capítulo 26 "Vilipendios y apologías. Parte 1"

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El beso de Alice era de nunca acabar. Por más que intentaba separarme de ella, mi ex novia parecía haber perdido algo muy valioso en mi boca.
—Alice —balbuceé sobre sus incesantes labios y empujándola con suavidad por los hombros....
Finalmente, y luego de lo que se me antojó media hora de beso, desistió y se lanzó a llorar sobre mi pecho tan amargamente que parecía que lo que había caído a mí boca ya estaba perdido.
No sabía qué hacer con ella. Ni tampoco tenía tan poco corazón como para dejarla allí a su merced con tanto alcohol en su cuerpo, ¡y vaya que tenía alcohol! Su beso quemaba por esa razón.
Le di unas palmaditas en la espalda mientras sus sollozos se amortiguaban contra mi camisa y se ocultaban bajo la ruidosa fiesta.
—Ven.
La invité a que se pusiera de pie y al sentir que su peso variaba de un lado a otro, crucé uno de sus brazos detrás de mi cuello y la pegué a mi cintura para que no perdiera el equilibrio.
Me guié con mi bastón para encontrar el sector donde ____ me había mostrado había sillones y podíamos sentarnos. Pensaba que al ser un lugar cercano a la puerta, quien sea que hubiera llevado a Alice la vería y sería cuando por fin yo sería libre.
Recordé a ____ y me imaginé lo bien que la estaba pasando con Louis, demasiado entretenida para ir a mi ayuda.
Alice se sentó en uno de los sillones y rápidamente tiró de mi mano para que ocupara un sitio con ella.
—Alice, debo irme, yo no…
—¡Sh! —me calló ella poniéndome dos dedos sobre los labios —. Tengo un plan mejor —me susurró y de nuevo me besó antes de que pudiera reaccionar.
Su impulso fue tanto que ambos quedamos tendidos sobre el sofá, ella sobre mí y yo intentando sacármela de encima. Estaba consciente de que su comportamiento se debía al hecho de haber ingerido quién sabe cuántos Milky Ways y que eso no la hacía merecedora de un mal trato.
Los besos de Alice, además de no dejarme hablar, no se sentían como un beso, simplemente no los sentía y no quería engañarme imaginando que ésos eran los labios de ________. En primer lugar, porque no me aprovecharía de la borrachera de mi ex para saciar mis propias frustraciones, y en segundo porque estaba seguro —aunque nunca me hubiera llenado de algo más que simples roces en la mejilla— que los besos de mi amiga serían más dulces, incluso delicados y en definitiva sin el sabor a alcohol.
Alice era lo contrario a ________ y no quería decirlo pero me causaba repulsión saber qué tan bajo había caído ella. Alice me daba pena.
—Basta, Alice —le dije sentándome poniéndome rudo.
—¡Oh, vamos, Niall! Sé que quieres lo mismo que yo ¡me has devuelto el beso! —gimió Alice entre hipidos.
—Creo saber la diferencia entre un beso y un acoso.
Alice resopló. Nunca le había gustado que hablara tan seriamente.
—¿Me dirás ahora que no me extrañas, Niall? —murmuró y sentí su aliento en mi cara. Retrocedí unos centímetros.
La sensación me ayudó a darle el tono exacto a mi voz.
—La verdad, no. Ya no me atraes. No siento nada por ti —aseguré poniéndome de pie.
Pero ella no perdería tan fácil… me tomó de la muñeca haciéndome sentar de nuevo y cuando habló otra vez ya no era el susurro medio sensual-medio alcohólico que hasta entonces usaba.
—Es porque eres ciego, Niall. Si pudieras ver sabrías lo que te estás perdiendo. Pero nunca volverás a sentirte atraído por nadie. No puedes desear lo que no ves, Niall. ¿Qué se siente nunca poder admirar la belleza? —preguntó y supe que lo hacía retóricamente, o eso quise pensar, pues no quería dar una respuesta—. Soy hermosa y lo sabes —continuó—, pero eres ciego y eso no me sirve de nada, Niall. Ni a mí ni a nadie… créeme.
Ése era el discurso más largo de la noche, y me había ayudado a confirmar la teoría que había formado desde el momento que ella había decidido dejar de ser mi novia. Sin embargo, y por alguna razón, eso me tenía sin cuidado.
Alice con sus litros de alcohol encima, su cinismo e hipocresía a cuestas, había dicho la verdad más grande que podría llegar a oír: que yo fuera ciego no le sirve de nada a nadie. Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
—Entonces —dije con un hilo de voz—, si no te sirve que yo fuera ciego… ¿por qué me besaste?
Alice rió y lo entendí.
—Diversión, James. Eso que a ti te falta.
El peso a mi lado desapareció junto con la pequeña porción de autoestima que me había costado tanto construir. De repente, me invadieron las ganas de estar en mi cuarto, solo y en silencio, hundiéndome en mi miserable conclusión, una que ya conocía pero que quise cambiar.
