Capítulo 52: "Valor"

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Sin dudas el primer día significó para mí un pequeño infierno, sin embargo, las disculpas de Louis hicieron que se convirtiera tan sólo en una simple molestia, y claro, también me arrimaron a la sensación de culpa después de hacerle ese pequeño favor.
Momentos más tarde, cuando él se retiró, apareció su hermana, mi bello Ángel, y se dispuso a sentarse a mi lado. Por lo que llegué a notar, entre sus manos cargaba consigo un botiquín, el cual abrió en lo que hablaba.

—Lo siento, Dalton. No he podido serte de ayuda —mencionó con cierta tristeza en lo que separaba los vendajes de la medicina en espray.

—No tienes que preocuparte. Ya deberías saber cómo es Louis. Siempre sale con sorpresas —meneé ligeramente la cabeza en señal de negación, y luego me quité la camisa que llevaba puesta, pues sabía que tendría que aplicar los primeros auxilios.

—Para serte sincera, no me acostumbro a la nueva personalidad de mi hermano —aclaró mientras revisaba el golpe que tenía, el cual parecía estar muy rojo en los bordes, y en el centro morado. Desde esa posición yo también podía verlo, después de todo, era una lesión lateral.

—Pensé que él siempre se había comportado contigo así —le dije algo preocupado, fijando ahora mi atención en mi amada.

—No, siempre se muestra... gracioso, animoso, pero también, caballeroso, aunque nunca antes lo había visto mentir tan seguido ni hacer las cosas que hace, es por eso que me disculpo contigo de su parte —en la cara de Lili, se reflejaba la angustia, así que traté de aligerar su peso.

—Como dije, no tienes que preocuparte. Yo estoy bien, además, Louis ya se disculpó. Deberías hacerte a la idea de que las cosas podrían ser así de ahora en adelante, es decir... no digo que estés a favor de su comportamiento, pero ya él es así, y aunque sea su parte mala, es tu hermano, a fin de cuentas —ella ante mis explicaciones permaneció en silencio y muy seria. ¿Acaso había dicho algo malo?—. ¿Lili, estás bien?

—¡Voy a hacerlo! —dijo repentinamente apretando entre sus manos los vendajes junto al desinfectante, y como su grito fue hecho de la nada, me hizo saltar en mi lugar.

—¿Hacer qué? —pregunté sin entender, aunque también me di cuenta de que no me estaba escuchando del todo.

—¡También entrenaré para hacerme fuerte, así no seré más una carga ni para ti ni para mi hermano! —levantó su puño con determinación; era justo el que sostenía las gasas.

—Pero, ¿qué estás diciendo? ¿Acaso no viste que los entrenamientos de tu hermano son descabellados? ¿Te has vuelto loca? —no sabía en qué momento tomé tanta confianza con ella, no obstante, estábamos teniendo una discusión más que normal, por lo que... ¿debería emocionarme ahora? No, la situación no lo requería, además, Lili me preocupaba.

—¡Cállate, lo haré aunque no quieras! —me encogí de hombros frente a su repentino cambio de ánimos; ahora que recuerdo... mi bella flor había tratado de la misma manera a Louis en el hospital, ¿no? Aunque ese comportamiento seguía pareciéndome lindo.

—¿En verdad estás segura? —la volví a interrogar, y mi Ángel asintió varias veces de forma enérgica—. Bien... entonces no tengo más nada que decir al respecto —sonreí a duras penas, porque a pesar de que no estaba de acuerdo con la idea, no podía oponerme a mi amada ni a su entusiasmo.

—¡Bien! —entonces, ella felizmente se acercó a aplicarme la medicina, la cual me hizo arder sin dudarlo.

—¡Hum! ¡Arde! —gemí por el dolor, e incluso, cerré un ojo. Al poco de realizada esa acción, mi dulce flor reaccionó frente a mi queja: ruborizándose y poniéndose algo nerviosa.

Soy un temerario mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora