Capítulo 23

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DARON

—¿Qué haremos ahora? —pregunta Dashiell, rompiendo el silencio que ella ha dejado tras irse con el maldito mago.

—Algo no está bien —susurro para mí mismo.

—Evidentemente —agrega con obviedad, mientras sus cadenas se arrastran por el piso—. Me dijiste que él le borró la memoria delante de ti y lo hemos comprobado ya.

Volteo a mirarlo con molestia y él yace sentado sobre el suelo otra vez.

—Me refiero a que... no parecía que fuera Nathalia la que estuviera diciendo todas esas palabras absurdas.

—Y no era ella, Daron —dice con seguridad—. Es decir, él borró todas sus memorias, todas sus vivencias. Es como si fuera otra persona.

Decido guardar silencio, no me apetece tratar de explicarle a Dashiell que es lo que trato de decirle y al igual que él ha hecho, me derrumbo en el suelo con la cabeza apoyada sobre la helada pared. Sus palabras se repiten como eco dentro de mi cabeza y el dolor que me hicieron sentir por un momento me desmoronaron, aunque sé que solo es el efecto del truco de magia del que Lysander se ha valido para alejarla de mí.

Ahora es cuando quisiera deshacerme del don que Cialac me otorgo y dejar de sentir que el aire me falta.

—Debería tratar de llamar a padre para que nos saque de aquí —murmura Dashiell.

—No. —Sentencio.

—¿Cuándo dejaras de lado ese desprecio y ese maldito orgullo y aceptaras que él nos ayude? De otra forma nunca saldremos de este maldito lugar. ¿O crees que Lysander nos dejara ir porque es muy bueno?

—No recibo ayuda de demonios, lo sabes.

—Es nuestro padre. —Lo dice como si yo no lo supiera.

—No estaremos aquí por mucho tiempo —le hago saber—, Cialac nos ayudará y...

Su inexplicable carcajada me hace contemplarlo con el ceño fruncido y cuando me dispongo a preguntarle qué le ha causado tanta gracia, nuevamente escuchamos la puerta, ser abierta y en cosa de segundos vemos a Lyron de pie frente a nosotros. Nos contempla en silencio con la cabeza ligeramente ladeada y Dashiell y yo nos miramos.

—Si vienes a burlarte, ahórratelo —dice Dashiell.

—¿A qué te refieres? —Lyron nos observa con el ceño arrugado.

—¿Qué demonios quieres? —Ahora soy yo quien se dirige a él y su mirada se desvía hacia mí.

—Solo... —toma una respiración profunda, al mismo tiempo en que endereza su cuerpo y se encoge de hombros—. Sacarlos de aquí.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora