TAZA

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La luna ya había aparecido cuando cruce la puerta de salida, estaba más grande y luminosa que ayer, se verá mucho mejor cuando la vea por la ventana de mi habitación. Cruzo las calles, me detengo en los altos, subo las escaleras del metro y las bajo para llegar al andén, hoy la gente ha desaparecido a pesar de la hora, parece que soy el único que no le importa venir a las siete de la noche a tomar la última clase del día, pero para mí es mejor, no tengo que ver a las personas que no quiero saludar, me reconforta saber que mis amigos están en sus casas con planes y tareas que entregar, así como yo. El vagón se siente frio, pero tranquilo al no escuchar ruido alguno de gente hablando, esta vez me encuentro con tres hombres sentados al final del vagón y una anciana dormida en los asientos de enfrente. Aunque prefiero el silencio, la música siempre será mi mejor compañía, a donde sea que vaya, así que saco mis audífonos de la mochila y reproduzco lo último que venía escuchando, Gloria Trevi siempre salvando mi día.

El autobús paró y salgo lentamente por miedo a caerme en los escalones, comienzo mi recorrido de la estación a mi casa, cosa que no me molesta, me gusta contar los pasos desde que me bajo del autobús hasta mi hogar, hasta ahora han sido 346 la última cifra. Al notar a simple vista la fachada de mi casa, puedo ver que las luces siguen encendidas, al parecer papá ha llegado temprano de trabajar, su coche está estacionado en la acera a lado del coche del vecino, veo que esta noche ha decidido no darle importancia a este, ya que dejo las llaves pegadas. Rápidamente la puerta de la casa se abre y sale mi padre con una taza de café en la mano.

-oh cielos, que bueno que has llegado, me acabo de dar cuenta de que...-

-sí, ya lo he notado- me acerco con paso lento hasta él y le entrego las llaves.- ¿fue un día malo en el trabajo?-

-no, todo normal, solo venía algo cansado, eso es todo- entramos directamente a la sala y encuentro a mi hermano viendo la televisión con mi perro acostado a su lado.- tu mamá ha preparado un pastel, ¿quieres acompañarnos un rato?- azoto mi mochila a un lado del sofá y me estiro un poco.

-claro, iré en un momento- papá avanza y me siento un momento en la esquina del sofá.- ¿Acaso no estabas viendo este capítulo la noche pasada?- Sion, mi hermano, lleva demasiados días en vacaciones que me da la idea de que no sabe qué hacer con su vida.

-mamá no quiso darme permiso para ir a dormir a la casa de Mike, creo que es porque su mamá aun no quiere decirle la receta de su pay de queso-

-bueno, si fueras más inteligente, le hubieras dicho que si ibas, podrías alagar el pay de queso y le sacarías la receta tú mismo- se quedó en silencio un momento y después apago la televisión.- mañana tienes otra oportunidad de hacerlo, pequeñin.

-le diré a Mike si puedo ir mañana, mamá tiene que darme permiso como de lugar-

-ese sí es mi hermano- dio un salto y corrió la más veloz que pudo directo a la escaleras. Ahora me dirigía al comedor, donde mi taza con agua caliente ya estaba esperándome, lista para verterle unas cucharadas de azúcar y café, comienzo a creer que desde que entre a la preparatoria, el café es mi líquido vital de sobrevivencia.

-¿Cómo te fue en la escuela? Escuche como saliste de casa y ya era bastante tarde como para que fueras a tomar clase-

-mamá, ya te lo dije, el semestre acabó, tan solo fui a la clase de la última y regrese- me serví una rebanada de pastel.- Además, faltan cuatro días para la fiesta de Sam, es el único día que tengo pensado salir, lo sabes.

-Está bien, entonces, respóndeme lo primero que pregunte- comienzo a creer que mi madre podría vender sus pasteles y ganaría más dinero, solo que no me atrevo a contarle esto porque sé que cuando se trata de algo importante siempre les salen mal, como en nuestros cumpleaños.

-Okay, todo estuvo bien, la profesora solo dio unas evaluaciones y nos dejó salir, la verdad no creo que eso se le pueda llamar clase pero pues tuve que ir-

-Y qué dice, Diego. ¿Ya consiguió empleo?- papá iba por la segunda ración de pastel y comenzaba a creer que en verdad no fue un día normal en el trabajo.-porque cuando venía hacía acá, pude ver que la tienda de licores aún está buscando un trabajador.

-yo también lo noté, pero no pienso decirle nada, sí le es difícil resistirse a solo tomar un vaso de cerveza, le será aún más difícil trabajar con alcohol y no poder tomárselo. Así que, dejare que siga buscando.- mi café sabía algo amargo, así que una cucharada de más no me haría daño.




Prendí la luz de la habitación, se notaba que mi presencia en este no era habitual, ya que mi ropa de hace una semana aún seguía en la esquina donde la deje y los platos de la madrugada aún seguían en la impresora. Tal vez parezca que soy un desastre, pero apenas tengo tiempo para lograr hacer mis tareas académicas, obvio mis tareas en la habitación podían esperar. El sonido de mi mamá parada en la puerta me hizo percatarme de que me encontraba en el centro de la recamara contemplando mi desastre.

-qué bueno que estés analizando, porque si quieres irte a esa fiesta, primero tendrás que arreglar todo esto, es mi nueva regla.- agarro los trastes que se encontraban lo más cerca de la puerta.- buenas noches, amor, descansa.- acto seguido cerró la puerta y sus pasos desaparecieron.

No podía pesar en todo el tiempo que me costara limpiar, es agotante incluso pensarlo. Tomé el montón de ropa limpia que mamá había dejado en la cama y la puse en la silla del escritorio, mañana será el único día que pensare en mi habitación. Cambié mi vestimenta a mi pijama, estaba decidido a no pensar en nada, más que contar los días que faltaban para esa esperada fiesta, no es porque me muriera de la emoción, al contrario, estaba demasiado nervioso. Así que para calmar mis ansias, decidí hablarle a la persona que hará mi estancia en esa fiesta la más nerviosa de todas. Solo sonó tres veces hasta que escuche su honesta voz diciéndome al oído.

-Emanuel ya te lo dije, mi madre me tiene prohibido agarrar el teléfono, más te vale que sea importante lo que me vayas a decir antes de que...-

-Jesica, ¿Y si él va? Siento que me volveré loco o tal vez cuando el alcohol se apodere de mí vaya a cometer alguna estupidez- y ahí estaba Jessica, escuchando a mi yo pensativo de todas las noches.- yo sé que él estará ahí porque Sam me lo dijo, y aunque ella también me dijo que era poco probable de que fuera por el simple hecho de yo estaría ahí, aun así el iría, lo conozco-

-A ver, relájate, apuesto a que todas las noches le llamas a uno de nosotros para decirnos eso y ver que opinamos al respecto y que tu mente duerma en paz hasta la noche siguiente, ¿no es así?-

-técnicamente el único que no me contesta las llamadas es Daniel, así que no, ¡aún no sé la opinión de todos al respecto!-

-Emanuel...-

-¿Dime?-

-Me, jajaja- apuesto a que su risa ya alarmaría a su madre.

-estúpida-

-Estarás bien ese día, todos te vigilaremos como siempre, y esta vez, nadie te dejará hacer algo estúpido, recuerda que la fiesta es de Sam, y gracias a ella saldremos de nuestras casas por un tiempo, así que no la puedes arruinar. ¿Entendido?- mi mente solo tuvo una respuesta.

-Está bien...descansa-

-Descansa, dramático-

COMO AGUA PARA CAFÉWhere stories live. Discover now