– Queríamos irnos de la ciudad a casa de mis padres – respondió el hombre. – Ya sabes, poner kilómetros de por medio entre esas cosas y nosotros.

Vaya, esa siempre ha sido tu forma de abordar los problemas, ¿no? – preguntó la voz con una sonrisa.

– Pero oímos por la radio que habían miles de llamadas alertando de sucesos extraños y sombras en el cielo por todo el maldito país. – continuó la mujer con un suspiro.

– Decenas de cientos de miles de llamadas. – susurró el niño con la mirada perdida y los ojos brillantes, repitiendo como un loro lo que había escuchado en la radio.

– ¿Y qué hacéis aquí entonces? – inquirió Jack cruzándose de brazos.

– Estábamos en la autopista en medio de todo el atasco, sin poder movernos lo más mínimo, cuando esas…cosas aparecieron – dijo el hombre con gesto nervioso mientras un escalofrío le sacudía violentamente la espalda. – Iban coche por coche abriendo las puertas y sacando a la gente. Se los llevaban a rastras hacia el interior de la ciudad, y no tardó en producirse el caos.

– Histeria colectiva y gente armada, ya puedes hacerte una idea de lo que pasó. – dijo la mujer con una sonrisa triste.

– Los disparos atrajeron a esas cosas en lugar de ahuyentarlas. Fue como si se volviesen locas, como si pusieses un plato de miel en medio de un enjambre de moscas – suspiró el hombre negando con la cabeza. – Nosotros tuvimos suerte y pudimos escapar juntos.

– ¿Juntos? – preguntó Jack alzando una ceja, inquisitivo.

– Aquello era una auténtica locura. Había gente corriendo por todas partes y llamando a gritos a otras personas mientras esas cosas se lanzaban a por unos y otros como alma que llevaba el diablo – explicó la mujer con lágrimas en los ojos. – ¿Quién sabe cuántas familias se habrán perdido en medio de todo eso?

– ¿Y por qué decidisteis venir al bosque? – preguntó una vez más Jack, cruzado de brazos.

– Ya te lo he dicho – suspiró el hombre con algo de impaciencia. – En medio de todo eso te vimos a ti y otro tipo atacando a esas cosas…pero tú te marchaste. Te seguimos para ver qué hacías y cuando te vimos salir bien preparado de aquella tienda y meterte en el bosque creímos que tú sabías qué estaba pasando, o al menos qué hacer a continuación – se pasó una mano por la frente para limpiarse el sudor. – Hemos pasado toda la noche buscándote.

– ¿Y por qué viniste tú al bosque? – preguntó el niño con curiosidad.

    Aquello le hizo sonreír un poco y se encogió de hombros, pues ni él mismo estaba muy seguro de por qué.

– Me pareció bastante más seguro que quedarme en la ciudad. No mucha gente viene por aquí y es más fácil perderse, por lo que me resultaba más fácil despistarlos en caso de que me viesen.

– Sí, tiene sentido. – afirmó con tono profesional el niño, lo que provocó una sonrisa general en aquél grupo improvisado.

– Bueno, ¿y entonces cuál es el plan? – preguntó la mujer mirando a su alrededor, visiblemente nerviosa.

– Supongo que deberíamos buscar un sitio más o menos seguro para establecer una base donde poder descansar mientras todo esto pasa. – sugirió el hombre, mirando de medio lado a Jack.

– Lo primero que debemos hacer es buscar agua limpia para poder abastecernos sin problemas – explicó éste con sencillez. – En cuanto a quedarnos aquí o movernos en busca de algún otro sitio…no creo que las ciudades y pueblos de todo el país tarden demasiado en caer: esas cosas nos están buscando y no se detendrán ante nada para cazarnos…así que las mejores bazas que podemos jugar son o refugiarnos lejos de la civilización – no pudo evitar una sonrisa irónica al pronunciar dicha palabra – o buscar una base militar donde refugiarnos mientras el ejército se encarga de buscar una solución al problema.

    El hombre y la mujer se miraron durante un momento antes de dirigir la mirada hacia el niño. Jack comprendió aquello sin necesidad de palabras y asintió con la cabeza.

– En ese caso será mejor que busquemos algunas provisiones y nos pongamos en marcha. – se encogió de hombros y empezó a andar.

– Yo me llamo Randy – dijo el hombre cortándole el paso y tendiéndole la mano para estrechársela. – Ella es Myra, y él es Jackson.

    Jack observó la mano tendida incómodo y pasó de largo sin estrechársela mientras continuaba caminando.

– Nada de nombres – dijo de espaldas a ellos. – No somos amigos, esto es sólo temporal. No quiero que se creen lazos entre nosotros, o al menos no más allá de lo necesario.

    Randy y Myra se miraron fijamente sin comprender el repentino arrebato de su nuevo compañero, pero decidieron no decir nada por el momento. Ya hablarían más adelante, a solas.

Muy bien Jackie, es requisito indispensable de todo buen líder que quiere hacerse respetar el ignorar por completo a su grupo. Estoy seguro de que ahora mismo esa gente estaría dispuesta a dar su vida por ti, o al menos a arriesgarse para echarte una mano si la cosa se tuerce. – recriminó la voz interior.

No me agobies – respondió con indiferencia mientras caminaba sin mirar hacia atrás. – Ya hemos hablado de esto antes, y no quiero tropezarme con otro Robert Brent en potencia.

– ¿Lo dices por esos pensamientos de hace un rato sobre volarle la cabeza al bueno de Randy y obligar a Myra a…?

– Exactamente. – respondió sin dejarle terminar la frase para adelantarse con más prisa. 

La sombra del cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora