TA

100 13 2
                                    

Santiago y yo disfrutamos de lo que hace mucho no hacíamos y eso me recordó lo perfecto que encajamos uno con el otro.

—Santi—me miró a los ojos—¿Recuerdas cuando te dije que quería hacerlo y pagaste un hotel y preparaste todo y yo dije que me había venido la regla?

—Sé que no fue cierto, llevo años contigo y nunca te ha dolido así. No sufres de dolores.—Besó mi cabeza.—Pero me asustaste, la palidez del susto era natural y el sudor frío. —Nos quedamos e silencio unos minutos. —¿Por qué te tragaste las pastillas?

—No me iba a delatar así—Soltó una carcajada— y me dolía la cabeza.—Besó todo mi rostro.

—La próxima delátate loca, —Besó mi frente. —vamos a vestirnos.

—No yo quiero estar así,—Besé su cuello— envueltos,—la barbilla— solos, sin enfermera,—Mordí el labio inferior— ni medicinas—Devoré sus labios.

— Sé lo que tratas de hacer,—Dijo en medio del beso— pero dije que saldríamos—Siguió con el beso hasta separarnos .—Vamos a salir.

La semana pasada compré algunas cosas para no andar con ropa tan grande, como tenía que salir, elegí un vestido azul y accesorios verdes que hacían juego con mis ojos y los de Santiago, recogí mi cabello en un perfecto moño y me maquillé dándome un poco de color que me hacía demasiada falta.

El que Santi me quiera así de pálida y fea me da tanta seguridad, pero no quiero que este aquí por compromiso.

Santi entró oliendo maravilloso y viéndose aún más guapo, su camisa era un tono azul hermoso tenía un estampado casi invisible y el pantalón crema que lo acompañaba resaltaba sus redondas nalgas, siempre me han gustado, pero no tanto como sus intensos ojos.

—Sami ¿por qué me miras a través del espejo?

—La vista es maravillosa de cualquier ángulo amor.—Se acercó depositó un beso casto, tan puro y sincero como el de un niño. Metí en mi bolsa unas pastillas que debía tomar, más maquillaje y perfume y le di la mano a mi guapísimo novio. Lo amo tanto.

En el carro escuchábamos nuestro himno viajero: good life— one republic. La verdad no habíamos llegado muy lejos y la habíamos pasado excelente.

Fuimos a un lugar alejadillo de la ciudad, la noche estaba estrellada y fuimos a un camino con vista al lago. Santi vendó mis ojos y me dirigió por el caminito.

—Santiago, le temo a los ojos vendados.

—Amor, eres pésima mentirosa, y no debes mentir a alguien que te conoce así de bien— me alzó y ahogué un grito.

Después de unos minutos estaba en el suelo de nuevo.

—Quiero que veas para donde te digo, a ningún otro lugar.—asentí, me pidió prometerlo.

—Lo prometo.—Vi un campo abierto con un toldo blanco rodeado de magníficas luces al igual que la mayor parte del lugar se veía todo tan perfecto. En el toldo había una mesa enorme. Susurró que mis amigas estaban cerca, luego se arrodilló.

—Sami, sé que hablamos de terminar la universidad y que consiguieras un empleo, pero juro que la vida conspira y no nos da tiempo suficiente. Quiero ser tu todo. Te amo y a pesar de que no veo mi vida sin ti no quiero pensar en que no aproveché mi tiempo a tu lado como debí. Samantha ¿Te casas conmigo?—<<Dios estaba congelada por completo, no le podía hacer eso.>> —Mi amor juro que llevo días planificando esto y si no dices que sí me mato. Sam, es en serio, así que elimina todos esos no de tu cabeza.

¿Cómo te lo digo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora