-Mariela- pronuncié al verla.

-Que coincidencia encontrarnos por aquí- dijo, escrutándome completa.

-Eh, si, coincidencia, lo siento pero te tengo que dejar- le dije sin aguantarla un segundo más.

-No, espera- me detuvo tomándome por el brazo.- Tengo algo que decirte.

-¿Ah sí?, ¿de qué se trataría? – le pregunté desconfiada.

-No te hagas la inocente ¿quieres?, eres una cínica mosca muerta-

-¡¿Perdón?!- le grité indignada, pero ¿Qué se cree esta jirafa teñida para hablarme así?

-Eso mismo que escuchaste, eres una hipócrita, te haces pasar por la mejor amiga de Tomás, pero en realidad lo único que deseas es meterte entre sus sábanas, pero escúchame bien,  no voy a dejar que me lo quites. Sí, es verdad, él últimamente anda como un idiota hablando de ti todo el tiempo… ¿pero quieres saber algo?, no te piensa ni un momento cuando estamos juntos en la cama, cuando lo toco como le gusta… como hace un par de noches por ejemplo, cuando llegó muy tarde a mi casa a buscarme, para hacerme suya.

-¿En qué momento crees que algo de lo que me estás diciendo me importa?- Le refuté, aunque lo que me dijera me estuviese matando por dentro.- Quédatelo, te lo regalo, aunque lo más probable es que cada vez que te busque deseoso, como crees tú, esté pensando en mí, ignorando esa horrible cara que tienes. De lo contrario dudo, que le puedas hacer remecer un pelo si quiera.- Lancé arrojando toda la rabia que esa mujer me provocaba.

-No fantasees niñita, o ¿por qué crees que te enfrentó por tus celos cuando nos conocimos?... porque yo le abrí los ojos, le hice ver que tus intenciones no eran otras que seducirlo.

-Veo que mi presencia en tu vida te hace muy insegura, ¿ no es así?, porque en el fondo de tu corazón lo sabes… sabes que él muere por mí y si al final del día llega a buscarte es solo por la frustración de no poder haberlo conseguido conmigo- me mentí a mí misma diciendo estas palabras.

-Eres una miserable-

-Lo siento mucho… pero la verdad duele- le dije con una sonrisa de satisfacción en el rostro, quería que esa jirafa, se revolcara en dolor.

Sin una palabra más, se lanzó sobre mí. Derribándome al suelo, agarró mi cabello y lo tiró con tal intensidad que creí me dejaría calva. Mientras planificaba mis movimientos de defensa, pensé- ella se lo buscó- y tomándola por los brazos, me monté sobre su cuerpo y le propiné un golpe en su nariz, que la hizo sangrar de forma inmediata- haberme criado mayoritariamente entre hombres, me daba una ventaja, lo de tirones de cabellos para mí, no valía- Mientras lloraba, conmigo arriba, me gritaba-

-¡Aléjate de mí! ¡Salvaje!-

-Esto fue para que te quede claro, que conmigo no te tienes que involucrar, porque la que saldrá perdiendo serás tú-

-Eso lo veremos- Se atrevió a decir, aún estando en desventaja, con la cara hinchada y la nariz sangrando.

-Esta es la última advertencia- la miré amenazante. Poniéndome de pie y dándome cuenta que habíamos montado un gran espectáculo, debido a que teníamos una gran audiencia mirando inauditos, arreglé mi cabello, me sacudí la tierra de la ropa y me puse a trotar como si lo que ahí sucedió hubiese sido una simple conversación entre íntimas amigas.

Mientras iba de regreso a casa, solté un par de lágrimas- es un mentiroso, pensé, ¿Cuál es su necesidad de engañarme?, creí conocerlo, creí saber cada reacción de él, por lo mismo en la conversación de la otra noche, aunque me atormentaba todo lo que me había dicho, le creí, lo sentí sincero, al mirar sus ojos… al verlo llorar. Pero estaba equivocada, rotundamente, no era más que un acto de manipulación. ¿Hasta dónde podía llegar para conseguir lo que quería? ¿Su objetivo era separarme de Javier? Está muy equivocado si piensa que lo conseguirá.

Al llegar a mi departamento, tomé el teléfono y en un acto impulsivo lo llamé.

-¡Flo!-Contestó emocionado- no sabes cuánto me alegra que me llames, extrañaba tanto tu voz-

-Eres un falso manipulador- exclamé apenas terminó de hablar.

-Pero qué…- tenía el descaro de hacerse el sorprendido.

-Me encontré con tu noviecita ¿sabes? Y me contó un par de cosas. Como qué aún la buscas por las noches.

-¿Noviecita? No Flo, yo terminé con ella, lo juro.

-¿Ah sí? ¿Hace unos cinco minutos será? Porque por lo que vi hace un rato, ella está muy convencida que todavía están juntos.

-No lo quiere asumir, no te miento, ya no existe nada entre Mariela y yo….

-Ni si quiera te atrevas a nombrarla. No me creas una ingenua a la cual puedes engañar con un par de palabras bonitas y unas lágrimas falsas…

-Nada de lo que he dicho es un engaño, Flo por favor créeme…

-¡No te creo nada!...

-Por favor…- rogó.

-Quédate con ella, Tomás, tienes mi bendición. Cada uno tiene lo que se merece y ella es perfecta para ti.- Sin esperar respuesta, le corté.

Con el aparato en la mano, me arrepentí de lo que había hecho, no tenía por qué montarle una escena patética como esa. No debiera importarme lo que hace con su vida, pero no puedo, esa mujer me dejó vuelta loca con cada una de sus venenosas palabras… ¿Cómo podré lograr desligarme de él, cuando ha sido mi amor platónico toda la vida? Tengo que parar, detenerme.

Me sentía arriba de un tren corriendo a toda velocidad, necesitaba saltar del vagón y quedarme así, con los pies en la tierra, conectándome con mis sentimientos tratando de resolver el lío en el que se estaba transformando mi vida.

Al día siguiente, mientras aún dormía, varios golpes en la puerta me despertaron. Miré la hora, 9:35 am. Soñolienta, me levanté a abrir.

-¿Tú otra vez?... ¿Qué no te ha quedado claro lo que te he dicho por teléfono? No quiero verte, lárgate.- Declaré, haciendo el intento de cerrar la puerta.

Interceptando el movimiento con su pierna, imploró- Déjame explicarte, te lo suplico-

-No creeré ni una más de tus palabras premeditadas, has perdido mi confianza Tomás-

-No puedo imaginar que le creas más a ella que a mí- enunció frustrado.

-¿Será que le creo más a ella que a ti porque es muchísimo más sincera que tú, aunque sus intenciones no sean las mejores? ¿O me vas a negar que hace solo un par de noches la volviste a buscar?

-No, no lo negaré…

-¿Entonces en qué momento dices que pensabas en mí, en el beso que nos dimos y en esa sarta de blasfemias que te atreviste a comentarme el otro día? ¿Cuándo la estabas manoseando o era cuando la besabas apasionadamente? Dime…

-No hables así, las cosas no sucedieron como las describes. Me sentía irritado por verte con él, necesitaba desahogarme, liberarme…

-Detente, me das asco Tomás, asco ¿sabes lo que significa eso? Te explico… es esa sensación física de desagrado que te produce alguien o algo y que impulsa a rechazarlo, incluso hasta llegar al vomito.- dije siendo totalmente sarcástica, hiriente.

-No sabes lo que estás diciendo, después te arrepentirás, siempre has sido así, no piensas antes de hablar…

-Créeme que esta vez no será así y ahora vete, no soporto ver tu rostro un minuto más.

-Me iré, pero antes debes saber que esto se solucionará…

-No continúes con esas estupideces, ya no somos unos niños, las cosas no se reparan con solo un caramelo. Adiós.

Aprovechando la oportunidad, una vez que se movió, le cerré la puerta de un golpe en sus narices. Necesitando descargar la ira contenida, tomé un retrato de ambos puesta en la mesa de centro y lo arrojé contra la pared, haciéndose añicos al hacer contacto. Nuestra foto quedó tirada en el suelo, con rasgaduras causadas por el golpe, que por más que lo intentara, no podrían ser reparadas, jamás. 

Abre los ojos y descúbremeWhere stories live. Discover now