Capítulo 16 Falta poco para verte

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Samuel se despertó algo antes de lo normal, si de normal madrugaba, hoy lo hizo de más. Debía aprovechar hasta el último segundo. ¿Por qué? Porque mañana, después de varios días vería a su Willy y quería que fuera todo especial ya que quería que su relación cambiara. No quería perder más el tiempo y, aunque era arriesgado y quizás se negara, debía intentarlo. Mañana le pediría a su Willy ser su novio oficialmente. Y como cada vez que pensaba en Willy, se le pintaba una sonrisita tonta inevitable.

Le daba vueltas al tema, una y otra vez, era algo pronto pero iban a vivir juntos, no se podía arriesgar.

Pensando y pensando, ya había escogido una camiseta de manga corta azul marino con unas palabras escritas, unos vaqueros negros y unas deportivas negras para después de la ducha.

Al salir de la ducha, en la que se había relajado y tranquilizado dejando a un lado ese tema, se vistió y bajó a la cocina.

Al llegar se encontró a su madre preparando algo, pero no era un desayuno.

-Buenos días mamá... - dijo dudoso - ¿No has madrugado mucho?

-Sí hijo, es que tu padre y yo nos vamos de viaje. - le respondió girándose hacia él mientras sonreía.

-¿Por qué me lo dices ahora? ¿Por qué no me avisaste antes? - comenzó a preguntar curioso.

-Te lo dijimos anoche. - le respondió confusa.

-No me enteré... - bajó la mirada.

-Tendrías la mente en otra cosa. - dijo riendo mientras continuó haciendo algo de comer.

-¿Qué? - dijo en tono agudo y entre carcajadas.

-Nada tontorrón. Hazte algo de desayuno, en una hora nos vamos. Por cierto - se giró a mirarle - como seguramente anoche no te enteraste, te lo recuerdo. Volvemos el domingo por la tarde. - le comentó riendo.

-Vale... - dijo alargando la "a" como si lo estuviera totalmente claro.

Desayunó y cuando iba a su habitación se cruzó a su padre cargando unas maletas.

-Hijo, ayúdame y trae unas mochilas que quedan en nuestra habitación. - salió por la puerta y Samuel se dirigió a la habitación de sus padres.

-¿Pero dónde leches se van? - se preguntó a sí mismo viendo las miles de mochilas sobre la cama y las maletas en el suelo.

Se echó una mochila al hombro y cogió dos maletas, al tener su forma física no le molestaba ni le pesaban demasiado. Fue hasta el coche y vio a su padre guardando unas cuantas cosas en el maletero.

-¿Te las dejo aquí? - preguntó estando al lado de su padre.

-Sí y traeme las que queden. - respondió sin mirarle.

-Pero si hay muchísimas. - se quejó.

-Pues haz varios viajes. Va, no pierdas tiempo quejándote. -continuó sin mirar a su hijo mientras colocaba las mochilas.

-Está bien... - bufó algo enfadado y se fue a por más mochilas.

Una vez en la habitación de sus padres, hizo lo mismo que antes, pero algo más molesto y enfadado al ver la de mochilas que debería llevar.

-No creo que se necesite tanto equipaje para un viaje de un par de días... - y suspiró algo cansado y sin entender nada.

Salió y se las dejó a su padre donde las dejó antes y volvió a hacer ese proceso unas cuantas veces más hasta que ya no tenía más mochilas que cargar ni maletas que llevar. Salió su madre con unas bolsas donde se supone iba la comida preparada y le dio unos cuantos besos a su hijo.

El hilo rojo WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora