Capítulo 39. "¿La última de las medianoches?"

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Oscuridad. Silenciosa oscuridad que llenaba todos los recovecos de mi mente. Negro y más negro proclamando su reinado en cada parte de mi cabeza.
Sonidos apagados y agudos en algún instante, susurros formando plegarias a lo lejos, voces inconexas y ruidos desesperantemente repetitivos… de nuevo silencio....
¿Cuánto de aquello era real? ¿Cuánto mera imaginación mía? ¿Cuánto jugarreta de mi mente?
No estaba seguro de nada, no podría decir si estaba más vivo que muerto, o más cuerdo que desquiciado. Tal vez la respuesta era que simplemente todo había salido mal, tal vez y jamás debí de confiar en la medicina.
¿Lo había perdido todo?
Oscuridad tan conocida como temida, no quería volver a vivirla y al mismo tiempo era lo que más deseaba, al menos saber que podía vivir algo en el mundo.

—¿Qué hora es, hija?
—Como las dos.
Murmuraban dos voces femeninas muy lejanas, a volumen muy bajo como si se tratara de un radio de poco alcance.
—¿Y dices que todo salió bien? —preguntó la primera voz.
—Sí, todo fue un éxito —afirmó la segunda, un tanto más dulce y que por alguna razón lograba que sintiera cosquillas en el pecho.
—Entonces, ¿por qué no despierta?
—No lo sé —admitió con seriedad la segunda voz—. Debería estar haciéndolo. Tal vez ya nos oye sólo que no debemos presionarlo, fue una operación larga y tuvo mucha anestesia en su cuerpo.
De nuevo silencio. ¿Ellas habían callado o yo me había vuelto a sumir en la oscuridad?
No podía hablar, no podía hilvanar ideas, ni siquiera tenía alguna pista de dónde estaba. Perdido en la maraña de silencio y oscuridad que no me permitía descifrar ninguna palabra o codificar alguna nota de voz.
—¿____? ¿Estás bien?
—Sí, Maura, sólo estoy cansada.
—Mira, __, no soy tu madre pero me doy cuenta de las cosas y esto no es sólo cansancio. ¿Qué sucede? Es por Niall, ¿cierto? Si algo salió mal, dímelo por favor —rogó la voz más lejana a mí.
La de mamá. Casi podía jurar que era ella, reconocería una voz que viniera oyendo por tantos años. Era la misma que se unía a recuerdos en sepia de imágenes de un niño castaño y andar inquieto, y una mujer de cabello rubio y ojos café.
—No tiene que ver del todo con la operación… —susurró ____, mi ____.
La misma chica sin rostro, o uno irreal, nunca visto, pero no por eso menos hermoso. Ella lo era, estaba seguro.
—¿Qué pasa? —habló mamá con voz conciliadora.
Sí, ¿qué pasa?
_______ suspiró y deseé poder tener la suficiente fuerza como para levantarme y abrazarla ahora que comenzaba a unir cabos sueltos. Ahora que al menos sabía que no estaba solo.
—Tengo miedo —musitó casi sin volumen.
—¿A qué temes, hija?
____ volvió a suspirar y sentí un roce en una mano. ____, mi amor, si tan sólo pudiera hacer algo para reconfortarte.
—Tengo miedo a lo que le parezca cuando despierte —dijo a media voz, como si hablara con las mantas —, estoy segura de que volverá a ver ¿y si al verme se decepciona? ¿Y si piensa que lo nuestro no puede continuar? Lo dejaré ir si es lo que quiere, aunque no imagine mi vida sin él —tomó aire y quise gritar—. He visto a Alice… —guardó silencio—. Es hermosa, cualquier persona pierde autoestima de sólo estar cerca, sé que él y ella pasaron mucho tiempo juntos por lo que su historia debe ser difícil de olvidar y yo… bueno, no tengo ni pizca de ella.
—Me sorprende que lo digas, ____. Imagina que Niall te estuviera oyendo, ¿qué estaría pensando?
____ rió por lo bajo y me sentí mejor, escucharla reír parecía ser mi sentido de existencia.
—Me diría que soy la mujer más hermosa que no ha visto —y volvió a reír melodiosamente, sus risas se apagaron amargamente—, pero justamente, no me ha visto y…
—Mira, lo que tú tienes no lo tiene Alice y creo que incluso tú que no tuviste que soportarla por año y medio sabes de qué hablo —hubo silencio—. Y conociendo a mi hijo es precisamente porque no te pareces a Alice que él te ama. Niall aprende rápido, lo sabes y no comete dos veces el mismo error. Por esto, ____, no debes preocuparte, Niall te ama y estoy segura de que te amará aunque tengas cinco brazos.
Esta vez fue mamá quien rió. Quería abrazarlas a ambas.
—Gracias, Maura.
Sonreí y un dolor punzante me atravesó el cráneo como un rayo. Me quejé.
Pude sentir la tensión de mamá y ____ al aferrarse a los bordes de la cama al escuchar aquel sonido proveniente de mí.
—¿Despertó? —preguntó mamá con la voz más aguda y más cerca de mí.
—Eso creo —musitó ____ desde una altura mayor —, llamaré al doctor, espero esté en la guardia —escuché la presión de un botón a un lado de mi cabeza al tiempo que el dolor comenzaba a mermar.
—Niall, soy mamá, ¿me oyes?
—¿Mamá? —dije con voz ronca y temí que no hubiera llegado a sus oídos al ser tan débil.
—Estamos aquí, hijo —pronunció ella y pude detectar una sonrisa en su voz.
También sonreí, con el correspondiente dolor de cabeza. Volví a quejarme.
—Tranquila, Mura, ya le inyecté un analgésico —explicó ____ suavemente poniéndose a mi altura —. Te sentirás mejor en un momento.
—Te has quedado —musité maravillado girando la cabeza levemente hacia ella.
—Quédate quieto o el analgésico no servirá de nada —me retó ____—, prometí que me quedaría ¿o esperabas que te dejara solo en estas condiciones?
—La verdad —hablé intentando pronunciar las palabras con la garganta seca—, pensé que… lo habías dicho para que me esforzara y tuviera fe en que saldría de esta.
—Me ofendes, amor —dijo ella depositando un beso en la mano que sostenía cálidamente—. ¿Cómo te sientes?
Levanté una mano—la que ____ no tomaba— y sentí que tenía la cabeza cubierta de gasa, desde los ojos hacia atrás. Me invadió una sensación de deja vù y recordé la última vez que había estado en esa situación. Sólo esperaba que esta vez tuviera un resultado diferente.
—Bien, supongo —dije e intenté reír. Eso dolió.
—Tranquilo, Niall —habló mamá.
—¿Cuánto tiempo pasó? —pregunté recordando las últimas sensaciones: la entrada al quirófano, el sonido de las máquinas, el frío de la anestesia envolviéndome por completo…
—Estás inconsciente hace dos días, pero el doctor dijo que era lo mejor que te podía pasar luego de semejante operación —me explicó mamá.
—¿Dos días? —repetí susurrando sin poder creerlo, ésa era la razón por la que apenas sentía mi cuerpo.
Nos sumimos en un silencio sólo roto por el holter conectado a mi corazón. Tenía muchas preguntas pero a la vez me sentía adormilado, adormecido, no tenía hambre ni sed, quizás un poco de frío, pero mientras ____ mantenía su mano unida a la mía todo parecía ir bien.
—Buenas noches —saludó la voz de un hombre luego de escuchar la apertura de una puerta.
—Es el doctor, Niall —me dijo mamá.
—Buenas noches, doctor —saludé en respuesta, preguntándome qué hora era.
—Bien —musitó el doctor Mayer con esa tranquilidad tan suya —, ¿cómo te sientes?
—Estoy algo desorientado, eso es todo —respondí con la misma voz pastosa.
— ¿Sientes dolor? —siguió preguntando el doctor.
—Me duele la cabeza cuando me muevo, eso no es grave ¿cierto?
—Claro que no, tus signos indican que la actividad neuronal es normal y si todo sigue así por la mañana podríamos hacer el intento de quitarte las vendas ¿te parece bien? —me preguntó.
Era lo que más esperaba.
—Como usted diga, doctor —dije intentando sonar tranquilo y apretando la mano de ____.
¿Unas horas más? Parecía como si faltaran siglos para entonces.
Al sentir el apretón cariñoso de ____ supe que podía soportarlo todo, incluso “unas horas” tortuosamente largas. Había logrado sobrevivir prácticamente todo un año con aquella ceguera, podía soportarlo un poco más.
El doctor se quedó un rato más evaluando mis reacciones sensoriales, en caso de que mi mala suerte hubiera apagado otro sentido en lugar de —quizás— reparar uno dañado.
Mientras tanto, podía sentir la felicidad manar de mí mismo al saber que al menos había sobrevivido a la operación, que estaba en compañía de mamá y que ya no estaría preocupada al no verme despertar, tomado de la mano de mi novia que se había quedado a pesar de creer que no lo haría, debía de darle crédito por ello. Ahora bien, evitaba pensar en la opción de la ceguera permanente… no estaba seguro de poder juntar la suficiente fuerza como para separarme definitivamente de ____, ni siquiera la había soltado mientras el doctor Mayer me examinaba... aquello iba a resultar difícil.
Suspiré sonoramente mientras oía rechinar la puerta frente a mí y la partida del médico acompañado al sonido.

Luz de medianoche. {Niall y tu} TERMINADAWhere stories live. Discover now