—Shh, Mackenzie —murmuro mientras caminamos entre la gente aunque es inútil, la música está muy alta y no puede oírme.

Por más que haya dicho lo que haya dicho, no puedo evitar sentirme mal por ella.

Nos hacemos paso entre la masa de universitarios borrachos que bailan y festejan. Nunca sabremos qué, ellos festejan todos los días.

Una vez en la calle, me apresuro a caminar el tramo hacia el auto. Nos toca esquivar a unas cuantas chicas borrachas que mientras se abrazan intentan volver a sus casas o residencias.

Cuando llegamos a mi auto, Nick sube a Mackenzie al asiento trasero y se queda con ella. Solo ruego que no le den ganas de vomitar de nuevo.

Apoyo mi huella, el auto la detecta y estamos listos para irnos. En el camino a casa, Nick intenta calmar los llantos de la niña, pero es inútil.

Escucho las palabras de Nick intentando tranquilizarla, y una sensación de deja vu me llena el cuerpo. La situación me resulta familiar, puesto que hace dos años, era yo la que iba en el asiento de atrás llorando porque los "amigos" de Zack me dieron la paliza de mi vida.

—Soy una tonta —murmura entre sollozos—. Perdón Quinn, perdón. No quise decir eso sobre ti. Adelaide seguía insistiendo por información y... —no puede continuar porque sigue llorando.

Hago contacto visual con Nick a través del espejo retrovisor y él me devuelve una mirada preocupada.

Apuesto a que no muchas personas terminan así después de su primera borrachera.

Las calles están vacías por el horario. Llego a casa en menos de veinte minutos. Cinco después, estamos saliendo del auto. Mackenzie no vomitó en el auto, eso es una buena señal. Digamos.

Utilizamos la escalera caracol que da directo a las habitaciones para ahorrarnos causar un escándalo al atravesar la casa. Nick lleva a Mack en sus brazos.

—Oh, perdón. Perdón, perdón, perdón por todo esto —suplica ella a medida que caminamos por los pasillos.

Agradezco en mi cabeza que mamá y Matthew no estén en la ciudad porque sería un verdadero desastre si los despierto con todo este circo.

Abro una habitación para invitados que tiene baño y le indico a Nick que entre.

Él sabe que hace cuando pasa directamente al baño. No es tan grande como los del resto de la casa pero algo es algo.

—Mack, tienes que dejar de llorar —le pido corriendo algunos mechones de cabello pegados a su rostro por las lágrimas.

Sus ojos están rojos e hinchados, tiene la máscara de pestañas corrida lo cual empapa con negro sus ojos. Las lágrimas siguen empapando toda su cara. Luce terrible, pero aún así conserva esa inocencia.

—No puedo —murmura y lloriquea aún más, pero esta vez es como si le faltara aire—. Hice el ridículo... Y odio a mis padres.

Nick, que aún la carga con sus brazos como si fuera una princesa, me da una mirada de confusión ante la mención de sus padres. Me alzo de hombros.

—Ey, ey  —tomo su rostro con mis manos delicadamente y hago que me mire—. Mackenzie, necesito que te concentres y dejes de llorar.

—¿Concentrarme para qué? —espeta y llora aún con más fuerzas.

Estoy a punto de perder la poca paciencia que me queda.

—Mackenzie, aún no has expulsado todo el alcohol que tomaste —le dice Nick en un tono más comprensivo que el mío—. Te hará mal si no vomitas todo lo que has bebido.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Where stories live. Discover now