Sin embargo, hay una parte de mi que no quiere olvidar. Que siempre intenta recordar la voz de mamá y Blair, las risas de Olive. No quiero olvidarme nunca de ningún detalle. Quiero llevarlas siempre conmigo.

Entonces, hay cosas que recuerdo de esa casa. Tyler y yo de niños jugando con un balón de fútbol por todos lados, las noches de películas con Blair, ver a ella y a mamá cocinar mi pastel favorito para complacerme, y cuando mamá me obligaba a jugar a las carreras de autos con Olive porque nunca le gustaron las muñecas. Detalles que forman una totalidad en mi corazón.

Después de lo que pasó, fue casi imposible respirar allí dentro. Tengo el vago recuerdo de tener ataques de pánico todos los días por simplemente oler el perfume de mamá, ver la habitación de Blair o alguno de los juguetes de Olive.

Papá y yo dejamos la casa, mudándonos al penthouse en cuestión de semanas.

Exhalo aire.

Oigo la puerta abrirse y volteo.

Mi corazón da un vuelco cuando veo a Quinn. Sale de la casa sin abrir mucho la puerta y se cruza de brazos por el frío. Escanea con la mirada a su alrededor antes de detenerse en mí. Se detiene en el pie de las escaleras y me mira con detenimiento.

Su pantalón chándal es de color gris y le queda grande. Antes ese pantalón no le quedaba así de suelto, solía usarlo todo el tiempo cuando pasábamos tardes y noches juntos. Es lo primero que me llama la atención.

La sudadera es de la universidad de su hermano, Nathan. Lleva su cabello recogido en una coleta y aún puedo notar restos de delineador negro en sus ojos, es como si se hubiese quitado el maquillaje a las apuradas.

—Liam —murmura con sorpresa en su voz—. ¿Qué haces aquí?

La miro a sus grandes ojos marrones que me observan asustada.

La otra razón es ella.

—¿Nick está aquí? —pregunto.

Asiente con una expresión triste. Así que ya sabe lo que ha pasado.

Un silencio incómodo se origina entre los dos. Esto nunca solía suceder, pero no puedo culparnos después de todo.

Baja la mirada a sus medias azules y mueve sus pies nerviosa. No me gusta verla así. Se siente tan diferente a la Quinn que conozco.

Carraspeo.

—¿Está bien?

—No —responde con franqueza y encuentra mi mirada—. Está destruido, Liam.

Aprieto mis labios en una fina línea y asiento. No me esperaba menos. Aggie y Tyler hicieron lo imaginable y ahora Nick tiene que pagar con todo este sufrimiento. En cualquier ecuación que involucre corazones rotos, siempre hay una persona inocente que no se lo merece lo que le pasa.

—¿Quién puede culparlo? —resoplo por lo bajo, genuinamente sintiéndome mal por uno de mis mejores amigos. En mi cabeza, todavía estoy procesando todo lo que pasó. No puedo imaginarme qué estará pasando en la de Nick.

Vuelve a asentir.

—Ahora está durmiendo. Puedo decirle que has pasado por aquí cuando despierte. —sugiere.

Es ahora o nunca.

—No vine solo por él. —confieso.

Quinn se pone nerviosa. Lo sé porque intenta evitar mi mirada al fijarla en cualquier lado menos en mi. Junta sus manos y puedo ver como las aprieta.

—¿A qué has venido, entonces? —cuestiona en un hilo de voz.

Tomo una profunda respiración. Con Quinn no estoy muy seguro de muchas cosas y dudo de otras cien, pero sobre esto, tengo todas mis fichas apostando sobre la mesa. Es momento.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora