El director volvió a reír, como para restarle importancia a mi afirmación.

— No te preocupes, sólo es un adolescente más, enamorado...sólo tienes que esperar a que se le baje el encanto — movió la mano en el aire, como si estuviera espantando una mosca imaginaria — No dejes que esta situación te distraiga de tus tareas, y si sigues estando inquieta, habla con él, eso ayudará a la amistad de ambos.

Lo miré pensativa, analizando su consejo.

— ¡Sí!, ¡Tiene razón! — exclamé levantándome de mi asiento — ¡Hoy mismo!, ¡Esta misma tarde hablaré con él! — y me dirigí a la puerta para irme.

— ¡Suerte! — me dijo el director antes de salir — ¡Y presta atención a tus clases para no enojar a tu maestra!

Me dirigí a mi salón pensando en todo lo que le diría a Nicholas. Ingresé de vuelta a la clase, y la profesora me dejó entrar de vuelta, pero no sin antes darme una advertencia sobre que no quería verme de vuelta soñando despierta, yo le dije que sí, y fue una mentira, porque pasé el resto de la clase, planeando mi conversación con mi mejor amigo.

Al termino de las clases, fui a buscar a Nicholas, pero este ya se había ido a su casa, y de esa forma fue como mi plan se fue por la alcantarilla, pero no importaba, ya hablaría con él al día siguiente.

Ya en mi casa, mientras hablaba por teléfono con Helen, para organizar las siguientes vacaciones en la casa de su abuela, un golpeteo a la puerta interrumpió nuestra conversación.

— Lo siento, Helen, más tarde te llamo — le dije y después colgué.

Bajé las escaleras y caminé hasta la puerta. Al abrirla, mi corazón casi sufre un surménage, por fin verlo después de tantos días, me resulta como un sueño, y me despierta una emoción caliente al pecho. Se me aguaron los ojos, pero parpadeé velozmente para deshacerme de las lágrimas. No podía dejar que me viera débil, y mucho menos, después de tanto tiempo.

— ¿Nicholas? — todavía no podía salir del estupor de su presencia — Hola... ¿Cómo estás?, hace mucho que no te veo — dije cuando pude recobrar la cordura.

— Hola, Diana — dijo y depositó un pequeño beso en mi mejilla. Contuve la necesidad de cubrir la zona besada con mis dedos, por impulso del calor que había dejado allí.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunté, porque debo confesar que su visita me fue inesperada.

— Clara fue a visitar a sus abuelos.

¿Eso quería decir que sólo me vino a visitar porque no podía verse con la cara de cerdo?, esa idea me dejó un mal sabor de boca. ¡Sólo estaba aquí porque no podía verse con Clara!, porque estaba aburrido, no porque en verdad quisiera verme a mí, porque me extrañara, no, era porque no sabía en qué más perder el tiempo hasta volver a verla.

Respiré hondo para no decir algo de lo que pudiera arrepentirme más tarde. Nicholas estaba aquí, no podía arruinar su visita por un ataque de celos, tenía que aprovechar que lo tenía en frente, lejos de Clara.

Ambos ingresamos a la casa. Hacía tanto que no lo veía, que no escuchaba su voz, que ya lo extrañaba con locura.

Nicholas se quedó a cenar, mis padres estaban feliz de verlo y mi padre lo regañó por no pasar a saludar más seguido, a lo cual Nicholas prometió visitarnos con más frecuencia, y yo sonreí feliz, pensando que ahora lo vería más seguido. Talvez el director tenía razón, su amor era pasajero.

Cuando terminamos de cenar, ya era muy de noche, y yo no quería que Nicholas se fuera, hacía mucho que no lo veía, y unas pocas horas no me alcanzaban, quería estar más tiempo con él.

FLASHBACKWhere stories live. Discover now