Prólogo

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Un cuervo con el color de la noche se posó sobre  la rama seca de un árbol muerto hacía ya un par de años atrás, debajo un hombre de edad avanzada estaba sentado entre las raíces, con un pequeño aparato de radio recargado en sus piernas. El páramo en el que se encontraba consistía en tierra levantada, plantas muertas, cuerpos sin vida, telas desgarradas que habían sido un campamento y bestias carroñeras que desgarraban los cadáveres con ansia.

La guerra ya había pasado por ese lugar, se había llevado las vidas de 333 personas, excepto de una, ya sabemos de quien.

-El gobierno de los Estados Unidos lanzó un bombardeo esta mañana sobre un campamento refugio de jóvenes y adultos judíos, el saldo es desconocido hasta el momento… -cantó el radio

Existe en la tierra un olor único, un hedor que no puede ser confundido con nada y que la humanidad conoce desde el principio de los tiempos, no todo el mundo ha sido afortunado de conocerlo, y los pocos que lo hacen desearían no haberlo hecho, o simplemente son tan fuertes que no llega a afectarles, pero la mayoría de las criaturas vivas sobre la fas de esta tierra son susceptibles a esto… al olor metálico que desprende la sangre fuera de los cuerpos, al olor de la carne en putrefacción, el olor de la muerte.

El olor no es lo único que nos trae la muerte, la visión de los que duermen eternamente suele ser mucho peor: un cuerpo inerte, pálido y frio, con una piel blanda y los ojos vacíos, sin brillo, sin alma. Se acostumbra decir que los ojos son las puertas del alma, si te detienes a mirar los ojos de un muerto podrás comprobar que es verdad.

Cuando uno muere pierde la dignidad que tenía en su vida. Si cuando caminábamos por la tierra nos preocupábamos por lucir bien, es lo primero que la muerte nos quita, nuestro cuerpo se torna frio, pronto la carne se  hace blanda y los animales carroñeros se acercan para devorarnos hasta que no somos más que un saco de huesos; Si en nuestros días de vida nos importaba la manera en la que íbamos a morir, en la mayoría de los casos nos lo quita también, todos queremos morir de viejos, recostados en una cama y en calma, pero la mayoría de las veces es diferente, las enfermedades nos comen vivos hasta que no queda nada, los accidentes nos arrebatan la vida en cuestión de segundos, y así la muerte nos arrebata nuestros deseos una vez más. Todas las cosas que nos importaron mientras andábamos por la tierra se van, a veces en un segundo, otras en minutos, algunas más en horas, días, meses o años; pero se van, y la muerte nos enseña que los deseos terrenales eran una completa estupidez, un capricho de los estereotipos que fuimos adquiriendo a lo largo de nuestra vida, nos enseña también, que nada de lo que tuvimos aquí fue nuestro, a pesar de que hubiera un papel diciendo que así lo era, cuando es el final ni siquiera el cuerpo que nos acompañó desde que salimos del vientre de una madre se quedara con nosotros.

La muerte nos despoja de todo eso, toma nuestra existencia y nos lleva por un viaje largo hasta lo desconocido, nadie sabe cómo es, nadie puede saberlo hasta que llegue su día, pero hay algo que si sabemos, algo que nuestra vieja amiga nos ha enseñado todos los días cuando sabemos del fallecimiento de alguien.

<<De este mundo nada te vas a llevar>>

Lo que importa es la enseñanza, es un modo en el que el universo nos grita que hagamos cosas que en verdad nos vayan a servir de algo, cosas que alimenten el alma y no el cuerpo, porque después de todo el alma es lo único que quedara de nosotros en algún punto.

Vive, ama, ayuda, disfruta y haz todo lo posible para ser alguien mejor, porque es lo único que importa, es por eso que pisamos la tierra, para ser alguien mejor, para aprender la lección de la vida, la lección que nos llevara más adelante espiritualmente, la lección que salvara nuestras almas.

-Barcos militares rusos surcan el océano pacifico en dirección a los Estados Unidos, el frente de guerra se traslada al mar, se espera una defensiva Estadounidense, los detalles son desconocidos, solo se espera el momento del im…a…to… - La estática corto el resto de la oración.

Ángel GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora