Capítulo 57: "Nuestra lamentable verdad"

33 2 6
                                    

Nota de la autora: En este caso se cambiará el estilo de narración a tercera persona porque se trata de un episodio especial.

Si la tierra pudiera temblar ante el choque titánico de ambos, entonces ésta lo haría, pero la realidad se imponía ante ellos, ya que no eran dioses como para que eso sucediera, más solamente, se puede señalar a estos mortales como unos individuos tremendamente fuertes.

Unos momentos antes de retomar su lucha, Davis apenas se estaba reincorporando de la sacudida que le había dado Louis, quien ahora, lo esperaba con todos sus sentidos al mil para responder cualquier movimiento que el otro tuviera en mente.

—Eso no ha sido muy amable de tu parte, Louis —el de la capucha roja se levantó sacudiendo sus ropas, y luego miró a sus alrededores, notando que la parejita ya estaba demasiado lejos de ellos como para ir a buscarlos, aun así, si decidía ir detrás de ellos, lo más probable es que el rubio no lo dejara en paz—. Por esta vez cederé —mencionó sabiamente, y sacó unos cuchillos más finos que los anteriores.

—Al fin sabes qué es lo que te conviene —le respondió por fin Louis, quien volvía a retomar su postura de batalla, la cual hacía destacar principalmente su espada que disimulaba ser un bastón común.

—No se trata de eso, simplemente sé que no podré deshacerme de ti tan fácilmente... —entre cerró los ojos el pelinegro con cierta nostalgia, y luego cruzó rápidamente sus brazos en forma de cruz— ¡como en aquellos tiempos! —de repente, el chico decidió iniciar la contienda, y liberó con rapidez los finos cuchillos que sujetaba entre sus dedos, los cuales ahora iban peligrosamente hacia el líder de los Parisi.

El Lobo Blanco no perdió tiempo en defenderse, y con gran habilidad, hizo que su espada danzara de forma elegante para así convertirla en un perfecto escudo, logrando de esa manera que todos los cuchillos rebotaran de forma impecable sobre su hoja.

—¡No te engañes a ti mismo! ¡Tú bien sabes qué fue lo que pasó! —le reprochó a su contrincante, después de todo, el que más había salido herido de esa relación, había sido él mismo. No obstante, dejando a un lado aquella ligera discusión, la cual lo distrajo momentáneamente, se percató de que había perdido de vista a Davis.

Para desgracia de Louis, a pesar de lo poderoso que era, se concentraba mucho en verse bien a la hora de realizar sus movimientos, y eso era una gran debilidad, así que, el detalle de su punto ciego, su enemigo lo tenía bien presente, y es por ese motivo que aprovechó el momento en el que él esquivaba sus cuchillos para: deslizarse detrás de la furgoneta, luego rodar hacia unos basureros, y finalmente, llegar al edificio del cual salió aquel trio.

—Diablos —el Lobo Blanco buscaba desesperadamente a su adversario, al cual no llegaba a discernir por ninguna parte.

El Cuervo Negro, quien ahora tenía ventaja en el terreno, se deslizó por detrás del edificio omitiendo un rato la respuesta que le tenía preparada a Louis, y no fue hasta que llegó detrás de él, que le contestó apenas le realizaba una llave en el cuello con ambos brazos.

—¡Hug! —se quejó el rubio, y al mismo tiempo, dejó caer su espada, la cual se clavó en la tierra, luego se llevó ambas manos sobre los antebrazos de su ex e inútilmente intentó deshacerse del agarre.

—¡Sé lo que pasó, tú me dejaste a pesar de que yo no hacía nada malo! —aseguró el del mechón rojo. Mientras tanto, Louis luchaba por hablar, y decía las cosas de forma corta, pero precisa.

—El que tú... no reconozcas que la codicia también es un pecado, no significa que yo no lo vea —al encontrarse arrinconado, le motivó a tramar una no muy entretejida estrategia. Sin esperar más de su parte, mucho menos una disculpa, se atrevió a pisarlo con fuerza, y esto le permitió que el otro aflojara su llave, así que sólo le restó girarse para darle un golpe con el reverso de su mano en el rostro, de ahí que se agachó para tomar rápidamente su espada, e inmediatamente se distanció—. ¡La realidad es que no puedes aceptar que me cambiaste por tu dinero! —lo señaló él.

Soy un temerario mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora