Capítulo 3.

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Kay

Se supone que no se permite tener mascotas en el avión, pero Victoria ama tanto a mi perro y es tan buena convenciendo que ahora Blacky esta abordo acostado en mis piernas, en ocasiones me sorprende la habilidad de persuasión que tiene mi amiga, es bueno a veces, claro, cuando no lo está usando contigo, tiene diferentes estilos de convencer a la gente, si se trata de alguien formal (como los del aeropuerto) empieza siempre con un discurso que te marea hasta que no sabes lo que estás pensando, después ella suelta veinte mil argumentos de porque lo que quiere es necesario y finalmente saca un rollo de leyes y números, acabas tan confundido que terminas por acceder; Si se trata de un chico, entonces aprovecha que es alta, tiene buen cuerpo y es bonita, no hay hombre normal que no caiga; Luego estoy yo…  cuando estas frente a ella y su carita me suplica “por favor” no creo que allá ser humano que pueda decirle que no a esa cara, y hoy para colmo utilizo todas esas técnicas, si, ella empezó a marear a un chico, cuando lo tuvo atarantado empezó a coquetearle, él por supuesto le siguió el juego y cuando el chico ya tenía una cita asegurada con ella entonces le dijo que quería subir un perro, al principio él se negó pero entonces vino la cara y el pobre chico accedió.

Y así fue como llegamos hasta aquí, sin pagar por los boletos, en la sección de primera clase, gozando de comida estupenda y con un perro abordo, la idea sonaba realmente bien pero ni mi cerebro ni mi estómago estaban de acuerdo con eso, a cada momento me asaltaba el remordimiento de estar en tan buenas condiciones sin ningún esfuerzo, mientras que otras personas morían a causa de la ambición y estupidez de otros cuantos.

Blacky pareció sentir mi angustia y se levantó en toda su estatura (que es menor a los 30cm) para poder alcanzarme, se paró en las patas traseras y apoyo las delanteras en mis hombros.

-¡No! –dije no a tiempo de salvarme de su húmeda lengua babeándome toda la cara- oh Blacky –reí- no tienes que hacer eso –tome a mi perrita en brazos y la abrace a mí, ella me mordió la oreja y tiro de ella –ay –me quede y ella me soltó para acurrucarse en mis piernas de nuevo, sonreí y puse mi mano sobre su lomo, la acaricie hasta que me sentí más tranquila.

Por más que había obligado a mi mente a pensar de donde había obtenido a mi perro nada pasaba, no tenía ni la menor idea de donde había salido y como, el punto es que ahora era mía, e incluso tenía un papel que lo confirmaba ¿Cuándo en mi sano juicio habría comprado un perro sin enterarme? Eso me hacía pensar que en verdad me estaba volviendo loca, de hecho, no recuerdo nada de los últimos tres meses y eso sí que es extraño.

-¿Quiere un poco linda? –Dijo Vicky con entusiasmo mientras me tendía una copa de algún liquido extraño, acepte antes de que empezara a insistirme pero me sorprendió cuando se acercó y me señalo con los ojos a un chico que hasta ahora no había visto –Lleva todo el vuelo con la mirada clavada en ti –susurro y me guiño el ojo.

Atrape con la guardia baja al chico y nuestros ojos se cruzaron, me puse nerviosa y voltee hacia otro lado- vaya es guapo –le dije a mi amiga, ella asintió y empezó a sacar de su bolsa un montón de chucherías para ponerme “más bonita”

El sujeto tenía algo familiar pero a la vez desconocido, se veía que era alto por la manera en que tenía dobladas las piernas, su piel era de un color pálido, era flaco  y se notaba que hacía ejercicio, su cabello tenía rizos que me resultaban tan conocidos que me dieron ganas de caminar hacia él y revolverle el cabello, por último estaban sus ojos, no puedo decir exactamente qué color tenían, en ocasiones cuando le dirigía una mirada fugaz podía jurar que eran negros, pero de un momento a otro eran grises y eso me tenía realmente confundida.

