y salió corriendo de la habitación.

Bajó rápidamente las escaleras, y después salió por la puerta principal. Empezó a correr lo más rápido que sus piernas le permítan.

Empezó a llover, pero eso no le impedía que quisiera huir de todo. Se detuvo en un parque, a ese al que su madre lo llevaba cuando era niño. Se arrodilló en el suelo y empezó a llorar, desahogando su vacío ante la muerte de aquella mujer.

Tenía frío. Tenía hambre. Estaba mareado.

Sintió una calidez que lo envolvía de pronto. Goku lo había seguido, y ahora le había colocado su chaqueta, quedando sólo con una playera de manga corta que no lo protegía del frío, por intentar protegerlo a él.

—¿Sabes qué creo? Creo que eres alguien muy fuerte y valiente... Has logrado llegar hasta aquí, incluso aunque el dolor sea tan grande—le dijo y le besó la frente.

—Pero...

—Superaste obstáculos que pocas personas podrían superar. Estoy sorprendido... —le dijo y lo tomó de la barbilla, para después unir sus labios y darle un suave beso—. Te amo... mi príncipe —susurró a su oído.

Lo cargó en sus brazos, y lo llevó a su hogar. Tardó mucho, pero al menos estaba sano y salvo. Entraron a la vivienda, y pudieron ver a policías ahí.

—Estuvimos investigando el choque. Los cables de los frenos fueron cortados, eso ocasionó el accidente—explicaba el forense.

—¿Quiere decir que no fue un accidente?—preguntó Vegeta acercándose al hombre.

—Así es... ¿tienen alguna idea de quiénes habrían sido? Tal vez alguien que tenga rencor hacia alguno de su familia, o con quien hayan tenido algún inconveniente en el pasado...

Nappa... —pensaba el pelinegro—. Te metiste con mi mejor amigo. Me violaste. Me usaste... Pero haberte metido con mi madre, ¡eso jamás te lo perdonare! Te haré pagar—pensaba mientras un aura lo rodeaba.

Lo haría pagar, ese es un hecho. Se sentía triste, pero debía cumplir su objetivo. Tenía que comenzar a ser fuerte...

Mi novio suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora