Un verdadero amigo II

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Steve pre-suero/ Academia

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Un verdadero amigo es aquel que buscara para ayudarte de cualquier manera... así no sepa nada del asunto.

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Un nuevo día de escuela había empezado, y como noticia, el maestro con el que tenían clase a esa hora no daba señales de aparecer.

Steve buscaba entre sus cosas, un sacapuntas para afilar su lápiz especial de dibujo y retratar su concepto de belleza del mundo o bien podía llamarse Tony Stark... bueno, todo era cuestión de perspectiva.

Lastimosamente, no encontró el suyo, por lo que miro a su alrededor, para ver si alguno de sus compañeros tenía alguno que le facilitara, encontrándose con que ninguno tenía alguno a la vista.

—¡hey, Stevie!— le gritó Bucky con emocion, mientras le daba una palmada en la espalda y le sonreía, tratando de disipar la tensión que aún estaba presente por lo ocurrido en las duchas del gimnasio.

—aun sigo ofendido contigo por lo del otro día, Buck— respondió con seriedad, mientras le miraba atentamente, notando la aflicción de su amigo.

—Steve, no es como si el hecho de que tu crush te vea el trasero desnudo fuese muy importante, además, no he escuchado ninguna queja de él al respecto— explicó completamente despreocupado, quitándole peso al asunto.

—¡Hablas en serio, Barnes! hice el ridículo. Es más, desde ese día no soy capaz de verle a la cara— exclamó exasperado, pero después suspiro y lo miro de forma tranquila —es mejor que lo olvidemos, la verdad no puedo estar enojado mucho tiempo contigo— expuso con tranquilidad, mientras le miraba con el cariño de un hermano a su hermano mayor.

—ven aqui, bebe, ven y abraza a tu hermano— pidió con un exagerado tono dulzón, avergonzando al rubio, quien no correspondió de inmediato a la acción, pero no fue necesario, puesto que fue el castaño quien inició el contacto, causando un profundo sonrojo en el rubio, y ocasionando los celos de una persona que no despegaba sus ojos de la peculiar escena.

—oye, Buck... me ahogas— le avisó entrecortado, después de pasado un tiempo.

—¡hey, disculpa! pero no niegues que te gusta— le dijo coqueto, sonrojando nuevamente al rubio y ganándose una mirada asesina de una persona que observaba la escena, sonriendo feliz.

—como sea... y apropósito ¿De casualidad tu no tienes un sacapuntas que me hagas el favor de prestarme? no logro hallar el mío por ninguna parte y quiero dibujar— le pidió a su amigo con aquella mirada de cachorro, que convencía hasta al más duro.

—no, Stevie, sabes que no traigo útiles escolares a clase, y dudo que alguien aquí tenga, pero, me parece que hace muy poco le vi uno a Stark... porque no se lo pides a él— le sugirió, como si se tratara de la mejor idea del mundo, recibiendo una mirada cargada de seriedad del rubio, quien le miraba con intensidad.

—esa es la peor idea del mundo, Bucky. Te dije que desde aquel día, no soy capaz de mirarle a la cara, además de que no soy capaz de hablarle, porque temo quedar como un imbécil, o que se burle de mi por ser la burla de la academia— explicó con seriedad y tristeza.

—mírale el lado positivo, Steve. En primera, no puedes hacer algo que pueda dejarte peor de lo que ya estas, en segunda, es muy probable que no haya notado ninguno de los ridículos que hiciste, ese tipo se la pasa encerrado en el laboratorio o en el taller de la academia... además, recuerda que de momento esta sordo por la explosión en el taller, así que no tendrás que hablarle— explicó con entusiasmo, ganándose una mirada cargada de ironía del rubio.

—gracias, amigo— le dijo sarcástico.

—no tienes nada que agradecerme, Steve, vivo para servir... recuerda, para eso estamos los amigos.

El rubio solo atino a suspirar, su amigo era un caso perdido.

—y bien ¿Como se supone que le voy a decir que me lo preste?— preguntó, procurando no estresarse con su amigo... a veces había que tenerle muchísima paciencia.

El castaño se quedó pensativo, cosa que en él siempre solía brillar por su ausencia, hasta que tuvo una genial idea.

—lo tengo ¡hablale por señas! Él es un genio y debe ser capaz de entenderlo— explicó con emocion, como si se tratase de el descubrimiento del siglo.

—¿no es mas fácil escribirlo en un papel...?— preguntó, pero fue cortado por el castaño, quien no le dejo continuar.

—¡Patrañas, Steve! las señas son la mejor opción. Puedo enseñarte— le aseguro con efusividad y seguridad.

El rubio solo suspiro, y se acaricio un poco el tabique, con el presentimiento de que sería una mala idea, pero, ignorando su intuición, accedió.

—Esta bien, y según tu ¿Como debo hacerlo?— preguntó con resignación, interesado en saber que tenía para decirle su amigo, y preguntándose internamente en que momento el castaño había aprendido a hablar lenguaje de señas.

El castaño se quedó pensativo antes de contestar.

—Toma el dedo índice y pulgar de tu mano derecha y forma un circulo muy pequeñito, e introduce el índice de tu mano izquierda en el circulito, luego lo giras, lo vuelves a sacar y lo giras(👉👌)... te aseguro que te entenderá perfectamente— le explicó animadamente y lleno de gran convicción.

—esta bien, vamos a intentarlo... total ¿Qué puede salir mal?— exclamó el rubio con inseguridad, preguntándose si esto era buena idea.

El rubio se levanto de su asiento, y como un soldado marchando a la guerra, se dirigió al asiento del castaño.

Se paro frente a este, y notó con curiosidad que el castaño se encontraba escribiendo palitos y círculos en su cuaderno, como una especie de secuencia. No le dio mayor importancia a este hecho, y toco su hombro suavemente, para llamar su atención.

Al observar el desconcierto en el rostro del castaño, que luego fue reemplazado por un mudo gesto de interrogación, se apresuró a hacer aquello que su mejor amigo le había indicado.

El castaño, en primera instancia, le miro con cara de no entender, pero después de hacer el movimiento en repetidas ocasiones, el rostro del castaño iluminó con entendimiento, para que una sonrisa pícara se dibujara en su rostro mientras se levantaba de su asiento y con una rapidez pasmosa, tomará de la cintura al rubio y se acercara a su oído, para susurrar.

—El viernes, a las ocho, en mi casa... y quiero que uses ese vestidito de animadora que tenías puesto la semana pasada. A partir de ahora eres mi novio, y no, no te lo estoy preguntando. Otra cosa, te quiero lejos de Barnes, eres solo mío— demandó con la voz ronca, mientras deslizaba su mano hasta posarla en el trasero del rubio, sonrojandolo más de lo que ya estaba.

Para darle mas peso a sus palabras, el castaño lo beso enfrente de la concurrencia, importandole muy poco el que dirán.

Y desde su puesto, Bucky se pregunto si había hecho lo correcto... y también si era buena idea tomar clases de lenguaje de señas.

Lo bueno de todo esto, es que había acabado con la tensión sexual de esos dos y le había hecho un enorme favor a la academia.

Steve, definitivamente, no podría quejarse.

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