Estaba sentada en una de las cómodas sillas anti-cáncer, rodeada de personas con cáncer, con un gotero que combatía el cáncer y mi celuloso-canceroso cuerpo en medio de todos aquellos enfermos.
Decidí dejar de compadecerme de mí misma mirar al lado, unas niñas se pintaban las uñas como si estuviesen a punto de salir por la puerta en dirección a una fiesta como si no hubiese cáncer en sus huesos, las tres me voltearon a ver con sus pelucas y rodaron sus ojos hacia mí, la madre de una de ellas les regañó y yo quité la mirada.
— Hola, soy Sam.— dijo un chico y reí ante la ironía.
— Soy Sam.
— No, yo soy Sam.
— Sam, deja de molestar. — Dijo la madre del pequeño y negué con la cabeza. — Los dos se llaman Sam.
— Soy el Sam original.
— Sí, porque adquiriste cáncer primero.
Colton se giró hacia mí y dejó a su paciente para acercarse a donde estaba, miré al pequeño y luego a su madre, ambos me miraban anonadados y yo a ellos; no podía creer lo que había dicho semejante cosa a un niño de ocho o diez años.
— Samantha. — Dijo Colton con ojos asesinos y salió de la habitación.
— Yo... —Intenté disculparme con el niño pero me detuvo.
— No me moriré, tú tienes más probabilidades.
— ¡Sí! y tampoco irás al infierno, todos en esta sala... la mayoría, los menores de catorce iremos al infierno, tú no.
— Exacto otra Sam.
Al finalizar la sesión me disculpé de nuevo con el niño y su madre la cual creía que se lo merecía a diferencia de Colton quién decidió castigarme, por lo que, la próxima sesión iba a estar completamente sola, no podía hacer que Santi saliera del trabajo, Mati me ahogaba y Colton me odiaba, mi amigas simplemente no eran una opción; pelean con cualquiera que dijera cáncer.
Decepcionada y apenada me disculpé de nuevo con el amigo de mi novio quien me dejó en la puerta de mi casa, se despidió con un beso en la mejilla y un corto abrazo además de su típica fresa "llama si necesitas algo", ingresé a nuestro departamento y lo primero que vi fueron las fotos que compartía con Santi, sonreí y caminé en dirección a mi baño para depositar un poco de vómito dentro de la taza, luego de lavar el baño y limpiar correctamente mi boca Amelia mi enfermera personal se quedó a cuidarme; imagino que hasta que llegó Santiago, el cual decidió despertarme hasta la mañana siguiente.
— Te amo.
— Te amo.
— ¿Quieres algo?
— Menos cáncer. — Santiago me dio un beso y fue por la bandeja con el desayuno.
Probé el jugo y la fruta, luego me senté a leer el periódico y Amelia llegó a darme los medicamentos mientras Santiago terminaba de arreglarse.
— Te amo Samantha.— Dijo y yo asentí.—espero te sientas mejor. — me dio un sonoro beso sobre los labios.— Amelia no le dejes hacer una locura.
Cuando escuché la puerta cerrarse hice una seña a Amelia para que me llevara el balde en el cual vomité y le pedí que me llevara a bañar; la mujer me ayudó a caminar hasta el baño y también colaboró con mi baño y cambio de ropa, el día después de la quimioterapia siempre era fastidioso, me sentía terrible y solo quería dormir, además los médico me daban unas dosis de anti-cáncer en cápsulas que no mejoraban mi malestar.
JE LEEST
¿Cómo te lo digo?
Kort verhaalRegularmente las chicas de mi edad piensan en cómo decirle a sus familiares y amigos que han perdido un curso, se van a casar incluso que están embarazadas; mi problema no es ni uno ni otro. Fui al doctor y dijo que me queda poco tiempo de vida, mie...