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su función podía resumirse en una sola oración pero jamás fue tan sencillo como sonaba:

taehyung diseñaba el cielo.

pero diseñar el cielo era más que diseñarlo; porque detrás de las nubes, las variadas y espontáneas mezclas de tonos que iban desde el rosa hasta el rojo, y el manto negro salpicado por las pequeñas estrellas que reiniciaba sus obras, había mucho más.

porque solo podían ver el enorme lienzo y no el esfuerzo que conllevaba pintarlo. y no, realmente no le importaba en absoluto que no supieran que, de existir nombres para clasificar el tiempo en su mundo, había pasado años planificando cada una de sus obras; tampoco le importaba que las manchas eternas de pintura en su ser pasaran desapercibidas a los ojos de los demás.

taehyung amaba lo que hacía, amaba su trabajo que consideraba más su destino que otra cosa. y ese mismo amor que sentía por lo que se dedicaba, lo plasmaba en el infinito espacio que tenía a su disposición.

porque se sentía recompensado al sentir la energía de las personas al contemplar, aunque sean solo unos segundos, el resultado de su esfuerzo. cada mirada que se dirigía a las estrellas, cada cámara que captaba lo que creó, cada suspiro dirigido hacia el cielo...

todo, taehyung captaba y atesoraba cada mínimo gesto y los guardaba, los usaba para imaginar más paisajes y empezar a trabajar con sus manos para darles vida.

llevaba cada señal grabada en su memoria, y un día llamó su atención algo que se sentía diferente y cada vez de manera más intensa.

y lo sintió a él.

ahí estaba, alzando su vista y admirando el cielo de una manera desconocida para taehyung. como si sus ojos acariciaran las nubes esparcidas en el lienzo, como si entendiera la complicada combinación de colores que eligió, como si pudiese captar lo que taehyung muchas veces quería transmitir pero no llegaba hacia ellos.

taehyung sintió que esos ojos no se dirigían al cielo, sino a él.

y amó tanto esa mirada que deseó poder detener el curso del tiempo ajeno para congelarlo, para que esos ojos no lo dejaran más.

pero se dedicaba al cielo y no al tiempo; así que, viéndose incapaz de hacer otra cosa, se detuvo. dejó de trabajar en su siguiente creación, cosa que había ocurrido en contadas ocasiones, para captar en su totalidad su energía, su mirada que, sin que el azabache tuviese la mínima idea, acariciaba el alma de taehyung.

adoró esa sensación, y su corazón le susurró que quería que su creación sea lo que esos ojos marrones mirasen por la eternidad.

así que reservó sus más grandes obras para el azabache, cogiendo el color de su cabello como fuente de inspiración en las noches, regalándole la luna más completa y hermosa que tenía, enviando también las estrellas en constelaciones para poder transmitirle lo mucho que quería decirle.

y cuánto quería bajar y poder tocarlo, devolverle las caricias que él le había regalado con su mirada todo ese tiempo. deseaba sentarse a su lado y ver las cosas con esos ojos, de los que el humano tenía, sin importarle lo limitado de su visión y el que no pudiese captar ni la cuarta parte del cielo desde ahí. quería tocar su piel, pero ansiaba más el poder rozar su alma.

porque era, al final, un ser y no un humano. porque los besos, las caricias, y el sexo eran algo tan físico que realmente era algo tan mínimo a comparación de los verdaderos toques dirigidos al alma, los que hacían a taehyung temblar de verdad.

pero sabía que los humanos no podrían sentirlo así, así como también sabía, de alguna manera, que jeongguk si podía. que sentía cómo la energía entre los dos se juntaba y se extraviaba en el gran, gran universo, perdiéndose juntos entre partículas y espacios.

quiso que sus almas hicieran el amor, pero no era más que un deseo. uno que también estaba grabado en una de las estrellas de esa noche, con la firma del azabache.

Cielo. | kth & jjk, three-shotTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang