Capítulo 15

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NATHALIA

Dos cosas son las que deseo hacer en estos momentos, la primera es encarar a Lysander. Decirle lo mucho que me repudia en estos instantes y hacerle pagar por haberse creído con el derecho de arrebatarle la vida a mi padre. La otra cosa es, confrontar a Daron acerca de lo que Dashiell me ha dicho, quiero saber la razón de por qué me ha ocultado que él es su hermano.

Tiro de la enorme puerta de cristal de la biblioteca y me adentro en ella, desde mi posición mis ojos encuentran a la señora Wood, la dueña. Está sentada detrás del mesón. Mi ceño se frunce y mis ojos buscan por todos lados a Adrienne, pero no la encuentran. Miro a mi alrededor y la gente, como siempre, parece estar sumida dentro de otro mundo, mientras el silencio reina. Me acerco al mesón y la señora Wood levanta la vista hasta a mí, me sonríe amablemente como siempre lo ha hecho y no dudo en devolverle el amable gesto.

—Nathalia —saluda inmediatamente con un tono de voz que no perturba el silencio que hay dentro de la biblioteca.

—Señora Wood —digo en un susurro y con una sonrisa sobre mis labios—. ¿Qué hace por aquí? —interrogo—. ¿Dónde está Adrienne?

Ella me observa fijamente sin borrar la paz y felicidad que adornan su avejentado rostro.

—Me llamó, diciendo que renunciaba —contesta—. Así que tuve que venir, ya que me dijo que se iría hoy mismo. Ahora me verás por aquí hasta que encuentre a dos personas más.

Mis ojos se abren ligeramente ante la sorpresa y dudo que ella no se haya dado cuenta de ello.

—¿Por qué renunciaría? —cuestiono extrañada.

—Dijo que había encontrado otro trabajo donde le pagarían mejor —se encoge de hombros al mismo tiempo que acomoda sus lentes.

Seguramente ha tomado la decisión para fastidiarme, porque sabía que yo pronto renunciaría.

—En ese caso, solo debe encontrar el reemplazo de ella —me encargo de comunicarle.

La señora Wood ha sido una mujer muy buena conmigo, desde el día en que me dio el trabajo. Ha sido muy amable, preocupada e incluso demasiado compresiva cuando he requerido de ello. Así que, más que como mi jefe, la considero una gran amiga e incluso como si fuera la abuela que nunca tuve.

—¿No te irás? —pregunta con algo de sorpresa en su tierna voz.

—Puedo seguir ayudándola, usted ha sido muy buena conmigo, es lo mínimo que puedo hacer —sonrío—. Le debo mucho, señor Wood.

—¿Lo dices en serio? —la emoción en sus palabras me entrega la mejor de las satisfacciones.

Siempre es bueno corresponder a los favores y devolver la mano cuando se pueda.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora