Capítulo 10 Ángeles en la noche

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Allí se encontraba aún Vegetta, sentado en aquel banco sin intención de volver a casa y pensando en todo lo que había sucedido. Estaba aún tapando su cara con las manos, con los codos apoyádose en sus rodillas, sin fuerzas para alzar la cabeza e irse. De vez en cuando se le escapaba algún sollozo y sentía vergüenza de sí mismo.

Ya no le importaba molestar a aquella feliz gente que paseaba por el parque con sus amigos o sus parejas, ahora le daba igual si la gente que pasaba cerca de él sentían pena o lástima. Le daba igual porque era lo que sentía él de sí mismo por haber actuado huyendo, sin haber hablado, y por no atreverse a volver a su casa y dar explicaciones. Le daba lo mismo todo, incluso si alguien que le conociera le preguntara o incluso si algún sub le viera, le daría igual. Se sentía débil y sin ganas de moverse.

Pasado un rato, consiguió calmarse y alzó la mirada al cielo. Era una noche casi sin estrellas pero la Luna iluminaba todo el cielo. Era una escena tan bella que consiguió relajarle e incluso se quedó embobado sin saber el tiempo que se quedó así.

De pronto, sintió que alguien se sentaba a su lado y algo alterado, y a gran velocidad se giró en dirección a esa persona.

-¿Willy? - preguntó sin pensar ni analizar a la persona que se encontraba allí.

-No perdona, te equivocas. - dijo una chica con un leve acento andaluz. - No soy ese. - dijo entre alguna carcajada, pero a pesar de intentar sonreír se notaba que estaba destrozada.

-Per-perdona, creí que... - tartamudeó bajando la mirada.

-Creías que era ese tal Willy que te tiene llorando a solas en un banco y bien entrada la noche. - comentó la chica en tono tranquilo para no preocuparle.

-Sí... - levantó una leve sonrisa. - Perdona... - comentó levantando la mirada - ¿nos conocemos de algo?

-No, pero te he visto igual que yo y pensé que en ti encontraría consuelo. - dijo mirando al cielo.

-¿Cómo que consuelo? - preguntó con la voz aguda a causa de su sorpresa.

-No quiero nada contigo, tranquilo... - dijo la chica riendo y poniendo en él la mirada. - Simplemente me he sentado porque se nota que tú también sufres por amor.

-Espera, ¿qué? - dijo en un casi grito agudo.

-Per-perdona, te vi co-como yo y-y creí... - intentaba decir la chica, pero se puso nerviosa y comenzó a gesticular con las manos ya casi sin decir nada, cosa que hizo reír a Samuel.

-Tranquila - comentó sonriendo de lado - No sé ni yo porque estoy así... pero sí que tiene que ver con ese chico y... no sé si amor. - dijo dejando caer su espalda contra el banco y levantando su mirada hacia la Luna.

-Lo siento, te he hecho pasarlo mal y ni sabes mi nombre...- decía casi sin mirarle - por cierto, soy Noelia. Llámame Noe. - dijo sonriente.

-Samuel - se giró dándole la mano, acto que hizo reír a Noe.

-Qué formal .- comenzó a reír.

-Bueno, la costumbre... - dijo casi susurrando y encogiéndose de hombros.

-Vale, no pasa nada. Y ¿cuántos años tienes, si se puede saber? - preguntó.

-Tengo 25. ¿Y tú? - dijo mirando a esos ojos marrones de Noe.

-En unos meses cumplo 20. - dijo entre carcajadas. - Soy una cría a tu lado.

Lo que recibió como respuesta de Samuel fue una mueca de pana dirigiendo la mirada a otra parte.

-¿He dicho algo malo? - preguntó algo triste y acercándose a él.

-Bueno... - se giró a mirarla. - ... no eres tan cría... -miró al cielo sonriendo - tienes casi la misma edad de mi Willy.

El hilo rojo WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora