Capítulo 7 Hablemos

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-Guille... mi niño... despierta. - decía su madre mientras acariciaba a su aún dormido hijo.

-Mmm... buenos días mamá. - dijo medio dormido y bostezando.

-Hijo, sal de la cama y ven a desayunar ya... - decía su madre con una sonrisa - ... y cuéntame que tal fue la cena.

Entonces su madre se puso de pie y se fue rumbo al comedor dejando a su hijo frotándose los ojos para despertarse. Se puso de pie y fue hacía la ducha, quizás así se despejaría antes.

Al salir se dio cuenta que no había cogido ropa para cambiarse y no quería ponerse de nuevo el pijama, así que salió del baño con una toalla a la cintura y fue a coger algo de ropa.

Una vez en su habitación, escuchó que le llamaban por Skype.

-Si es importante... - bostezó - ... que llame luego. -caminó hacia el armario preguntándose- ¿Qué tipo de loco llama a estas horas?

Y allí, en medio de la habitación, se dio cuenta del único loco capaz de llamar a esa hora: su amiguito Vegetta.

Estaba bloqueado, sin moverse, ya que de pronto le vino el recuerdo de cuando se despidieron en la puerta de su casa. No sabía que hacer, quería responder pero no sabía como reaccionaría.

La llamada no cesaba por lo que se armó de valor y respondió a la llamada.

-Wi... ¿WILLY? - comentó Vegetta extrañado. -¿Pero qué leches haces sin camiseta? - estalló en carcajadas.

Lo que le faltaba al pobre Willy, estar bloqueado ante la pantalla sin saber que hacer y escuchando como se reía Vegetta.

-Pues... chaval, que eres muy pesado. - dijo enfadado.

-Y yo ¿Qué cul-culpa ten-tengo? - decía aún entre risas.

-Que acabo de salir de la ducha y como no cortabas pues he respondido. -dijo tajante.

- Sí sí... seguro que es por eso. Tú lo que querías era alegrarme la mañana. - dijo con una sonrisa pícara.

Ahora ambos estaban que no se creían lo que acababa de pasar. Vegetta no se veía capaz de decirle eso y Willy no sabía como reaccionar. Lo único que pasó fue el silencio por parte de Vegetta y el sonrojo por el de Willy.

-Eres retrasado. - dijo Willy sin mirar a cámara pero sonriendo.

-Eres tú el que me distrae. - comentó acercándose a la cámara sonriendo para ver a su sonrojado compañero. -Anda cabezón, ves a vestirte y a hacer lo que tengas que hacer. Luego hablamos.

-Un momento Vegetta - dijo levantando la mirada. -  aún no hemos solucionado nada de lo del piso y yo había mirado ya algunos... pero están aquí en mi ordenador... no sé como enseñártelo... prefiero que estemos juntos para decidir mejor... - empezaba a tartamudear ¿Por qué? Ni él mismo lo quería saber.

-Pues voy a tu casa. Me paso por la tarde y allí lo miramos juntos. ¿Vale? - dijo alegre, lo que hizo sonreír y tranquilizar a Willy.

-Está bien. Pásate a las 18:00.

-¿Me vas a invitar a merendar? - dijo entre risitas Vegetta.

-Pues si te hace ilusión te preparo algo. - comenzó a reír Willy.

-No mi Willy, no te preocupes, no quiero que pierdas el tiempo en tonterías. Luego nos vemos. Adiós.

Colgó la llamada ante la mirada de sorpresa de Willy. Había vuelto a decir "mi Willy" y no es que no se lo dijera nunca, es que estaba tan reciente lo de la noche anterior... Estaba demasiado confuso.

-Por suerte no ha notado como estoy. - comentó Vegetta una vez finalizada la conversación.

Mientras, Willy se estaba vistiendo algo nervioso ya que no entendía porque cada vez se ponía más alterado al estar con Vegetta. En fin, dejemos que el tiempo actúe y que se calme...

Bajó al comedor y estaban su hermana y su madre. Su padre, a pesar de ser sábado, estaba terminando un par de cosas en el trabajo.

-Buenos días. - dijo Willy.

-Buenos días. - dijeron al unísono su madre y su hermana.

-Qué me han dicho, que anoche estuviste con Vegetitta... ¿Qué tal te fue? - dijo su hermana lo más cotilla que pudo y con un tono entre sarcástico y pícaro que molestó a Willy.

-Genial. - dijo echándole una mala mirada.

-Uuuuuyyy... pues no lo parece. - sonrió su madre.

-Que sí mamá. - por fin levantó una sonrisa Willy.

-Y ¿qué tal fue todo? - continuó su madre viendo como su hijo tomaba asiento.

-Le tuve que invitar a cenar. El muy pringao' se dejó la cartera. - dijo entre carcajadas.

-Qué amigo más listo tienes... a ver si buscas mejor. - comentó Carol sin mirarle.

Willy miró con algo de odio a su hermana y continuó sin decir nada ante ese comentario.

-Pues verás mamá, le dije todo y ha aceptado. - dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-Pero ¿todo todo? - dijo sonriente su madre.

-Sí y le parece una genial idea.

Carol veía a su madre y a su hermano sonreír y hablar tan vivamente que se le contagió. Lo único es que no lograba entender de que hablaban.

-Entonces... ¿no le molesta irse a Los Ángeles? - preguntó su madre.

Ante ese comentario, su hermana casi escupe el desayuno.

-¿Te vas a vivir con Vegetta... y a Los Ángeles? - preguntó con los ojos abiertos como platos mirando atentamente a su hermano.

- Sí y es más, hoy a las 6 de la tarde viene a ver los pisos que miré.

-Oh, eso es genial. - dijo su madre.

-¡Por fin te vas de casa! - gritó su hermana después de procesar toda esa información.

-Por lo visto te alegras. - dijo su madre entre risas.

-Claro, pero igual le echo de menos y todo... -miró de reojo a su hermano.

-Bueno, me voy a grabar algo, que la tarde la voy a tener algo ocupadita.

Pasó el día haciendo lo de siempre pero algo más nervioso por la llegada de Vegetta que sería en menos de una hora y seguramente esta vez sería puntual.

Pasó la hora lo más lenta que pudo mirando cada dos segundos el reloj hasta que por fin llamaron al timbre.

-Voy yo. - se escuchó gritar a Guille mientras corría en dirección a la puerta.

Al abrir, allí se encontraba Vegetta sonriente vestido con una chaqueta negra, unos vaqueros, y unas deportivas.

-Hola, pasa. - dijo sonriente Willy.

-Hola, gracias. - comentó mientras entraba su casa.

El hilo rojo WIGETTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora