Caminando por el mundo iban el alma y los sentidos, cuando la primera dijo a los otros:
Miren es la belleza ataviada con lino negro y diez mil perlas rutilantes. En su pecho sobresale una rosa lunar tan nívea cual espuma marina y puesta en la cabeza: una tiara de umbrales oníricos.
No vemos a nadie, solo es la noche – dijeron los sentidos.
Siguieron los trotamundos su avanzada y más adelante el alma volvió a decir:
Miren, otra vez la belleza vestida con rosada franela y rocío vespertino en sus áureos cabellos. Luce un broche dorado que fulgura desde su corazón para bañar en luz lo que sus piececillos tocan.
Ojearon alrededor los sentidos y con negativa agregaron: - Aquí no está más que el alba.
La travesía continuó su curso y más adelante el alma afirmó ver a la belleza:
Mírenla, va arrebujada con un frondoso manto de hierba y en la orla de su vestido se puede apreciar preciosa fauna silvestre. Lirios y azucenas, narcisos y gardenias ornamentan sus trenzas, pulseras de nubes lleva en las manos y botas de céfiro en los pies. Y miren que hermosos encajes acuosos exhibe su traje.
¡Quimeras tuyas! – protestaron los sentidos, la belleza no está aquí, solo hay naturaleza.
Un sendero más adelante, el alma – llena de euforia – habló por cuarta vez:
¡Imposible no la vean ahora! Allí está la belleza como un ángel con alas de verso y cuerpo de lira. Lleva alhajas incrustadas con sublimes pensamientos y sueños místicos cuelgan de su esbelta cintura. Y miren en su garganta el collar de la eternidad.
Con mofas respondieron los sentidos: - En verdad estás chiflada, esa no es la belleza, es una simple hoja con un poema escrito. – Y se alejaron riéndose de su compañera.
El alma se puso a llorar pensando: “deben llevar puestas las máscaras del ego” y luego escribió sobre la tierra: “la belleza solo es visible a los ojos del alma”.
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CUENTOS PARA MATAR MINUTOS
Storie breviVuelan lentos como moscardones de color gris. Zumban con su tedioso soniquete mecánico a nuestro oído. Dan sesenta aleteos sincronizados y luego vuelven a empezar. Qué aburrido! He aquí la solución: un trago de cuentos para que apachurren a esos bic...