Pero bien sabía yo que no bastaba con desear algo con todas tus fuerzas. No bastaba con que deseara aparecer en mi cuarto cuando no podía siquiera volver a pie hasta casa. No bastaba con rogar volver a ver cuando estaba condenado a la ceguera. No bastaba con desear olvidar a ________ cuando estaba maldito a querer sin que me correspondieran. Y porque no bastaba con amar con todo tu corazón a la persona más brillante, dulce y sensible del mundo para ser feliz.
Volví a la barra pidiendo permiso entre las personas que seguían aquella fiesta ajena a mí y solicité otro Amsterdam a la espera de que la reunión terminara.
Bebí a grandes sorbos mientras escuchaba risas y gritos por todas partes, la música aún retumbaba en el lugar y yo ni siquiera sabía qué hora era.
_______ no acudió a mí y si lo hizo no me habló, Louis tampoco volvió y no quise pensar mucho en la casualidad. El barman tenía la misma capacidad de conversación que una botella de gin y yo me limitaba a escuchar la música, tratando de ahogar mis propias cavilaciones.
Mi reloj dijo que eran las cuatro de la mañana cuando el griterío comenzaba a mermar y la música romántica aumentaba en repeticiones.
—Niall, nos vamos. ¿Vienes? —dijo Louis llegando desde atrás y poniéndome una mano en el hombro.
Tomé el último trago de mi Amsterdam y me puse de pie. La cabeza me dio vueltas y sentí que mis piernas no sostenían mi peso, unas manos pequeñas me tomaron de los hombros antes de que cayera al suelo. Era ____, lo sabía aunque no dijera nada.
Alguien, supe que era Harry porque su cabello me acariciaba la mano, me guió hasta el auto de Louis, entre todos me ayudaron a sentarme en el asiento trasero al lado de Harry.
Todos hablaban algo acerca de Liam y usaban mucho las frases: ‘No estaba acostumbrado’ y ‘Debí estar allí para evitarlo’, pero mi mente parecía nublada y no lograba hilvanar dos ideas juntas. Todo lo que supe era que en un segundo estaba sentado dentro del auto con la brisa azotándome la cara y al siguiente sentía que una calidez que salía de una puerta la desplazaba.
—¡Por Dios! —gimió una mujer que reconocí como mamá casi de inmediato.
—Está bien, Maura. Sólo se le pasó la mano con los tragos, supongo que estaba celebrando —explicó ____ y sonreí al saber que se había quedado conmigo a pesar de todo.
Ella iba adelante mientras que Louis y Harry me cargaban por los hombros.
—¿Pueden llevarlo a su habitación? Es por aquí —dijo mamá y mis amigos me llevaron hasta allí a rastras.
Sentí el colchón en mi espalda enseguida y lo agradecí. Alguien me quitó las zapatillas, me desprendió la camisa y ubicó mi cuerpo de modo que mis piernas no quedaran colgando a un lado de la cama.
Tenía calor y sueño, sentía que la transpiración pegaba la tela que me cubría a mi piel, pero estaba demasiado cansado como para hacer algo para sentirme mejor. Aún así logré escuchar cuando todos salieron y la voz de mamá sonaba del otro lado de la puerta.
—Gracias, chicos por traerlo. ¿No quieren tomar algo? Un poco de café para el camino.
—No, gracias, Maura —dijo Harry.
—Y tú, ____, creo que será mejor que te quedaras esta noche, me da miedo que salgas a estas horas… tu habitación aún está preparada así que no hay problema.
—Se lo agradezco, Maura.
Quizás en ese momento ya estuviera dormido y en realidad estaba soñando toda aquella conversación.
—Puedo llevarte si quieres —se ofreció Louis.
—No gracias, Lou. Ustedes deben ir a ver cómo sigue Liam.
—¿Qué pasó con Liam? —preguntó mamá.
—Nada grave. Sólo que tomó mucho alcohol y se desmayó en plena fiesta… —contó ____.
Dijo algo más pero su voz se desvanecía como si alguien le hubiera bajado el volumen a la radio hasta desaparecer.
Esa noche soñé con Alice. Sentía sus besos en mis labios, pero no eran ni por asomo parecidos a los que me había dado en la fiesta, ni los mismos de cuando éramos novios. Éstos eran dulces, lentos, delicados y dedicados.
Había abierto los ojos en mi sueño y en lugar de encontrarme con el rostro de mi ex vislumbré uno diferente, uno mil veces más hermoso, pero aún así y aunque conocía ese rostro, sabía que esa imagen era insuficiente. Frente a mí estaba la ________ que mi mente había intentado reproducir a fuerzas de sonidos y sensaciones.
En mi sueño le sonreía y volvía a besarla como si ella fuera la única fuente de un néctar que hasta entonces creía desconocido.

maratón de 6 capitulos -itzel

Luz de medianoche. {Niall y tu} TERMINADAKde žijí příběhy. Začni objevovat