-¿Cuántos años crees que tenga? –le pregunte a Vicky.

-28 o 27 –dijo mirándolo rápidamente- no creo que tenga más…

-Wow si es grande –la mire e hice una mueca, yo tenía tan solo 20 años, no saldría con alguien 8 años mayor que yo… ¿Salir? ¿En qué rayos estoy pensando?

-Ni tanto –me sonrió- Robert tenía 17 antes de… -de pronto ella se veía demasiado triste.

Antes de que desapareciera pensé.

Robert había estado saliendo con Victoria por unos 2 meses o más y ella le había cogido cariño, un día en una fiesta de Halloween (cabe recalcar que tampoco me acuerdo de todo) Robert desapareció junto con la mitad de nuestra escuela, los policías dicen que fue parte de un atentado terrorista, yo no le veo sentido alguno a eso, ¿porque los terroristas perderían su tiempo secuestrando a más de 300 chicos? Eso era totalmente ilógico, pero ni siquiera puedo pensar en lo que pasó porque los recuerdos están borrosos y ninguna de las imágenes coincide con la siguiente.

-Seguro que Robert está bien –dije bien sabiendo que tal vez ni siquiera estaba vivo.

-Si seguro lo está –dijo echándose aire en la cara con las manos, de pronto estaba recuperando la compostura y se veía igual de linda que siempre –oye enserio que el chico no te deja en paz ¡eh!

-Shhhh –exclame- no hables tan fuerte, además es mayor…

-Hermana –dijo mirándome de lado- te vez como de 25

-¿Tan vieja? - Eso la hizo reír, asintió y decidí seguirle la jugada- tú te ves de treinta –se hizo la ofendida.

-¿Treinta? ¿Es lo mejor que se te pudo ocurrir? –Empezó a hacerme caras y se me salieron las carcajadas, pronto el avión estuvo inundado por nuestras risas.

Accidentalmente voltee hacía la fila de asientos donde estaba el chico y nuestras miradas se cruzaron de nuevo, me puse nerviosa una vez más y le dedique una sonrisa, él me sonrió de vuelta y me di cuenta de que estaba dispuesto a levantarse, seguro para acercarse más.

-Ay no –dije nerviosa rompiendo el contacto visual- viene para acá.

-¡okey! ¡Tranquila! Tranquila, tranquila, tranquila –Vicky empezó a ponerme maquillaje tan frenéticamente que no dejo que me moviera un pelo- ¡No te vayas a poner nerviosa!

-Me estas poniendo nerviosa –susurre y ella me soltó.

-Oh nena tranquila –inflo el pecho lleno de aire y luego lo exhalo exageradamente –inhala –dijo repitiendo el movimiento- exhala…

-Hola –nos interrumpió una voz masculina, Vicky recompuso la postura demasiado rápido mientras yo estaba a la mitad del ejercicio “Inhala, exhala”

-Hola –dijo Vicky salvándome de nuevo –mi nombre es Victoria –dijo estrechando la mano del sujeto- ella es Kay –extendí mi mano torpemente, él la tomo pero en vez de estrecharla se la llevó a los labios y le dio un beso, fruncí el ceño y quite mi mano lo más rápido que pude.

-Mi nombre es Samuel –dijo sin apartar sus ojos de los míos, incluso de cerca no puedo decir de qué color son- un gusto en conocerlas –dijo aun mirándome, sospecho que a quien le gustó conocer fue a mí no a las dos.

-Igual –susurre y voltee a ver a través de la ventanilla.

Él empezó a decir algo que ya no escuche, tenía la vista fija en un poblado o al menos lo que quedaba de él, me quede en shock por unos minutos, agradecida de que Vicky distrajera al extraño mientras yo me sentía culpable de nuevo.

Ángel GuerreroWhere stories live. Discover now