30. Tiempo

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—Celda de dos.— exclamó un policía abriendo la reja de una chica de pelo rubio, su piel era muy blanca y sus ojos eran café oscuro, casi negro, debo admitir que tenía un aspecto de muñeca de porcelana. Asustaba.
Me empujó dentro y cerró, la chica estaba en una cama así que fui a recostarme en la otra. No le dirigí la palabra y simplemente me acosté viendo el techo.

Al poco rato la chica me habló, fui lo más amable que pude, pues aún no estaba segura del puesto jerárquico de las serpientes. Hablamos por un rato y luego salimos al patio.

El revuelo comenzó de nuevo, divisé a una chica alta, con rastas y de piel morena, su tatuaje estaba en su brazo y se asomaba por la manga corta que llevaba.
—Dios mío.— corrí hacia allá gritando. —Spicy.— volteó y su cara no pudo verse más sorprendida.
—Flamita.— gritó y me abrazó, me levantó en el aire y casi gritamos tanto como niñas pequeñas. —¿Qué carajos haces aquí?— golpeó mi hombro suavemente.
—Pues, seguí los pasos de una leyenda.— la piqué con el dedo en el hombro.
Spice, como suelen llamarla todos, me presentó a todo el grupo, ella fue quién me enseñó las reglas de la pandilla y fue al reformatorio por haber intentado descubrir el secreto de los Blossom, es fiel creyente de que nadie hace tanto dinero vendiendo jarabe de maple.

Hablamos todo el rato de cómo es que habíamos terminado ahí.
—Ese Hiram es todo un gangster.— rió.
—Si, bastante.— reí con ella. La mayor parte del tiempo de platica se fue en risas, de esas que hacen que te rías tanto en un lugar donde no deberías. No me había dado cuenta cuánto la extrañaba, aunque nos escribíamos cada dos semanas.

La alarma sonó, indicando que debíamos volver a las celdas, supe que la celda de Spicy estaba junto a la mía, así que podríamos hablar más.

Más tarde me llamaron por una visita.
Ahí estaba él, sentado en esa banca de metal, impaciente por verme atravesar esas rejas con doble seguridad.
—Skye.— corrió a mi y me abrazó, de inmediato lo reprendieron por contacto físico, bufó y me llevó hasta la mesa donde antes estaba sentado. —Escucha, estoy haciendo todo lo posible por sacarte de aquí ya, Jughead fue a ver a la alcaldesa esta mañana y parece que encontró algo. Saldrás de aquí muy pronto.— murmuró mi hermano, sentado ahí se le vía una preocupación pura en el rostro.
"Se cuidarme sola, Archie. Soy lista, me adelantaron un año en la primaria, sobreviviré. Solo eres mayor por un año. Puedo hacerlo. No puedes cuidarme siempre."
Todas esas frases rondaban mi cabeza queriendo abrirse camino hasta mi boca, sin embargo me limité a asentir y a decirle una cosa.
—Soy una Andrews, no me pasará nada.— sonreí sinceramente, sabía que muchos afuera estaban tratando de ayudarme, así que iba a aguantar por ellos. —Hablando de Jug...— agregó, sabiendo que la última vez que lo vi, las cosas no se desenvolvieron bien entre nosotros, yo no quería que me viera así, tan vulnerable y... presa. —Archie, creo que debe darme tiempo, no quiero que me vea así y menos si todo esto tiene que ver con él. Hay cosas que no le he dicho y no quiero sentir que estoy mintiéndole. ¿Archie podrías hacerme un favor?— pedí sabiendo que una vez que mis palabras salieran de mi boca, no habría vuelta atrás, mi hermano asintió y esperó por mi opetición —Dile que necesito tiempo.—

Ya he cumplido una semana aquí, las cosas van tomando forma, sin problemas conseguí un puesto alto, pues las serpientes estaban mayormente al mando; excepto cuando las Ghoulies hacían berrinche y trataban de tomar nuestro puesto, pero mayormente ellas conocen su limité y no lo cruzan, nosotras nos mantenemos al ras y las demás se encuentran imparciales, cada una en su grupo al limité de raya. Pocas veces hay peleas o ataques, sin embargo los últimos suelen ser cubiertos por los oficiales, de alguna manera se les paga para que no vean.

Dos semanas; regresando del patio, justo acababa de entrar cuando un empujón me hizo caer, me tomaron de los brazos y me llevaron a un pasillo oscuro.
—Eres una de ellos, eh.— sonrió sádicamente mi compañera de celda, me sorprendí porque ella ya lo sabía, sin embargo yo no tenía idea de que ella iba con el equipo contrario —Qué lástima.— hizo un puchero y retrocedió. Mi corazón comenzó a latir mil por hora, aún había dos chicas sosteniéndome por los brazos, apresada contra la pared y casi inmóvil. Una chica, poco más grande que Spice, salió de la oscuridad y se acercó cautelosamente, calculando perfectamente el tiempo para que creciera el miedo y la tensión.
—No me gustan las serpientes. Son sucias y venenosas.— exclamó con toda tranquilidad mientras se acercaba a mi, tenía algo en la mano pero la poca luz no me dejaba descifrarlo. Debo admitir que estaba muy asustada, trataba de controlarme para no temblar. Mi mayor miedo de niña siempre fue la oscuridad, claro que lo superé con el tiempo, pero aquí y ahora las sombras me llevaban al pasado, donde emergían de la oscuridad de mi habitación con un solo propósito; destrozarme.
———
Holaaa, espero que estén bien. Quería agradecerles (de nuevo) cada una de sus lecturas, votos y comentarios. No saben lo feliz que soy cuando me llegan las notificaciones de voto tras voto y me llena de felicidad escribir una historia digna de maratón para ustedes.

Este capítulo es algo frustrante en la relación de nuestro ship (que por cierto, aún no tiene nombre así que si se les ocurre alguno no duden en comentar) pero no se preocupen, todo se resolverá. Las amo mucho.
-D

Out of a Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora