Capítulo 22

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N/A: este capítulo está en su totalidad reescrito, por eso me he demorado más en poder actualizarlo. Espero que los disfruten y me dejen saber que les parece.

 Espero que los disfruten y me dejen saber que les parece

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NATHALIA

Observo a mi alrededor y no hay nada.

Mi memoria parece estar en blanco y cuando me aprieto la cabeza con las manos al instante en que mis ojos repiten la acción con esfuerzo, todo lo que encuentro en sus complejos cajones, es mi nombre; Nathalia Amelie Chardin. De repente oigo una voz que proviene desde la oscuridad en la que me encuentro, mis ojos vuelven a permanecer abiertos y entonces la veo a mi lado. Por un momento creo que es un espejo, pero ella deshace la pose que me ha copiado y me observa con sumo cuidado. Mis ojos la inspeccionan y no parecen reconocerla, aunque lleva mi rostro, mi cabello y hasta mi ropa.

—Es mi turno —pronuncia en un susurro que me hace mirarla con el ceño fruncido.

—¿Qué? —cuestiono sin comprender de qué habla.

Ella se acerca tan rápido que apenas puedo percibir el movimiento de sus manos hacia mi rostro y tan rápido como un pestañeo sus manos acunan mis mejillas. Ella sonríe con malicia y entonces siento que algo me es arrancado desde adentro. Mis ojos se vuelven blancos y todos mis recuerdos me azotan con vehemencia.

—¡No! —exclamo al ver su espectral cuerpo acoplarse en el mío, mientras yo he sido despojada.

Veo todo desde este lado de la oscuridad y ella contempla su alrededor que se supone es el mío. Está en la misma habitación donde Daron, Lysander y yo estábamos. Intenta sentarse en la cama y cuando grito desesperada, ella siente un dolor punzante en sus sienes que se lo impide y yo también lo siento.

—Has despertado —dice el hombre que es más que un extraño para ella, pero no para mí—. ¿Cómo te sientes? —pregunta con cautela y sus ojos azules la examinan.

Entonces ella me roba mis recuerdos o lo que le conviene de ellos.

El espectro que se ha robado mi cuerpo, lleva la vista hacia donde Daron estaba de pie, atado de manos con aquellas cadenas. Una ola de preocupación me arropa y a ella también, pero a pesar de que yo sé quién es él, ella no puede saberlo y yo aún no entiendo como ha sido capaz de saber quién es Lysander en mi vida y no quién es Daron.

—¿Dónde estoy? —pregunta con el ceño fruncido —. ¿Quién era el chico de las cadenas? —La curiosidad se puede palpar en sus palabras.

—Estás en casa —él miente descaradamente—, ¿me recuerdas? —le cuestiona, ignorando por completo su última pregunta.

Y eso me alivia, porque si ella no puede robar de mis recuerdos a Daron, significa que hay una razón poderosa detrás.

Ella niega con la cabeza, pero miente como del mismo modo que Lysander lo hace. Ella sabe quién es él, lo ha hurgado en mi memoria, pero prefiere guardarlo para sí misma.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora