Capítulo 10 / Un poco de ayuda no vendría mal

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Desde esa visita, el galeno conservó en el cajón de su escritorio la tarjeta que el detective le diera en ese momento, ello pese a que para él no considerarse necesario tenerlo allí y mejor tirarlo a la basura. Pues ¿por qué o para qué necesitaría de los servicios de un detective privado? Nunca dimensionó la posibilidad de que algún día pudiera necesitar el apoyo del detective. Y allí está ahora, dentro de la oficina particular de uno. De aquel que fuera alguna vez su paciente.

—¿A qué debo el honor de su visita, doctor? —preguntaba el detective.

— Primero que nada, a ver cómo seguía. Lo veo ya un poco mejorado.

— Me costó un poco de trabajo seguir su tratamiento, pero afortunadamente me encuentro ya mejor—responde el detective Burguers—. ¿Y solo por eso vino a verme doctor?

— Usted fue al hospital donde yo trabajo hace unos meses por un problema de ansiedad, y me dejó su tarjeta. Debo confesar que cuando me había dado ese papelucho había pensado en tirar la misma en el bote de basura de mi oficina. Pero en vez de eso, terminé por guardarla en lo más profundo del cajón de mi escritorio.

— Ya—dijo el detective—. Al menos de algo le sirvió. ¿Y en qué puedo ayudarlo, doctor? Siéntese—ofreció el detective al galeno el sillón que tenía justo enfrente del otro sillón donde estaba.

— Le quiero platicar de una situación que tengo y es algo delicado de tratar—comentaba el galeno a la vez que se iba acomodando en el sillón—. Resulta que mi hermano Abel está en medio de una situación que para mí debería darme lo mismo. Si no fuera porque es mi hermano y lo aprecio mucho, ya le hubiera mandado al carajo desde hace mucho tiempo, por haberse metido en una bronca muy grande, y de la que ahora... En fin, lo tienen secuestrado, y necesito que me ayude a encontrarlo.

— Entiendo, doctor—respondió Burguers—. Sepa usted que hallar a una persona hoy en día es cada vez más complicado y la cosa se torna peor si esa persona ha sido secuestrada—responde el detective—. Podría empezar por decirle de entrada que una persona secuestrada podría estar en cualquier parte. Vivo o muerto, me atrevería a decirle que, a estas alturas, posiblemente su hermano ya estará muerto.

— No necesito que se me anticipe a los hechos, detective, ni tampoco qué suponga cosas—replicó el galeno—. Necesito de su ayuda. Necesito encontrar a mi hermano, saber dónde está. Usted es la única persona que podría apoyarme a resolver esta bronca. Por favor, detective, sólo le pido que me ayude a encontrarlo.

— Entiendo su desesperación —le decía el detective Burguers—. Está bien, lo voy a ayudar. Solo tenga en cuenta que mis servicios son algo costosos. Y necesitaría al menos un pequeño anticipo para empezar a motivarse.

— Ah, ya entiendo, detective—dijo el Dr. Basurto, comprendiendo que tenía que pagarle al detective primero.

— Además—prosiguió el detective—, necesito al menos una fotografía de su hermano. ¿Tendrá usted alguna? Puede ser cualquiera, pero de preferencia reciente.

El galeno sacó de su maletín un sobre amarillo y se lo dio al detective Burguers, quien lo tomó y empezó a ver su contenido.

— ¿Esto podría ayudar con la búsqueda? —dijo una vez que entregó el sobre.

El detective Burguers estuvo mirando por un rato el contenido del sobre. Dentro de éste además de la carta, se encontraba unas fotografías. En unas aparecía como solía aparecer en las notas de prensa, mientras que en las demás aparecía todo golpeado, amarrado y al parecer arrinconado dentro de lo que parecía ser una bodega abandonada. Observó un largo rato la foto donde aparecía muy formalmente presentable, como queriendo memorizar todo de él, empezando por las facciones. Luego preguntó.

— Al parecer, sí, es posible que pueda hacer algo al respecto. Sólo dígame una cosa, ¿cuándo fue la última vez que tuvo contacto con su hermano?

— En persona ya tiene mucho, muchos años, tal vez unos quince. Aunque suelo tener noticias de él de vez en cuando, cada vez que el periódico y veo su foto plasmada en ella, es muy fotogénico. Suele aparecer en las páginas de Sociales, como alguien que apoya causas medio extrañas. Algunos medios lo llaman activista, otros le dicen agitador, y recientemente supe que otros tantos se limitan a tildarlo de machista resentido, por lo que supe estaba por dar una conferencia aquí mismo en la ciudad, y, quien lo haya secuestrado, buscará impedir que lleve a cabo tal evento.

— ¿Y cómo sabe usted que lo tienen secuestrado, doctor?

— Porque me llegó ese sobre que le acabo de dar, con una carta y unas fotos de él, demasiado blandas para mi gusto, prefiero el gore. Solo sé que quienes lo capturaron ahora me están exigiendo a mí que entregue dinero a cambio de su vida.

— Si, eso veo—. El detective comenzó a ver y estudiar la carta, empleando el mismo método analítico que había usado con las fotografías. Sólo que esta vez, el detective comenzó a hacer un análisis digamos que exhaustivo, para finalmente sacar sus deducciones.

— ¿Hace cuánto que recibió esto?

— Apenas ayer.

— ¿Ayer? Ya entiendo. Le comento, por las características que presenta la carta, así como las fotografías donde supuestamente lo tienen secuestrado, diría que evidentemente a su hermano lo tienen raptado en las afueras de la ciudad. Podemos mirar el ambiente desde donde se tomaron las fotos. Parece ser que el lugar donde lo tienen amarrado es en una especie de casa abandonada. Una cabaña, quizás, que seguramente no se encuentra más que en las afueras, dado el estilo y condiciones del predio. Por obvias razones, no es posible determinar el lugar exacto. No así, con las imágenes de su hermano tapando buena parte de la pista. No obstante, conozco dos posibles lugares donde podrían tenerlo de rehén. Por allí podría empezar. Pero le advierto que esto tomará mucho tiempo y mi trabajo no es en sí un trabajo policiaco, sino de investigación, y no es barato. ¿Está de acuerdo?

— ¿Y usted cree que con esto pueda agilizar la investigación? —dice el doctor al momento en que le entregaba al detective un sobre pequeño, con una cantidad de dinero tal vez buena.

— Naturalmente— respondió una vez que miró el contenido del sobre—. Usted me está motivando a hacerlo. Pero déjeme decirle algo, doctor. A pesar de lo difícil que se pueda ver este caso, déjeme decirle que en realidad tiene un lado fácil. Sólo es cuestión de tiempo para ir completando todo el rompecabezas. Pero le aseguro que no tomará demasiado tiempo, encontraré a su hermano. En fin, puede contar con mi ayuda, doctor Basurto.

— Muchísimas gracias, detective Burguers. Veo que está siguiendo mis indicaciones, ya lo veo un poco más calmado.

—Y vaya que me hizo mucha falta. Precisamente ya estaba reincorporándome tras haberme tomado unas semanas de vacaciones.

— Llámeme en cuanto tenga información.

— Así lo haré, doctor. Yo le garantizo que pronto tendrá noticias sobre la ubicación de su hermano— cierra el detective con la conversación.

—Eso espero. Ese muchacho... Es lo malo de tener hermanos, ¿sabe?

—¿Qué puedo decir, doctor? —decía el detective—. Yo fui hijo único, mis padres murieron de causas naturales y bueno, aquí ando.

Y al cabo de un rato, el galeno se encontraba llegando a la clínica, pensativo, aunque un poco más tranquilo. Pensó en su hermano. Y en su deducción, consideró que tenía bien merecido lo que le estaba pasando. Para que la próxima vez que quiera luchar por una causa haga el bendito favor de tomar precauciones, ya que los detractores (los enemigos, más bien) están a la orden del día. O algo que podría hacer su hermano mejor sería no seguir inmiscuyéndose en más tonterías que terminen por atentar contra su vida.

Francamente no le gustaba que su hermano se metiera en problemas y menos en uno tremendamente fuerte como en aquel en la que se había metido. A pesar de aquello, estaba decidido a encontrarlo y haría todo lo posible por encontrarlo.


CONTINUARÁ...

La pasión de Ania (Edición Mejorada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora