Capítulo 21

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NATHALIA

El corazón me sube al esófago y se queda atrapado entre mis clavículas, camino de un lado al otro, con las ansias a tope. Necesito hacer algo para salir de este lugar como esa. Voy a demostrarle al maldito cuan poco me conoce. Corro en dirección al baño, en la ilusión que Lysander creo encontré unas tijeras y quizá con un poco de suerte encuentre algo parecido. Me adentro al pequeño cuarto de baño y hurgo rápidamente en los cajones del lavamanos, pero desafortunadamente no hayo nada.

Pongo las manos frente a mí y observo como estas se sacuden a causa de los nervios que me produce estar aquí. Me llevo una a la frente, pensando en qué demonios puedo hacer. Contemplo mi reflejo en el espejo, hasta que una idea cruza mi mente. Mis ojos viajan hacia la tapa del tanque del inodoro y luego hacia la barra de la cortina de la ducha. Son las únicas armas que puedo usar. Trato de sacar la barra, pero está muy firme, maldigo entre dientes cuando me doy cuenta de que mis intentos por despegarla son inútiles. Sin embargo, vuelvo a intentarlo, esta vez colgándome y haciendo peso hacia abajo, yo solo logro hacerla crujir.

Apoyo mi espalda en la pared cuando abandono la idea de sacar la barra, echo la cabeza hacia atrás de manera pensativa.

¿Cómo no voy a poder ser capaz de salvarme a mí misma?

Siempre he querido ser capaz de salvar mi propio pellejo, sin embargo, eso no es tan simple como lo pintan. Bajo la mirada al suelo y segundos después la llevo hasta el tanque del inodoro, esa pesada tapa de porcelana es mi única arma. Me levanto del suelo y tomo la tapa con ambas manos, no es demasiado pesada, ni demasiado ligera, pero al menos puedo elevarla en el aire.

Tomo una respiración profunda, dejando al aire colarse en mis pulmones e inflarme el pecho de valentía. Permitir que Lysander haga conmigo lo que se le dé la gana, no está en mis planes y si él piensa que se saldrá con la suya está muy equivocado.

Vuelvo a sentarme en el frío piso del baño, con la tapa a un lado, en espera de que el maldito aparezca. Una pequeña araña se escabulle detrás del inodoro, como si estuviera huyendo de algo y recuerdo que, de esa manera, es como me siento.

Yo soy la araña que trata de escapar de este lugar.

El sonido de una llave, abriendo una puerta, llega hasta mis oídos. Me levanto rápidamente del suelo, para encaminar a esconderme detrás de la puerta del baño, mi sentido de la audición se agudiza y contengo la respiración con miedo de que se pueda escuchar demasiado agitada. La adrenalina recorre mi cuerpo, como la electricidad en un cable de luz. Finalmente, escucho que la puerta de la habitación es abierta.

—Puedes entrar —ordena la voz de Lysander, luego escucho unos pasos.

—¿Dónde está? —pregunta Daron y el corazón me sube a la garganta.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora