Capítulo 8: Y ahora, ¿Que está pasando?

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– Encantado de conocerte Leila – dijo tomándole la mano y dándole un beso en la misma.

Igualmente Jack.

– Mi novia se disculpa por no poder acompañarnos, pero mañana tiene un evento de su trabajo y aún sigue en la oficina ultimando detalles.

Le di una sonrisa fingida mientras se sentaba, el mesero se acercó y pedimos la cena. Jack estuvo hablando sobre su vida laboral, era un ególatra de lo peor y le encantaba fanfarronear con lo bueno que era en su trabajo, al que según él le dedicaba gran parte de su tiempo, ahora comprendía porque Anastasia tuvo que recurrir a mí, seguro la tenía abandonada en el plano sexual, sobre todo si esa parte se la dedicaba a su "princesa". Después de dos horas y media salimos de ahí, pasé a dejar a Leila a su departamento y luego me dirigí al mío.

El viernes llegó rapidísimo, es increíble la forma en que se pasa el tiempo cuando está uno concentrado en el trabajo, era lo único que me quedaba por hacer si quería evitar pensar en Anastasia, no entendía que me había hecho esa mujer para tenerme así, actuando como un vil psicópata que quería saber todo de ella y entrar en su vida de alguna forma que no fuera por las llamadas que, por cierto, seguían sin llegar. En eso estaba cuando sonó el móvil y lo tomé con la esperanza que fuera ella, pero no, sin embargo, contesté, necesitaba distraerme y relajarme, así que quedé de verme, una hora después, con esta desconocida.

Llegué a un pequeño y discreto hotel del centro de la ciudad, la chica me esperaba en el lobby, era un verdadero monumento; alta, rubia, con una potente delantera y unas piernas de ensueño. Le sonreí, ella me devolvió la sonrisa y se levantó del sillón, caminamos a los elevadores sin decir nada, siguiendo fielmente las reglas de la sociedad, entramos a la habitación y nos besamos acaloradamente mientras le acariciaba sus grandes senos por encima del vestido y ella me frotaba mi miembro sobre el pantalón.

Rompimos el beso para tomar aire, ella me miró con un aire perverso y me tumbó sobre la cama, se hinco sobre mí con sus piernas a los costados y se quitó el vestido y a mí, el pantalón y los boxers, después fue subiendo mi suéter en tanto lamía mi abdomen, yo me levanté un poco para que me lo quitara, volvió a darme un beso furioso en la boca y luego pasó a mi cuello que succionó y mordió, yo tenía mis manos sobre su contorno acariciando su tersa piel y, entonces, caí en la cuenta de algo que jamás me había ocurrido, mi cuerpo no estaba reaccionando a sus caricias, no me sentía nada excitado pese a tenerla desnuda sobre mí, una especie de culpa me carcomía por dentro, un sentimiento de traición nuevamente, así que la obligué a bajarse y me senté.

¿Qué pasa? – preguntó acostándose de lado con una mano sobre su cabeza.

– No sé – me quedé pensativo – no puedo – añadí confundido.

¿No puedes?, ¿tienes problemas?, me habían dicho que eras de lo mejor.

– Nunca me había pasado, quizá sea estrés.

– Yo te ayudaré, creo que debí haber empezado de otra forma – exclamó y se acercó para tomar mi miembro con su mano, pero la detuve.

No lo hagas.

– ¿Estás seguro?, puedo hacerte llegar sólo con mi boca.

– No lo dudo, pero... no quiero – dije y me levanté de la cama.

O sea, ¿qué me vas a dejar con las ganas?

– Puedes llamar a cualquier otro, seguro tendrás varios números.

– Vaya respuesta, por supuesto que llamaré a otro, que sí sea hombre, no como tú.

No le presté la menor importancia a su comentario y terminé de vestirme en silencio. Salí de ahí sin voltear a verla, caminé por el pasillo rumbo al ascensor, estaba desconcertado como nunca antes, por más que estuviera cansado o estresado no era para que mi miembro se quedara bloqueado, ¿qué demonios me estaba pasando?, ¿por qué sentí que estaba a punto de ser infiel?

Ardiente TentaciónWhere stories live. Discover now