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Era como un eco. El grito, era como un eco amortiguado, como si viniese de muy, muy lejos. Las palabras, si las había realmente, rebotaban en paredes invisibles, haciéndolas girar, deformándolas, haciéndolas incoherentes e inconexas entre sí, convirtiéndolas en una amalgama inaudible que parecía más un ruido que un grito en sí. Sin embargo, sin saber bien cómo o por qué, sabía que no era ningún ruido. Sabía que era un grito. Un grito desgarrado y aterrador, un grito que clamaba auxilio más allá del mundo consciente, que se internaba en la inconsciencia en la que flotaba. Filtrándose en su subconsciente sin que pudiese hacer nada por evitarlo.

Empezó a removerse en la cama. Al principio no eran más que movimientos cortos y espasmódicos: un temblor en la mano, un ligero temblor en el labio. Poco a poco fueron transformándose en convulsiones más pronunciadas y visibles, hasta llegar al punto en que, literalmente, temblaba. Fue Myra, con cuidado, la que le ayudó a despertar.

–Jack –susurró en voz baja, no quería despertar al resto–. Jack, despierta. –susurró una vez más.

El eco se vio remplazado por una voz que conocía. Al principio sonaba lejana, pero poco a poco iba ganando fuerza, borrándolo todo a su paso, tranquilizándole. Lentamente fue abriendo los ojos, a medida que dejaba de temblar.

–¿D-dónde estoy...? –preguntó mirando a su alrededor, tratando de situarse en tiempo y espacio, cosa que le resultaba imposible.

–En el refugio, estás a salvo. –respondió Myra con el mismo tono bajo, cariñoso.

Jack desvió el rostro y clavó sus ojos en los de ella. Notaba que la respiración volvía a agitarse, y sentía cómo la culpabilidad volvía a aflorar. La miró y cerró los ojos.

–¿Jackson...? –preguntó con el último atisbo de esperanza que le quedaba.

Los ojos de Myra se inundaron de lágrimas, y a Jack no le hizo falta más respuesta. Sin embargo ella empezó a negar con la cabeza, lentamente. Eso hizo que Jack se lanzase a abrazarla con fuerza.

–Lo siento, yo... –empezó a hablar.

–No –interrumpió Myra con la voz entrecortada–, no lo sientas –suspiró profundamente–. No fue culpa tuya. Yo también debí estar atenta, y no debí culparte de nada...

–Iré a buscarle. –respondió Jack con determinación, tratando de ponerse en pie.

–No –negó Myra con un nuevo suspiro–. Robert ha dicho que no podemos salir de aquí durante la noche. Es demasiado peligroso.

–Si cree que va a prohibirme salir, no tiene ni idea de a quién se está enfrentando. –aseguró Jack.

–¡Jack, escúchame! –susurró Myra en el mismo tono bajo, zarandeándole un poco–. Todos están nerviosos, todos tienen miedo de lo que pueda haber ahí fuera, y Ricky...

–¿Está bien? –preguntó sintiéndose culpable por haberle olvidado.

–Está...vivo. –se encogió de hombros tras dudar un par de segundos.

–¿Qué quieres decir? –la miró desconcertado.

–Llegó lleno de cortes, y aterrorizado –informó Myra bajando más aún el tono de voz–. Robert le preguntó qué es lo que le había pasado, pero no ha abierto la boca.

Jack se quedó completamente perplejo. No conocía demasiado a Rick como para poder decir lo contrario, pero parecía ser de la clase de persona incapaz de cerrar la boca bajo el agua. De esos que hablaba y hablaba hasta quedarse completamente sólo.

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2015 ⏰

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