{•DALILA•}

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Las aves volaban y cantaban, a lo lejos una cascada se escuchaba.

De la tierra húmeda emanaba un aroma fresco, las aves cantaban y los pasos, brincos y deslices se escuchaban cada que un animal pasaba. Las plantas crecían por todas partes, los árboles abundaban y el césped verde estaba por todo el lugar, a excepción de una parte; un caminito limpio que llevaba hasta una cabaña.

Plantas de todos los colores y formas extrañas rodeaban aquella hermosa casita y dentro de ella estaba todo tan limpio y tan fresco que no daban ganas de salir. Era habitada por una joven mujer, igual de fresca, limpia, hermosa y natural que todo el lugar. Andaba desnuda siempre, mostrando cada parte de su blanca piel. Su cabello rubio y largo se ondeaba con el viento y sus pestañas protegían unos preciosos ojos color verde, del mismo verde que las hojas de los árboles y del césped que siempre pisaba. Sus labios que siempre estaban rojos adornaban una preciosa sonrisa blanca, misma que mostraba siempre sin ninguna razón, al igual como sus mejillas siempre estaban de un tono rosa. Poseía tal belleza que ningún hombre o mujer merecía verla, pues sería víctima de la envidia por la mujer y víctima de odiosas insinuaciones por parte del hombre. Por eso mismo a la hermosa joven la habían mantenido lejos de todo aquel que dañara su hermoso ser, tanto por fuera o por dentro. Fue cuidada, criada y escondida minuciosamente, pues no solo su belleza cuidaban, no. La hermosa joven tenía algo más que belleza, tenía un gran poder de control; si ella quisiera gobernaría la mitad del mundo con solo una sonrisa. Y además, dentro de ella, en todo su cuerpo y por todas sus venas corría sangre de las antiguas y poderosas brujas. Por lo que hacer magia a su antojo no le sería imposible.

Sin embargo, al ser separada de un mundo corrompido ella no había llegado a sentir ese... no sé qué, que hace a cualquier ser humano malvado.

No fue hasta que un cazador perseguía a un indefenso animal y encontró el camino que llevaba hasta la cabaña. La curiosidad lo hizo seguir el camino y cuando llegó, se sintió embriagado por el lugar, y más aún por la joven hermosa que caminaba desnuda cerca de su cabaña.

Se acercó un poco loco, con la boca abierta y casi babeando; se acercó como un animal en celo.

La joven al advertir la presencia de un desconocido se quedó quieta mirando al hombre que tenía enfrente. Su inocencia y falta de desconfianza no la hizo correr hacia un lugar seguro, tomar algo con lo que defenderse o simplemente cubrir su desnudez. Tan solo se quedó mirándolo, viendo algo que ella jamás había visto. El hombre sonrió dejando ver unos dientes grandes y amarillos, como de conejo. Era alto y delgado, su cabello estaba un poco largo y era de un castaño opaco. Su rostro estaba lleno de pequeñas cicatrices rosáceas, y una única ceja adornaba su feo rostro.

Sin embargo, la joven no vió a aquel hombre como algo feo, todo lo contrario, le pareció de lo más encantador. Así fue como la sucias manos de un hombre perverso tocaron la fina cintura de la hermosa mujer, conduciendola fuera de lo que siempre fue su hogar, obligándola a conocer aquello en lo que la convertiría en una horrenda criatura.

El leñador la llevó al pueblo, no le prestó ropa, ni zapatos. La condujo tal y como la encontró por una calle llena de curiosos pueblerinos. Se detuvieron en una esquina y  él comenzó a gritar :

— Hermosa mujer, de piel blanca, ojos verdes, cabello dorado y largo, labios rojos y mejillas sonrosadas; hermosa mujer, de encantos mágicos. Frescura y belleza, algo jamás visto. ¡Observen! Es hermosa. Pura e inocente, maravillosa y limpia criatura. Cuidaría de ella tal y como lo haría con una joya, si no fuera yo dueño de una alma tan sucia.

Las personas comenzaron a acercarse, atraídos por las palabras del leñador y la figura esbelta y delicada de la hermosa mujer. El leñador siguió hablando y por último terminó diciendo el precio que él creía, merecía la hermosísima criatura que había descubierto.

La joven, que adoptó el nombre de Dalila, fue vendida, comprada y usada muchas veces. Fue golpeada y esclavizada, fue humillada y abandona.

El corazón puro y hermoso de Dalila comenzó a endurecerse y un amargo veneno invadió todo su cuerpo. Aprendió a defenderse tal y como veía que lo hacían los demás, aprendió a mentir y a desvestirse para obtener algunas cosas más. Pronto, Dalila ya no era fresca, pura, limpia y hermosa por dentro, era todo lo contrario a lo que antes ella solía ser.

Descubrió su poder, obligó a muchos a cumplir sus caprichos. Y uso su magia, que se liberó contenta por ser usada.

Dalila obtuvo lo que quería y cuando lo quería. Gobernó tal y como se lo merecían, cruelmente. Recordándoles que el monstruo que ahora era, fue gracias a las espantosas personas que jugaron y moldearon la hermosa alma  de Dalila con sus espantosas costumbres malvadas.

Historias de fantasía ©Where stories live. Discover now