{•LA HISTORIA DEL REY ALTAIR•}

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El mundo entero tuvo muchos gobernantes; hubo incluso una familia que gobernó por miles de años. Su legado por supuesto terminó al ser destruidos por la bestia del lago perfumado. Se dice que la bestia llegó y se llevó a todos aquellos que de esa familia quedaban, pues nadie encontró jamás una pista de ellos.

Después de eso, todos buscaron con desesperación a un rey, un gobernante, alguien a quien seguir.
Y como si fuera un milagro, en ese tiempo surgió una leyenda. Aquella leyenda contaba que un heredero legítimo llegaría, alguien que sin duda estaría destinado a ser rey. La gente de todo el mundo (que en ese tiempo abundaban y no era necesario esconderse) buscó a ese rey por varios años, estaban seguros que lo encontrarían y como siempre pasa... al pasar el tiempo lo fueron dejando. Sin embargo, unos años después nació un niño llamado Altair; nació como cualquier otro niño, pero no lo era del todo, aquél había nacido con ojos de arcoiris. Eso significaba que él tenía más poder que cualquier ser humano en el mundo. Los vitae, tenían el don de poseer algún poder, tales como el poder de controlar cosas, entender a los animales, nacer conociendo más de lo que un viejo de 100 años podría saber, controlar un poco los elementos y muchas otras cosas más. Al parecer, Altair podría hacer todo eso hasta con los ojos cerrados.

Creció como cualquier otro niño. Vivía con sus padres, Erriad el cual tenía la capacidad de ser muy inteligente y manejar químicos sin ningún problema, él se dedicaba a crear medicamentos, curas, venenos, entre otras cosas. Su madre Elianord, era algún tipo de enfermera, ellos le llaman curadora. Era reconocida por su don de curar el cual en ese tiempo no era muy común, ella y Erriad solían trabajar juntos, aprovechando ambos sus no muy comunes poderes y poco a poco su trabajo fue reconocido.
Su hermana Ednina, era una increíble clarividente a sus tan solo 9 años. Altair tenía sin duda una muy buena familia, pero, eso si, no tenía tantos amigos y siempre fue un poco más reservado de lo normal. Fue niño, se divirtió a su manera y fue libre hasta que lo descubrieron, descubrieron lo importante que él era y sin tomar permiso arrastraron al niño hacia las paredes grandes de un castillo, el cual le habían dicho le pertenecía. Pronto un niño de aspecto sano, fuerte, cabello negro, piel blanca y unos increíbles ojos de arcoiris se vió encerrado en el castillo, con gente desconocida que le decían lo que debía o no de hacer.

Obligado a alejarse de su familia, de estudiar cosas que él no entendía y de hacerse el encargado de todo un reino y del resto del mundo, lo llevó a sentirse desesperado. Lloraba por las noches y por el día también. Tiempo después, aún cuando no estaba de acuerdo en lo que le habían hecho, visitó el pueblo prometiendo no escapar, vió como la gente del pueblo lo saluda con alegría, sus ojos recorrieron todo a su alrededor sin poder creer cuantos hombres y mujeres ponían su fé en él, en un miedoso.

Ese mismo día, de las aguas cercanas del pueblo surgió una bestia, una bestia que lo esperaba a él. Con sus patas hizo temblar el suelo, con su rugido derribó árboles y con su gran tamaño, dejó aterrados a todo un pueblo. La bestia golpeó, derribó, mató e hizo desastres y Altair pudo ver como todo se derrumbaba a su alrededor, pudo ver como todos suplicaban por ayuda, exactamente por la suya. Mientras eran arrojados a las aguas y eran asfixiados con su veneno. En ese momento, Altair peleó. Tenía miedo, jamás pensó ser un rey, ser poderoso, para él era débil. Aún así luchó, no sabía como, no sabía siquiera qué era realmente aquella cosa, pero se sintió poderoso y luchó, lo derribó y mató.

Altair era pequeño, muy joven, inexperto, lleno de miedo e inseguridad pero aquél momento le sirvió para darse cuenta que era tan grande como aquella bestia y tan poderoso como el mar venenoso, se dió cuenta que su aspecto, su tamaño o su edad eran cosas que, realmente no decían quién era él.

Él forjaba su camino, él decidía como ser y como verse, aún cuando pareciera débil, el único que definía su poder era él. Pronto se vió grande, fuerte, apuesto, mucho más alto que cualquier humano e incluso cualquier Terravit, era inteligente, amable, poderoso y sobre todo, seguro; seguro de quién era y de lo que podía ser y hacer.

***
Esta es una pequeña parte de la historia del rey Altair. También se encuentra en mi novela de fantasía: Terravita, sin embargo aquí le cambié algunas cosas.

¡Muchísimas gracias por leer!
I.P.L.A

Historias de fantasía ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon