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A la distancia su madre le extendía la mano, la agitaba repetidas veces para hacerle entender que debía seguirla por aquella puerta. Ella ya estaba a punto de cruzar el marco y perderse en la inmensa luz que aguardaba detrás pero Yoongi permanecía inmóvil, arrodillado mirándola partir.

Sabía que tenía miedo y que la sonrisa en el rostro de ella era totalmente falsa. Podía sentir su miedo a millas de distancia, sin embargo, no había nada que él pudiera hacer para disiparlo. Solamente podía observarla alejarse y perderse... Perderse para siempre.

¿Volvería a verla?

Mamá.

Una lágrima resbaló por la mejilla del pelinegro, la frialdad de la misma se extendió hasta su mentón y cayó en el suelo. Yoongi pudo ver como desaparecía a la distancia, sentía un dolor punzante en su nuca y no era precisamente por el sueño que acababa de tener. Nada tenía que ver con ver el rostro de su madre lleno de lágrimas mientras sonreía.

Se debía al golpe que había recibido en el estudio de Min y que lo había hecho perder la conciencia por al menos dos horas. Ese tiempo le sirvió a Min para varias cosas pero la más importante de todas es que tenía a Yoongi en sus manos y nadie lo sabía.

Excepto por Namjoon.

  — ¡Yoongi, Yoongi! —Llamó el moreno mientras sentía como el sudor le caía a cántaros en el rostro —Hombre, ¿estás despierto?

Yoongi movió lentamente la cabeza para asentir. Se sentía mareado y no había recuperado la vista por completo, todavía las imágenes se formaban borrosas en su retina. 

De lo que sí estaba consciente era del inmenso dolor que sentía en su torso y brazos además del de cabeza.

  — ¿Qué... —Se tomó su tiempo para afinar la vista y oídos, levantó la mirada y vio a Namjoon a unos metros de él suspendido en el aire amarrado con una soga por alrededor del torso, aprisionando sus manos —Pero, ¿qué mierda... —Replicó con la voz ronca. Tenía la garganta seca.

— Yoongi, nos han cogido.

No había sido hasta ese momento cuando el pelinegro notó que él estaba en la misma posición incómoda que Namjoon y que el sabor metálico que sentía en la boca probablemente era su sangre. 

— Pensé que te habían matado, Dios... Cuando te trajeron con la cara toda ensangrentada.

— Me han golpeado en la nuca —Dijo arrugando el rostro un poco por el dolor —¿Cómo te agarraron?

Yoongi empezó a inspeccionar el lugar donde ambos se encontraban y luego de ver un montón de tuberías viejas, algunas sillas de un juego de comedor antiguo y una que otra estatuilla llegó a la conclusión que estaban en el sótano de su antigua casa.

Maldita casa, maldito infierno. 

  — Fue cuando estaba llegando a mi casa... No lo sé, pudieron haber interceptado nuestras llamadas o habernos seguido —Namjoon tenía el rostro magullado, seguramente se había resistido a que lo agarraran.

—   Joon, por Dios —Yoongi rió con amargura —Esta no es una maldita película de espías —Se removió un poco y sintió el fuerte agarre de la soga en sus brazos —Hijos de puta...

— Ficción o no, lo cierto es que nos han agarrado y nos van a matar. ¿Lo sabes, no? —Dijo Joon derrotado. Se veía tan patéticamente derrotado colgando de aquella soga que Yoongi se rió con amargura al imaginarse que él lucía igual o peor.

— ¿Matarnos...? —Yoongi pensó inmediatamente en Sae Wa.

¿Quién le iba a explicar a Sae que estaba a punto de morir?

neon → min yoongiWo Geschichten leben. Entdecke jetzt