La última bruja

Poderes

-Lana, despierta- dijo mi madre quitándome la tela que me cubría.

-¿Qué pasa?- digo todavía medio dormida y levantándome por el cambio de temperatura -Es sabado, déjame dormir unas horas más- me quejo a mi madre.

-Tenemos que hablar- me dice seria -Sobre ti y tus poderes.

-¿Pero no puedes esperar un poco? Es muy temprano- digo arrastrando los pies mientras camino.

-No, no, cuánto antes mejor- dice mi madre animada -Además, vamos a hacerte un horario para entrenar con tus poderes.

-¡¿Qué?!- gritó abriendo los ojos de golpe.

-Tienes que aprender a controlarlos cuando lleguen, serás una bruja poderosa, así que si estos se descontrolan, podrías morir tú o las personas que te rodean- dice mi madre seria asustándome.

-Está bien- digo no muy segura.

En el salón, mi madre me explicó todo sobre las brujas, además de sus poderes y dones. A lo largo de los años ha habido diferentes dones, desde leer la mente de las personas hasta ver el pasado, presente y futuro, ya sea por sueños como yo o por otros medios. Algunas podían ver tu ser, saber qué criatura mágica eras solo con un vistazo. Otras hablar con los muertos, pero no directamente, e incluso saber cuándo morirías y por qué razones. Todo esto me daba escalofríos nada más pensarlo.

-Lana, ¿estás escuchándome?- me dice mi madre un poco cansada de llamar mi atención cada dos por tres -Como iba diciendo, tu entrenamiento empezará con controlar los elemento básicos, se supone que sabes leer un libro de hechizos, ¿no?- me pregunta curiosa.

-No será muy difícil- contesto.

Mi madre fue a buscar su libro y al entregármelo, lo abrí por una página al azar.

-Tienes que aprenderte algunos hechizos de memoria, por lo menos los básicos- dice observándome.

-¿Qué se supone que pone aquí?- digo frunciendo el entrecejo confusa.

Mi madre se golpeó la frente con la mano, habría que empezar de cero, pero era normal, yo no sabía nada sobre las brujas y sus hechizos, poderes o lo que sea. Cuando era pequeña, me crié sin alguien que me enseñara todo esto.

-Está bien- dice mi madre respirando tranquila -Culpa mía, lo siento. Empezaremos desde cero.

Y eso hizo, empezó explicándome algunas cosas como los hechizos simples y leer su libro. Así, poco a poco, fui aprendiendo magia.

-¿Cómo llevas lo de los hechizo?- me pregunta Tyler en el comedor del instituto.

Llevaba algunos días entrenando con mi madre y le verdad, estaba guay, pero cansaba mucho.

-Agotada- suelto contestándole.

-¿Puede una loba hacer magia?- pregunta de pronto Amy -Así me enseñas a leer el libro ese viejo y hago la magia por ti- dice sonriéndome.

-No, no puede- dice Tyler por mi -Y si pudiera no te dejaría hacerlo.

-Jo- dice Amy haciendo pucheros de niña pequeña.

En la mesa estabamos solo nosotros tres, al parecer, el grupo de Marc estaba ocupado desde hace unos días. Dentro de nada estaríamos de vacaciones, así que ellos decidieron organizar una fiesta en el instituto para celebrar el terminar las clases.

-¿Qué crees que harán para la fiesta?- pregunta Amy pensativa.

-Ni idea- le contesto.

Marc me dijo que en las vacaciones podríamos pasar tiempo juntos, además de con sus padres y mi madre. Nunca me llevaría bien con su padre, no le caía bien o por lo menos eso es lo que parece con su mirada sin emoción alguna. Su madre, en cambio, era más cercana, cariñosa y me desmostraba que le caía bien. De solo pensar en pasar tiempo con el padre de Marc me daban escalofríos y se me ponía la piel de gallina.