Encuentros

911 43 34
                                    


La noche se antojaba fría. En nada se parecía a las cálidas noches anteriores en las que uno podía dormir a la intemperie sin sentir la más mínima corriente de aire. Pese a ser aún verano algo había cambiado; y Arien lo sabia. Sus penetrantes ojos verdes escudriñaron por última vez el páramo, segura de que no hubiera enemigos a la vista, y descendió de la ladera a paso ligero, volviendo a donde sus pertenencias y su fiel amigo la esperaban. 

Escondido en algún lugar del bosque, junto con un zurrón y una lanza de plata, se encontraba un gran tigre de las Tierras del Norte, dos veces el tamaño y la fuerza de uno común, más agresivo y fiero; y a la vez el animal más noble de toda la Tierra Media. Nada más verla, el gran tigre pareció sonreír, al menos sus ojos lo hicieron, y ella le regaló la más sincera de sus sonrisas antes de tumbarse con la espalda apoyada en el suave pelaje del tigre. Ambos miraban las estrellas, tal y como cada noche hacían.

Ella cerró los ojos, concentrada únicamente en el vaivén de las hojas por la brisa de la noche. Sin lugar a dudas su sonido favorito. Finos mechones de pelo negro se mecían con el viento, siguiendo el ritmo que la brisa. 

Y a pesar de todo, por un momento, Arien se sintió en paz. Tener la mente ocupada le hacía poder mantener la calma. Es por ello, que después del luto y la clausura, la oferta de Gandalf le fue muy tentadora. Temerosa en un principio de volver a embarcarse en aventuras, una chispa dentro de ella se encendió al imaginarse otra vez recorriendo extensas praderas, subiendo montañas escarpadas, cruzando lagos profundos, y entre medias tal vez enfrentándose a alguna pandilla de orcos rezagados. Ese fuego que crecía en la elfa, le obligó a guardar sus penas en lo más profundo de su corazón y continuar con su longeva vida. Y ahora, tumbada sobre el suave pasto con el viento acariciándole la cara, volvía a sentirse viva. 

Pero su calma se vio súbitamente truncada por unos pasos apresurados sobre la hierba. De la boca del tigre salió un pequeño gruñido al tiempo que Arien ya con la lanza en la mano rastreaba el sonido.

- ¿Lo has oído?- susurró entrecerrando los ojos observando detenidamente el bosque que les rodeaba. El animal se levanto sin hacer ruido, y agazapado se adentró en las altas hiervas, preparado para el ataque. Ella se colgó la bandolera y siguió al animal con la lanza preparada.

En el más absoluto silencio se acercaron a dónde la compañía de enanos descansaba. Algunos permanecían dormidos como troncos, mientras que el hobbit y otros dos enanos conversaban, ajenos a cualquier peligro que les pudiera acechar. Eso la tranquilizó, en cierta manera, ya que pese a no estaban en aparente riesgo, decía mucho de su habilidad para detectar una posible emboscada.  Pero, un aullido proveniente de su derecha les puso tanto a ella como a los enanos bien alerta.

- Quédate aquí y vigila- le dijo al gran tigre antes de colocarse la caperuza y desaparecer entre la maleza.

Tomo veloz la dirección desde la que la que venía el aullido; y pronto comprobó que sus temores se cumplían pues poco más adelante, en un saliente rocoso pudo ver a dos rastreadores justo en el momento en el que se alejaban subidos en sus enormes huargos. Maldijo para sus adentros su mala suerte. Los habían encontrado muy pronto.

Volvió a su posición junto al tigre quien la recibió moviendo la cola de lado a lado, se asomó entre los arbustos procurando no ser vista para comprobar que los enanos se encontraban a salvo. La compañía no parecían haberle dado mayor importancia a lo que acaban de escuchar, más bien aparentaban estar sumidos completamente en la historia que uno de los enanos contaba sobre su líder, Thorin Escudo de Roble. Arien había escuchado diferentes versiones de la misma historia sobre el famoso enano dependiendo de en que ciudad se encontrara, y no eran secretas sus ansias por conocerlo. Pero aún no. No hasta que Mithrandir lo permitiera o fuera estrictamente necesario. Ella sabía de la aversión de Thorin hacia los elfos.

The Things We Lost In The FireWhere stories live. Discover now